Dominique Strauss-Kahn, el hombre de «Condi» en el FMI
La triunfal nominación de Dominique Strauss-Kahn como director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), el 28 de septiembre de 2007, ha dado lugar a dos mensajes contradictorios. Por un lado, la prensa occidental exalta la capacidad del bloque atlantista para imponer su candidato por encima del candidato de Rusia, Josef Tosovsky. Por el otro, afirma que la principal misión de Strauss-Kahn será asociar más ampliamente los países del Sur a las decisiones, o sea poner fin al predominio del bloque atlantista.
De forma chovinista, la prensa francesa se felicita de que franceses se encuentren hoy a la cabeza de cuatro grandes organizaciones internacionales. En efecto, además de Dominique Strauss-Kahn en el FMI, Pascal Lamy dirige la Organización Mundial del Comercio (OMC), Jean Lemierre preside el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) Y Jean-Claude Trichet el Banco Central Europeo (BCE). Pero, ¿se encuentran estas cuatro instituciones en el mismo plano? Y, lo más importante, ¿debemos regocijarnos acaso por una situación que, lejos de ser expresión del lugar que ocupa Francia en el mundo, demuestra más bien la integración de las élites francesas a la globalización, o sea su obstinación en destruir su propio país, como Estado-nación, marco político que encuentran obsoleto?
La más reciente hazaña no puede menos que dejarnos perplejos. El FMI es una de las organizaciones internacionales más criticadas a través del mundo. Ha financiado abundantemente toda clase de dictaduras en los países del Sur, específicamente en Argentina, Brasil, Indonesia, Nigeria, Filipinas, Tailandia, etc… Además, sus bruscas exigencias de pago inmediato de préstamos han obligado a diferentes Estados a sacrificar su porvenir recurriendo a la devaluación y cerrando escuelas y hospitales.
Sus adversarios lo acusan, por tanto, de haber provocado, mediante la opresión y el hambre, cientos de millones de muertes en medio siglo, o sea muchas más que las agresiones militares estadounidenses durante el mismo período. Por su parte, el FMI considera, por el contrario, que sus políticas «de ajuste estructural», lejos de provocar catástrofes han logrado ponerles fin. Ganadores del premio Nobel de economía tan distintos como el neokeynesiano Joseph Stiglitz o el libertariano Milton Friedman han acusado al FMI de ser el gran responsable de los desequilibrios entre el Norte y el Sur.
En efecto, el acto más importante del FMI consistió en imponer una óptica financiera a la economía mundial, permitiendo así que los especuladores del Norte se enriquecieran mediante la explotación del trabajo, más que de los recursos, de las naciones del Sur. Si no fuera por la veneración que la sociedad de consumo siente por sus propios banqueros, hace tiempo que el FMI habría sido clasificado como una organización criminal. Pero es precisamente esa la organización que el socialista Dominique Strauss-Kahn quería dirigir, y es precisamente Strauss-Kahn quien obtuvo el decidido apoyo de los grandes financieros del mundo, y gracias a las presiones de las multinacionales menos escrupulosas.
Si dejamos de lado el interés personal de Dominique Strauss-Kahn, que se convierte así en el funcionario mejor pagado de Washington –con un salario anual de 461 510 dólares libre de impuestos–, cabe preguntarse cuáles son sus objetivos políticos. Para poder responder, echemos un vistazo a su biografía, en la que descubriremos lo que la gran prensa nos esconde desde hace años: sus vínculos con los principales dirigentes de la administración estadounidense.
Proveniente de una familia acomodada de izquierda, «DSK» se educó en Marruecos y, más tarde, en Mónaco. Recibe una educación judía –más sefardí que asquenazí– a la que él mismo concede más importancia en el plano cultural que en el religioso. Se gradúa de Ciencias Políticas en París, estudia en HEC [Escuela de Altos Estudios Comerciales, siglas en francés. Nota del Traductor.], es licenciado en Derecho y posee la categoría de profesor agregado en ciencias económicas. Se encamina hacia la profesión de abogado de negocios.
En 1976 entra al Partido Socialista y milita en el Ceres, la corriente social-estatista que dirige Jean-Pierre Chevenement. Pero no tarda en separarse de Chevenement para acercarse a Lionel Jospin y Jean-Christophe Cambadelis, los dos mejores discípulos franceses de Irving Brown, agente de enlace de la CIA con la izquierda de Europa occidental [1]. Jospin y Cambadelis vienen de un pequeño partido trotskista (los «Lambertistes» tradicionalmente vinculado a la CIA. Junto a un centenar de correligionarios, se infiltraron en el Partido Socialista y lograron apoderarse de su dirección.
En 1986, DSK llega a la Asamblea Nacional gracias al sistema de elección proporcional brevemente implantado en aquel entonces. En 1988, decide implantarse en Sarcelles, una circunscripción de Val-d”Oise en la que existe una importante comunidad judía. Así logra ser electo, mediante la manipulación del reflejo comunitario. Se convierte en presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea y más tarde, en 1991, es nombrado ministro delegado para la Industria y el Comercio Exterior ante el ministro de Economía Pierre Beregovoy.
Se trata de dos individualidades totalmente opuestas. DSK es un brillante diletante que se mueve en los círculos de las grandes fortunas como pez en el agua, mientras que «Beré» es un esforzado trabajador que trata de conciliar sus ideales obreros con su necesidad de reconocimiento personal en el mundo de las finanzas. DSK se divierte proclamándose socialista pero hace todo lo contrario, mientras que «Beré» lucha con sus propios escrúpulos.
Siendo ministro delegado para la Industria, DSK tiene conocimiento de los problemas que encuentra su amigo Jean Peyrelevade a la cabeza del Crédit Lyonnais. También interviene personalmente a favor de varias operaciones azarosas de su amigo Franck Ullman-Hamon. A este último se le conoce por sus incursiones en América Latina, por cuenta de Israel, y como accionista-fundador de la revista Marianne de Jean-François Kahn. Las operaciones que monta Ullman-Hamon con las filiales del Crédit Lyonnais costarán varias decenas de millones de francos a los contribuyentes franceses.
Por esa misma época, Dominique Strauss-Kahn se casa en una sinagoga –y en terceras nupcias– con una estrella de rara belleza, Anne Sinclair, la periodista preferida de los franceses. La pareja decide mantener a la prensa al margen de la ceremonia mientras que da realce a la fiesta en el seno de la comunidad judía, en la que ambos reafirman su posición como personalidades de relieve. Los novios tendrán como testigos de su matrimonio a la profesora de filosofía Elisabeth Badinter (heredera del Grupo Publicis y esposa del ministro de Justicia Robert Badinter) y la periodista Rachel Assouline (esposa de Jean-Francois Kahn, gran patrón de la prensa francesa).
En 1987, DSK se separa de Francois Mitterrand, dirige una delegación del Partido Socialista en Israel y visita la alcaldía de Jerusalén, que él considera como la capital del Estado hebreo. En 1991, participa en un viaje de solidaridad con Israel, organizado por el Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia (CRIF) en plena guerra del Golfo.
En 1994, utilizando su posición de ex ministro de Industria, crea el Círculo de la Industria, en el que logra enrolar en 6 meses a 48 de los 50 patronos franceses más importantes. Por lo menos la mitad de estos pagan una cotización anual de 200 000 francos por la defensa de sus intereses en Bruselas [ante los organismos de la Unión Europea]. Deja la presidencia de esta asociación patronal a Raymond Levy (ex presidente de Renault) pero mantiene el cargo de vicepresidente. Por otro lado, el propio Raymond Levy será nombrado a la cabeza del Consorcio de Realización, encargado de liquidar las malas inversiones del Credit Lyonnais y, de paso, de enterrar los escándalos Ullman-Hamon.
Simultáneamente, DSK se convierte en consultante de los propios patronos o en abogado de negocios y establece su despacho en el local del Círculo. La Cogema, la Sofres y EDF, entre otras empresas, le pagan honorarios exorbitantes por algún que otro consejo o por hacer llegar uno que otro recado a algún personaje importante. Esta cómoda actividad le garantiza ingresos anuales ascendentes a más de 2 millones de francos [2].
Posteriormente, impartirá cursos universitarios, en Stanford y Casablanca, sin contar conferencias aquí y allá, todo extremadamente bien pagado.
La universidad estadounidense de Stanford es precisamente el bastión de los republicanos. Allí tienen estos su propio centro de investigaciones, la Hoover Institution [3]. En aquel entonces, la directora de Stanford –o sea la persona que negocia el contrato de Dominique Strauss-Kahn– no es otra que Condoleezza Rice [4]. En Stanford, Dominique Strauss-Kahn conocerá a George P. Schultz y otros universitarios que formarán el vivero de la administración Bush.
En 1995, redacta la parte económica del programa electoral de Lionel Jospin, candidato a la presidencia de la República, Propositions pour la France. Defiende entonces el principio del «impuesto Tobin» sobre las transacciones en divisas, aunque más tarde afirmará que se trata de una medida imposible de poner en práctica.
Además de ser diputado de Sarcelles, fue también alcalde de esa localidad por un corto período tiempo al cabo del cual dejará ese puesto en manos de su fiel colaborador Francois Pupponi. Pero antes se las arregla para «hermanar la más judía de las comunas francesas con la más francesa de las comunas de Israel»: Netanya.
De 1997 a 1999, Dominique Strauss-Kahn es ministro de Economía y Finanzas. Dirige la transición al euro y la privatización de France-Telecom. Lo más importante es que introduce a Francia en el proceso implantación de la lógica financiera en el sector económico mediante la adopción de medidas sectoriales demagógicas. La adopción de las 35 horas semanales de trabajo disminuye considerablemente la cantidad de horas trabajadas; mientras que la eliminación de los impuestos sociales sobre las compras de acciones por parte del personal dirigente de las empresas desplaza los ingresos de dicho personal hacia el campo de las finanzas. El resultado de esta política es que el comienzo del decrecimiento de la producción en Francia se ve compensado, en el plano de las estadísticas, por un desarrollo de los beneficios financieros. Sin embargo, a fin de cuentas, el poder adquisitivo de la clase media disminuye sensiblemente.
Dominique Strauss-Kahn frecuenta los círculos más prestigiosos del poder. A partir de 1993, lo vemos en Foro de Davos. Anne Sinclair lo introduce en Siecle, la asociación más mundana de París. Más tarde, Antoine y Simone Veil le abren la entrada al Club Vauban. En el año 2000, la OTAN lo invita al Club de Bilderberg donde se reunirá con Pascal Lamy y Jean-Claude Trichet, que hoy ocupan prestigiosos puestos en las instituciones internacionales.
Dominique Strauss-Kahn se ve atrapado en su constante mezcla de géneros entre compromiso político y cabildeo remunerado. Es objeto de una investigación judicial en el marco de un escándalo ligado a la principal mutual estudiante de Francia, la MNEF, y después en otro vinculado a los fondos ilegales de la compañía petrolera nacional Elf. Los magistrados decidirán en definitiva que sus actividades eran legales, aunque no morales.
Sin embargo, los procesos penales y una comisión de investigación parlamentaria revelarán sus métodos poco ortodoxos. Lionel Jospin, siendo ministro de Educación, había modificado por decreto el índice de los reembolsos de la Seguridad Social a la MNEF en las universidades para desviar más dinero aún. El propio Dominique Strauss-Kahn recibía considerables pagos a título de trabajos imaginarios. Más tarde, hizo que el salario de su secretaria en el Círculo de la Industria (o en su despacho, no forma de determinar la diferencia) lo pagara el grupo Elf.
Detrás de sus modales corteses, de un gusto acentuado por la buena comida y las mujeres bellas, Dominique Strauss-Kahn es en realidad un “killer”. Cuando, después de la muerte de Jean-Claude Méry, aparece el video en el que este promotor inmobiliario acusa a Jacques Chirac, rápidamente se descubre que DSK está entre los organizadores de la maniobra.
Sus problemas con la justicia lo apartarán por un tiempo de la escena política. Durante ese período difícil, su esposa, Anne Sinclair, hará gala de sangre fría y dignidad, ganándose al público únicamente con su actitud.
En 2001, en el momento de su gran retorno, luego de ser sobreseídos los casos en los que estaba implicado, DSK se encarga del desarrollo de la Fundación Jean Jaures, asociada a la National Endowment for Democracy (NED) para la izquierda francesa [5]. La maniobra se facilita porque, desde la época de Stanford, DSK conocía ya a la nueva consejera de seguridad nacional de la Casa Blanca, Condoleezza Rice, y es que la hermana adoptiva [6] de esta última, Madeleine Albright, dirige el National Democratic Institute (NDI), organismo que sirve de pantalla a la NED para hacer llegar los subsidios del Departamento de Estado estadounidense a los fondos del Partido Socialista francés.
En 2003, el German Marshall Fund of the United States, una de las principales representaciones atlantistas, crea un Foro sobre el Comercio y la Pobreza. DSK se convierte en uno de sus seis administradores, remunerado, como siempre [7]. Allí escribe, o por lo menos firma, varios informes a favor al libre intercambio absoluto.
Ese mismo año, obliga a un experto del Partido Socialista, Pascal Boniface, a dimitir. El especialista en relaciones internacionales había tenido la osadía de subrayar que el ciego apoyo del partido a Israel es ideológicamente contradictorio y electoralmente contraproducente en momentos en que la ambición del PS debe ser reunir a su alrededor a los 6 millones de franceses de cultura árabe.
Dominique Strauss-Kahn dirige además, en el seno del PS, la creación del Círculo Leon Blum cuyo objetivo es velar por el apoyo del partido al movimiento sionista.
En 2004, declara en entrevista a la radio France-Inter: «Yo considero que todo judío de la diáspora y de Francia debe aportar su ayuda a Israel. Es además por esa razón que resulta importante que los judíos adquieran responsabilidades políticas. En resumen, en mis funciones y en mi vida diaria, a través del conjunto de mis acciones, yo trato de aportar mi modesto aporte a la construcción de Israel.» [8]
En 2005, abre los clubes «À gauche en Europe» (AG2E) a favor del «Sí», con vista al referendo de aprobación del proyecto de Tratado Constitucional europeo. Trabaja entonces vinculado al Policy Network (Gran Bretaña) y a la Fundación Friedrich-Ebert (Alemania). Pero los franceses votan «No».
En 2007, mientras que el escritor Claude Ribbe abre un debate sobre las consecuencias sociales actuales de la esclavitud y la colonización, DSK participa activamente en la creación del Consejo Representativo de los Negros de Francia (CRAN), organización que recurre a los consejos técnicos de especialistas israelíes y reproduce el modelo del Consejo Representativo de los Judíos de Francia (CRIF) [9]. La iniciativa no encuentra eco entre los negros de Francia, pero es un éxito mediático, como lo fue años antes la creación de SOS Racisme, cuyo objetivo era parar la organización de los franceses de origen magrebí.
Al abrirse la competencia por la nominación del candidato socialista a la elección presidencial de 2007, Dominique Strauss-Kahn aparece simultáneamente como el candidato mejor ubicado frente a su rival declarado, el ex primer ministro Laurent Fabius, y como el candidato oficial de Estados Unidos en el seno de la izquierda francesa.
En ese contexto, concede a la revista neoconservadora Le Meilleur des mondes una entrevista en la que ridiculiza la política de Francia en el mundo árabe y se pronuncia por un acercamiento a Washington y Tel Aviv [10].
Todo parece arreglado de antemano. La cuota de membresía del Partido Socialista se reduce hasta alcanzar un monto ínfimo, de manera tal que varios miles de militantes del partido lambertista se hacen miembros del PS únicamente para poder participar en la elección interna del candidato socialista. El organizador de la maniobra es el lugarteniente de DSK, Jean-Christophe Cambadelis. Recordemos que este último fue miembro del partido lambertista y que ya lo mencionamos al referirnos a sus relaciones con la CIA.
Sin embargo, contrariamente a lo previsto, Segolene Royal, obtiene la nominación socialista. Es que Washington tiene otros planes: poner en la presidencia a Nicolas Sarkozy. Para lograrlo, es más conveniente ponerle un oponente poco creíble. A cambio de una retirada silenciosa, DSK será ampliamente recompensado con la dirección general del FMI.
Poco después de su llegada a la presidencia de Francia, Nicolas Sarkozy presenta a Washington la candidatura de DSK, y Condoleezza Rice la apoya. Mientras participa en la creación del European Council on Foreign Relations (E-CFR) [11], Dominique Strauss- Kahn viaja por el mundo, oficialmente con el objetivo de convencer a los Estados del Sur para que apoyen su candidatura. En realidad, poco importa el voto de esos países ya que Estados Unidos y la Unión Europea poseen el 48% de los votos. Francia paga la campaña de DSK y la agencia de relaciones públicas TD International la organiza.
La oficina de Strauss-Kahn trata de quitar importancia a este último dato al afirmar que solamente trabaja con la rama francesa de dicha agencia. TD International «venderá» a la prensa la leyenda de un DSK sin trabajo, llamando por teléfono durante el coloquio de Yalta, al primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncket, quien supuestamente le sugirió que se postulara para el FMI. En realidad, Dominique Strauss-Kahn y Christine Ockrent participaron en el Yalta European Seminar después de haberse garantizado el cobro de una indemnización de 7 000 euros cada uno pagada indirectamente por George Soros. Este coloquio tenía como objetivo aportar apoyo a la «revolución naranja» y a la incorporación de Ucrania a la OTAN.
Por supuesto, TD International es una pantalla de la CIA que se encarga específicamente de la imagen pública de la «revolución naranja». La dirige William A. Green III, un célebre agente que no es nada más y nada menos que el jefe del stay-behind en Francia y que fue expulsado en 1995 por motivos extremadamente graves que nunca fueron revelados al público.
Hugo Chávez, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, nunca se dejó convencer por el show de Dominique Strauss-Kahn y confirmó que su país se retiraba del FMI «antes de que nos agarren», al tiempo que invitaba a todos los Estados del Sur que pudiesen hacerlo a imitar el ejemplo de Venezuela.
[i]*Periodista y escritor, presidente de la Red Voltaire con sede en París, Francia. Es el autor de “La gran impostura” y del “Pentagate”.[/i}
Fuente: [color=336600]Red Voltaire – 06.11.2007[/color]