Confesiones de un marxista errático
Luego me traslade a Grecia, en donde, de la forma más insensata, llegué a ser, más o menos oficialmente, asesor de George Papandreu, el hombre cuyo gobierno habría de ser el intermediario en la transición hacia el infierno unos años después. Cuando dimití de ese cargo en 2006, consciente del desastre que se avecinaba, pasé a enseñar en la Universidad de Atenas, y a enseñar -lo admito- asuntos tan vulgarmente burgueses como Teoría de los Juegos y Microeconomía a un gran número de estudiantes griegos de primer ciclo, quienes (a diferencia de nuestros bravos y excelentemente informados estudiantes de posgrado) permanecían conmovedoramente ciegos ante la catástrofe que se les venía encima. Antes, en 2002, Joseph Halevi y yo habíamos tratado de hacer sonar una alarma, pero no conseguimos resonancia. Aun cuando en 2006 hice lo que en mi mano estaba para alertar a la sociedad griega -y a cualquiera que quisiera escuchar- del desastre en ciernes, seguí formando parte vergonzosamente de la "sociedad respetable" en Europa, y no me eché a la calle ni una sola vez. Cuando estalló la Crisis Global en 2008, que no tardó abatirse sobre la Eurozona, empecé a escribir artículos y a irrumpir mas o menos atrabiliariamente en los medios, tanto del sistema como alternativos, para promover un programa de actuación fundamentalmente burgués ¡para salvar al capitalismo de sí mismo! Cuando, en lo personal, los procesos en curso resultaron realmente duros en Grecia, migré a EEUU, contratado por la Universidad de Texas. A día de hoy, sigo afanado en convencer a los poderes realmente existentes para que hagan suyo, y del modo más urgente, un audaz paquete de recomendaciones tendentes a prevenir que una crisis inexorable tumbe al capitalismo. En suma, pues: ni una sola de mis publicaciones académicas puede entenderse como explícitamente marxista, y mis energías se han orientado a prevenir el colapso del capitalismo. Con todo y con eso, empero, desde mis tiempos de estudiante en Gran Bretaña hasta hoy mismo, la única forma en que he podido hacerme inteligible el mundo en que vivimos es a través de los "ojos" metodológicos de Karl Marx. Este "hecho" basta por sí mismo para hacer de mí un teórico marxista. Siento, además, el marxismo en los tuétanos cada vez que me libro a una aventura intelectual: desde discutir la Primavera Árabe, hasta debatir las sutilezas del arte con la artista que es mi esposa. Por lo demás, un futuro democrático, libertario y socialista es el único futuro por el que estaría dispuesto a luchar. Soy, pues, un marxista harto singular; la cosa no ofrece duda. Aun así, un marxista.
Intervención de Yanis Varoufakis en el 6ª Festival Subversivo, Kino Europa, Zagreb, el 14 de mayo pasado.