Causas y consecuencias de la caída
No es novedoso. Por Ignacio Sabbatella
No es novedoso el desplome del precio del crudo en términos históricos. En su cotización intervienen factores económicos, tecnológicos, geopolíticos-militares y especulativos. Recordemos que en 2008 predominó el factor especulativo cuando el precio WTI alcanzó un record de 145 dólares en julio para desinflarse estrepitosamente hasta 33 dólares a fines de ese año con el inicio de la recesión mundial mediante. En el año en curso se observa una caída del 46 por ciento entre el pico de 108 dólares del 20 de junio y los 58 dólares del 12 de diciembre. En este caso el factor principal es una oferta que crece más rápido que la demanda en el marco del estancamiento de la economía mundial. Pero la gran novedad es el “boom” de la producción no convencional (PNC) de Estados Unidos –fundamentalmente, tight oil y shale gas– que ha impulsado el nivel más alto de sus reservas de crudo desde 1975 y el mejor registro de su producción desde 1986, al pasar de 5,4 a 8,6 millones de barriles diarios entre 2010 y 2014. De modo que la importación de crudo se redujo un 18 por ciento entre esos años, pasando de 9,2 a 7,5 millones de barriles por día.
A propósito, es oportuno aclarar algunos equívocos respecto de que Estados Unidos esté alcanzando una situación de autoabastecimiento gracias al boom no convencional. Los pronósticos indican que en la próxima década podría transformarse en un exportador neto de gas natural licuado (GNL) con impactos geopolíticos de amplio alcance si logra competir con el gas ruso en el mercado europeo. En cambio, sus importaciones de crudo podrían disminuir hasta el 25 por ciento en relación con su consumo, pero no desaparecerán. La productividad de los pozos no convencionales cae rápidamente por lo cual la US. Energy Information Administration estima que la extracción de tight oil aumentaría de 2,3 millones de barriles diarios en 2012 (explicando el 35 por ciento de la producción interna) a 4,8 millones de barriles diarios en 2021 (51 por ciento del total). A partir de 2022 ese porcentaje disminuiría en la medida que el desarrollo no convencional se mueve hacia las zonas menos productivas. Por lo tanto, Estados Unidos seguiría reduciendo su dependencia externa pero no alcanzaría la autosuficiencia en materia petrolera.
Por otra parte, la decisión de la OPEP de mantener su producción en 30 millones de barriles por día abre un abanico de interrogantes en cuanto a su cohesión interna y a su capacidad para estabilizar el precio del barril. En conjunto cuenta con el 81 por ciento de las reservas mundiales y su producción explica el 40 por ciento de la oferta global. Pero sin dudas el liderazgo corresponde a Arabia Saudita que produce 9,6 millones de barriles por día y que está dispuesta a mantener precios bajos para competir con la PNC estadounidense. Mientras que otros miembros más perjudicados por el menor ingreso de sus exportaciones, como Irán y Venezuela, buscaban que el organismo realice un recorte sustancial.
Otro de los grandes afectados es Rusia, segundo exportador mundial, que atraviesa una compleja situación económica debido a las sanciones que se le impusieron por el conflicto en Ucrania. El corolario del nuevo precio del crudo es una situación de aprieto precisamente para los países enemistados con Estados Unidos, aunque al mismo tiempo surge la pregunta sobre el umbral en el cual podría sostenerse su PNC sin que se vea amenazada su rentabilidad. Según la Agencia Internacional de Energía sólo el 4 por ciento de la PNC de EE.UU. necesitaría un barril de 80 dólares para ser rentable, en tanto que la explotación de la formación Bakken –una de las principales– podría mantenerse con un barril a 42 dólares. Los analistas internacionales se dividen entre aquellos que creen que el objetivo de la OPEP es desplazar del mercado la PNC de Estados Unidos para que luego el precio vuelva a crecer y aquellos que advierten sobre la posibilidad de que Estados Unidos asuma un rol predominante en la formación del precio internacional en un futuro próximo.
¿Cuáles son los escenarios para el precio en el corto plazo? El analista Michael Levi señala que un repunte relativamente rápido podría ser impulsado por la combinación de una caída de la PNC estadounidense, una economía global más fuerte de lo esperado y una eventual decisión de los saudíes de recortar su producción. Por el contrario, los precios podrían caer aún más si la PNC puede enfrentar precios bajos siendo más eficiente, si la economía global no se recupera o si Arabia Saudita se mantiene al margen.
Se va a recuperar. Por Enrique Aschieri
El precio del crudo viene cayendo desde junio y en las últimas semanas acentuó su ritmo bajista. Desde la óptica argentina, en vista de las promesas del fracking y su alto costo en términos relativos, la principal preocupación es si se recuperará de esta baja y, en todo caso, a qué velocidad. Lo cierto es que todas las bases estructurales que a partir de 2005 hicieron que el barril montara a 100 dólares y desde allí ahora venga desbarrancándose, no han cambiado. Es por eso que se registra un consenso extendido entre los especialistas que el barril a 100 dólares ha vendido para quedarse, más allá de bajas, incluso bajas pronunciadas como la presente, a las que les dan poca vida. Los mercados a futuro parecen darle la razón, porque de momento el precio a cinco años no se ha movido. Piensan que, pasado el chubasco, recuperará su valor previo a junio y desde allí se irá indexando con la inflación mundial.
El “chubasco” lo alimentó la perspectiva alcista de la tasa de interés norteamericana, en conjunto con el callejón sin salida del Banco Central Europeo que declara la necesidad de poner en marcha la compra de bonos soberanos para dotar de liquidez al mercado, asediado por la deflación y sin poder sortear los serios obstáculos políticos que se le anteponen. Todo esto prefigura un alza del dólar y con ello que los fondos que estaban en el mercado de las commodities se vayan retirando para tomar posición en la nueva etapa. Que a partir de ahí se corte el financiamiento de la cuenta capital de los “emergentes” y que las empresas de esos mercados endeudadas externamente no puedan honrar sus acreencias, forma parte muy conocida del orden del día. Que actores importantes de los emergentes sean fuertes exportadores de petróleo refuerza el círculo vicioso en lugar de desdibujarlo. Temen que por los bajos precios no paguen y así los obligan a sobreofertar, bajando más los precios.
En lo que hace al petróleo en sí, los “emergentes” en 1980 significaban un tercio de la demanda mundial. Hoy, particularmente de la mano de China, explican el 55 por ciento. A escala global, por el lado de la oferta no se incrementó gran cosa, mejor dicho está estancada, y los hidrocarburos que vienen siendo usados son de baja calidad. El etanol agrega poco. Los países desarrollados, por los altos precios, buscaron sustituir, y fue lo que atenuó el impacto del aumento de la demanda de los emergentes con producción global estancada.
Los países árabes productores de petróleo andan tan enredados en disturbios políticos y militares hoy como ayer y no se ve bien cómo podría deshacerse de los entuertos mañana. El camino a la duplicación del precio del crudo iniciado en 2005 se topó con la Primavera Arabe, que agregó leña al fuego de Irán, Irak y el resto. Sin embargo, aunque esos disturbios no frenaran la oferta, no hay que perder de vista que mientras la producción se mantuvo estancada aumento largamente la perforación. Tarea que la recesión global de 2008 no detuvo. Los pozos rinden menos. Razones geológicas no geopolíticas. Como un resultado, las 11 mayores empresas petroleras del mundo que cotizan en Bolsa han visto caer desde 2005 su producción diaria en 2,5 millones de barriles al mismo tiempo que sus balances registran que se triplicaron los gastos de capital.
Fue eso lo que le dio el espacio para que el fracking haga su agosto, en Estados Unidos, y así se sostuviera la oferta, incluso significándoles flujo de cajas negativo a muchas empresas. Es más, algunas proyecciones de agencias del gobierno norteamericano identifican que gracias a las nuevas técnicas de fracturación hidráulica, la explotación del petróleo y del gas de esquisto está alcanzando niveles excepcionales. Estados Unidos ya es autosuficiente en gas, y en 2030 esperan que lo sea en petróleo, que –vía subsidios– abaraten sus costos de producción manufacturera y exhorten a la relocalización de sus industrias. Esto sí que es geopolítica y no geología. Y en ese plano, la actuación norteamericana en Medio Oriente, a la luz de los resultados, dista mucho de ser parte de la solución. La familia real saudí –principal productor de la OPEP– está dividida respecto de los norteamericanos. Un sector importante cree que el acuerdo que alcanzó su abuelo, el rey Ibn Saud, con el presidente norteamericano Franklin Roosevelt, en febrero de 1945, llegó a su fin. Suponen que los ojos norteamericanos están puestos en China y que el fracking los está volviendo unos supernumerarios políticos. La OPEP da cuenta de un poco más del tercio de la producción mundial de crudo; el tercio de ese total a cargo de los saudíes, los cuales para jugar su papel son regularmente un oferente excedentario y avanzan o retroceden conforme el precio retroceda o avance. Desde 1984, la OPEP, de la mano de los saudíes, redujo su producción once veces. Uno o dos meses después el precio del crudo se empinó.En la pasada década la producción saudí también anduvo estancada. Por otra parte, si de disturbios geopolíticos se trata, no parece que los rusos que tienen que pagar 120 mil millones de dólares en 2015 y tienen reservas por 420 mil millones acusen más allá de cierto margen la baja del precio del petróleo. Ya devaluaron el rublo y, aunque el escenario macroeconómico tiene sus bemoles inflacionarios y demás yerbas, la UE al final será difícil que deje librada al albur de la suerte su canilla energética.
Página/12 - 15 de diciembre de 2014