Chiitas y sunnitas, una historia de enconos que explotó en Samarra
BAGDAD (AFP).- La tensión entre las dos principales corrientes islámicas en Irak, que estalló con ferocidad tras el atentado de anteayer contra la mezquita chiita de la ciudad sunnita de Samarra, fue incrementándose desde el derrocamiento del régimen de Saddam Hussein, en abril de 2003.
Los chiitas representan más de la mitad de la población iraquí (alrededor de un 60%) y están establecidos principalmente en el sur del país.
Después de años de opresión por el régimen sunnita de Saddam, accedieron al poder por primera vez en la historia de Irak tras haber ganado las elecciones generales del 30 de enero de 2005. La preponderancia política chiita se vio confirmada por las legislativas del 15 de diciembre de 2005.
Los chiitas forman actualmente una comunidad no monolítica. El gobierno iraquí, dominado por una corriente religiosa mayoritaria fiel al gran ayatollah Alí Sistani, está a favor del mantenimiento de la presencia de las fuerzas extranjeras, mientras que el jefe radical, Moqtada Sadr, es un enconado opositor a la presencia de los estadounidenses en su país.
La larga exclusión de los chiitas del proceso político en beneficio de los sunnitas comenzó en los años veinte, cuando sus jefes religiosos pidieron el boicot de las elecciones organizadas por las fuerzas de ocupación británicas.
La marginación de los chiitas, que en los años cincuenta eran mayoría en el partido Baath y en el Partido Comunista Iraquí, se aceleró en los años setenta, con el aumento del poder del clan sunnita de Tikrit de Saddam Hussein.
Su llegada al poder se tradujo en la prohibición de algunas fiestas religiosas, como la Ashura, y una represión sangrienta contra los dirigentes religiosos chiitas, el más importante de los cuales, el ayatollah Mohamed Baqer Sadr, fue ejecutado en 1980.
Estallido
En 1991, justo después de la derrota iraquí en la Guerra del Golfo, una insurrección popular chiita estalló en las regiones del sur de Irak y fue reprimida sangrientamente por Saddam.
Sólo la caída de su régimen, en abril de 2003, permitió a los chiitas la práctica abierta de sus ritos. Sin embargo, también han sido víctimas de sangrientos atentados, como el de Najaf, en agosto de 2003, que dejó 83 muertos, y los de Kerbala y Bagdad, el 2 de marzo de 2004, durante el duelo sagrado de la Ashura, con más de 170 víctimas.
Los atentados antichiitas aumentaron tras la proclamación por Abu Musab al-Zarqawi, jefe de la red terrorista Al-Qaeda en Irak, de una "guerra total" contra la citada confesión religiosa.
Irak ocupa un lugar considerable en el chiismo. Los acontecimientos que dieron lugar a la fundación de esta rama de la fe musulmana se desarrollaron en ese país y seis de los 12 imanes venerados por el chiismo están enterrados en suelo iraquí, en particular Alí, primo y yerno del profeta Mahoma, cuyo mausoleo se encuentra en Najaf, y Hussein, hijo de Alí y nieto del profeta, en Kerbala.
La ortodoxia
Los sunnitas, mayoritarios en el mundo islámico, intentan presentarse como la ortodoxia frente al chiismo, es decir, como aquellos que aplican las doctrinas, normas y costumbres establecidas por el profeta Mahoma.
Se someten a la sunna ("Tradición del Profeta") y obedecen al poder establecido, incluso si no es religioso. Una corriente muy purista del sunnismo es el wahabismo, actualmente doctrina de Estado en Arabia Saudita.
Los sunnitas son una minoría en Irak (entre un 20 y un 25% de sunnitas árabes y alrededor de un 15% de sunnitas kurdos). Durante el régimen de Saddam, ocuparon la mayoría de los puestos de gobierno y también los principales cargos del ejército, la policía y el partido Baath.
Relegados a un segundo plano tras la caída del ex dictador, la minoría sunnita está poco representada en el Parlamento iraquí debido al boicot de las elecciones de 2005 que sus líderes y seguidores llevaron a cabo.