Como el bambú

Gonzalo Fiore Viani


Existe una famosa máxima de Deng Xiaoping (máxima autoridad de la República Popular China entre 1978 y su muerte en 1997) que ilustra como pocas la idiosincrasia política china: “No importa que el gato sea blanco o negro, sino que cace ratones”. En la misma línea, Mao supo decir en 1942, siete años antes de la revolución, que el “marxismo-leninismo no tiene belleza alguna, tampoco misterio”, pero que es “extremadamente útil”.

El actual mandatario Xi Jinping, varias décadas después, suele afirmar que “el marxismo cambia con los tiempos y debe integrarse a la cultura local para ser eficaz” y que “necesita de un partido fuerte y un gran líder para tener éxito”. Básicamente, como dice el antiguo proverbio oriental, el sistema político-económico del país debe ser como el bambú: fuerte pero flexible. A su vez, el gigante asiático cuenta con una élite política fuertemente formada en un duro sistema de meritocracia y ascenso partidario no exento de idas y vueltas. Xi llegó a vivir en una cueva durante la Revolución Cultural impulsada por el maoísmo debido a que su padre Xi Zhongxun, gobernador de Guandong, había sido purgado por el maoísmo y cayó en desgracia.

La Asamblea Popular Nacional de China es el organismo equivalente al Parlamento. La integran aproximadamente 3000 miembros. Por supuesto, la formación política más importante del país es el Partido Comunista Chino. Sin embargo, y a contramano de lo que se cree, existen ocho partidos políticos no comunistas en China con representación parlamentaria: Sociedad Jiusan, Liga Democrática de China, Asociación Nacional Democrática de China, Asociación China para la Promoción de la Democracia, Partido Democrático de Campesinos y Trabajadores de China, Comité Revolucionario del Kuomintang, Partido Zhi Gong, Liga Democrática de Autogobierno de Taiwán. Además, más de 400 parlamentarios independientes son parte de la Asamblea. Dentro del mismo PC existe una oposición interna “de derecha”. Aunque los más críticos aseguran que es simplemente lo que tolera el régimen para legitimarse a sí mismo.

"BÁSICAMENTE, COMO DICE EL
ANTIGUO PROVERBIO ORIENTAL,
EL SISTEMA POLÍTICO-ECONÓMICO
DEL PAÍS DEBE SER COMO EL BAMBÚ:
FUERTE PERO FLEXIBLE"

Lo cierto es que no es nada fácil llegar a ser un miembro poderoso de la élite política del país. Para darse una idea de lo complejo y dificultoso del sistema político interno del Partido Comunista chino, puede verse la trayectoria del actual presidente Xi. Primero, es obligación poseer título universitario (Xi es ingeniero químico), para luego poder ser admitido en el servicio civil, algo así como una escuela de gobierno china. En 1999, 92.000 personas se presentaron al examen, pero sólo 14.500 fueron admitidas. Posteriormente, se comienza una carrera en la administración pública que tiene diez escalones entre el oficial más bajo y la máxima autoridad. Entre ellos: intendente, gobernador de provincias pequeñas, gobernador de provincias grandes o fronterizas, etc. Xi pasó todos y cada uno de estos pasos antes de convertirse en el hombre más poderoso del país

En los primeros días de la Revolución, durante los tiempos de Mao y Zhou Enlai, todo lo que tenía que ver con la cultura ancestral china era rechazado. El confucionismo no tuvo mejor suerte. Sin embargo, con el tiempo, esto cambió y hoy las enseñanzas del filósofo oriental forman parte del canon oficial del Partido al lado de los escritos de Marx. Las ideas de respeto a la autoridad, de poner a la comunidad por sobre el individuo y de orden público fueron fáciles de conciliar con el credo comunista por las autoridades chinas. Confucio defendía la idea de una sociedad basada en jerarquías, niveles de mando, y ordenada en base al progreso comunitario. Estas enseñanzas se llevan muy bien con las ideas de Xi y de la élite partidaria, siempre atenta por la posibilidad de nuevas revueltas. El recuerdo de lo sucedido en la Plaza de Tiananmén en 1989 durante el gobierno de Deng aún está fresco entre los altos mandos del Partido. El sistema de inteligencia estatal es inmenso para evitar que algo así vuelva a producirse.

"HOY LAS ENSEÑANZAS DEL
FILÓSOFO ORIENTAL FORMAN
PARTE DEL CANON OFICIAL DEL
PARTIDO AL LADO DE LOS
ESCRITOS DE MARX"

En las frases del comienzo de este artículo pueden encontrarse, precisamente, las bases del socialismo con características chinas: un sistema profundamente nacionalista pero que no le teme al capitalismo de Estado ni a la imitación cultural para adaptarse. Al mismo tiempo que logró propiciar un crecimiento económico sin precedentes en la historia de la humanidad. Para muchos en occidente, a juzgar por las opiniones mal fundamentadas o incorrectas sobre el sistema político chino, es difícil comprender estas particularidades, pero son imprescindibles para saber leer el mundo que viene. Un mundo donde pensadores del Siglo XIX como Marx, e incluso del V, como Confucio, resultan fundamentales. La República Popular China llegó a convertirse en el Estado más poderoso del planeta tras décadas de luchas intestinas y cientos de millones de muertos. Como el bambú, China hoy cuenta con una serie de principios tan fuertes como rígidos, pero al mismo tiempo con un sistema maleable, de acuerdo a las necesidades de la coyuntura. Quizás ese sea uno de los grandes secretos de su éxito.

 

Revista Panamá - 24 de septiembre de 2020

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