Daniel Azpiazu: humanismo y coherencia ética

Karina Forcinito * (Especial para sitio IADE-RE) | Se cumplen 9 años de la partida de un destacado intelectual que contribuyó significativamente a la comprensión de la realidad económica nacional y regional.

“Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho”(1).

Miguel de Unamuno (Salamanca, octubre de 1936).

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Daniel Azpiazu, intelectual argentino cuya vasta obra ha contribuido de modo significativo a la comprensión de la realidad económica nacional y regional, nació en Buenos Aires el 24 de enero de 1948 y falleció a los 63 años de edad en la misma ciudad, el 31 de agosto de 2011, a escasos tres años de que lo hiciera la compañera de su vida, Cristina Arjones.

Este próximo 31 de agosto se cumplirán 9 años de su partida pero su obra y su memoria nos habitan. Nos habitan, a quienes lo conocimos y nos formamos junto a él, su profundo humanismo y coherencia ética, que sin dudas guiaban su accionar político siempre a favor de la igualdad social y la justicia distributiva; su pasión y generosidad intelectual, así como la enorme, irreverente y espontánea sonrisa franca y abierta con la que enfrentaba cotidianamente la vida y, especialmente, las adversidades.

Daniel estudió en la escuela pública argentina, más precisamente en el Colegio Nacional de Comercio N° 3 Hipólito Vieytes, donde obtuvo el título de Perito Mercantil en 1965. Luego, estudió Economía en la Universidad de Buenos Aires, de la cual egresó en 1971. Entre 1973 y 1976 realizó varios cursos de especialización sobre desarrollo económico y planificación en ámbitos académicos como el Instituto Latinoamericano de Planificación para el Desarrollo Económico y Social (Chile); el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico y Social (Argentina), entre otros.

Su perspectiva teórica articulaba diversas tradiciones y enfoques entre los cuales se encontraban el marxismo, el estructuralismo latinoamericano (particularmente el desarrollado por Celso Furtado); la escuela de la dependencia y elementos aportados por los teóricos neo ricardianos en relación con el comportamiento del capital concentrado (entre ellos, Joan Robinson y Michael Kalecki). Perspectiva teórica que, al modo estructuralista, mantuvo en estrecho diálogo con las tendencias empíricas que signaron los desenvolvimientos micro, meso y macroeconómicos, concebidos integradamente. Su sistemático trabajo con las estadísticas económicas, presente en cualquiera de sus producciones, respondía a su destacable y trabajosa concepción analítica, que iba tejiendo las hipótesis y las conclusiones mediante una puesta en diálogo permanente entre la teoría y las evidencias existentes acerca de la realidad.

Daniel entendía que el conocimiento científico era una herramienta fundamental para transformar la situación y el horizonte de vida de los sectores subalternos de la sociedad y emprendió su formación y su producción intelectual comprometido, de modo militante, con los problemas económicos que los condenaban a la injusticia social. Paralelamente, mantuvo, de modo conmovedor, su concepción crítica del capitalismo y sus convicciones acerca del papel que los intelectuales debían desempeñar frente a este sistema de dominación social, durante toda su vida. Ello se ponía de manifiesto en su incansable vocación de intervención pública, vocación que desplegó en una primera etapa durante los años setenta, un tiempo signado por un fuerte proceso de radicalización política en la Argentina y en el Cono Sur de la América Latina, que lo afectaría profundamente. Luego de graduarse, colaboró activamente con el gobierno chileno de Salvador Allende, sufriendo el exilio luego del sangriento golpe perpetrado por la derecha política en septiembre de 1973 contra el gobierno de la Unidad Popular. Más tarde, ya en la Argentina y durante la última dictadura militar, se vio nuevamente obligado a exiliarse luego de recibir amenazas a su vida y comenzar a presenciar la persecución y desaparición de compañeros de trabajo, de militancia y de amigos. Daniel alternó un exilio interno con salidas laborales al exterior, en primera instancia en Brasil, y luego en República Dominicana, durante los años de la dictadura.

En ese contexto, Daniel se convirtió en un intérprete clave del proyecto económico de dominación social que era impulsado a través del terrorismo de estado en el Cono Sur. Sus tempranos aportes a la comprensión de las bases sociales de la última dictadura en la Argentina, conjuntamente con Eduardo Basualdo y Miguel Khavisse, así como los realizados posteriormente, en tiempos de hegemonía neoliberal, a la comprensión de los procesos de desindustrialización y de los impactos socioeconómicos de las privatizaciones en la Argentina impulsadas durante los gobiernos de Menem y de La Rúa, en abierta continuidad con el proyecto económico de la dictadura, constituyen referencias insoslayables para comprender los últimos cincuenta años de historia económica argentina.

A partir de 1984, Daniel se incorporó al Area de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Argentina) desde donde, conjuntamente con Hugo Nochteff, Eduardo Basualdo y Enrique Arceo, sostuvo una ardua y comprometida tarea de formación de jóvenes investigadoras/es, así como de maestrandas/os que alcanzó a numerosas generaciones de economistas y cientistas sociales.

Daniel entendía el “desarrollo” como la antítesis del “modelo concentrador en lo económico y excluyente en lo social” que se consolidó en la Argentina post-dictadura así como en la mayor parte de la región. También entendía que la extracción, producción, distribución, consumo y descarte, así como la acumulación en actividades estratégicas debían ser planificadas social y democráticamente, y que el accionar del capital concentrado de origen nacional y extranjero, debía ser limitado por sus efectos adversos, largamente documentados en la región, como único modo de revertir las regresivas tendencias asociadas a su papel preponderante.

En la actual coyuntura histórica, su pensamiento y sus enseñanzas continúan vigentes, más aún cuando los procesos de concentración y centralización del capital y, su contrapartida, la exclusión social se han acentuado de modo extraordinario a nivel local y global en el siglo XXI, en conjunción con una crisis ecológica sin precedentes, y necesitamos, por lo tanto. democratizar el orden económico y con él las oportunidades de vida digna para las grandes mayorías populares.

 

* Investigadora, docente, miembro de la comisión directiva del IADE | 20-08-2020.


[1]  Núñez Florencio, Rafael (2014). «Encontronazo en Salamanca: “Venceréis pero no convenceréis”». La Aventura de la Historia 184: 35-39.

 

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