EE.UU: FRAUDES CORPORATIVOS. Gobierno empresario: pocos cambios después de Enron.
Los caciques de las empresas estadounidenses preferirían que el tema Enron se borrara del mapa. Pero este mes, a cuatro años del ignominioso derrumbe, el juicio penal a la ex plana mayor de Enron entra en una fase decisiva. La ocasión sirve como recordatorio de que los cambios en la conducta de muchas empresas estadounidenses han sido menos notables de lo que muchos esperarían.
Pese a las nuevas normas adoptadas para endurecer el control, las compañías cotizantes en bolsa siguen afectadas por serios problemas contables. El año pasado, una cantidad récord se vio obligada a corregir sus ganancias, lo cual por lo general hundió las acciones.
Además, pese a las críticas sobre lo mucho que cobraban los ejecutivos de Enron y otras empresas caídas, los estudios revelan que en la mayoría de los casos todavía hay poca correlación entre el rendimiento de las firmas y la compensación a sus directores.
Entre tanto, el Comité de Supervisión de Contabilidad Empresaria, el organismo creado por el Congreso hace tres años para regular la actividad contable tras la caída de Arthur Andersen (consecuencia de su participación en la debacle de Enron), todavía no ha realizado una acción de control significativa.
"Ciertamente, hemos visto algunos avances, pero también hemos visto áreas en las que se ha retrocedido", dijo Lynn E. Turner, ex contadora jefa de la SEC (la Comisión de de Valores) y hoy directora de investigación de Glass, Lewis & Company.
Christopher Cox, el presidente de la SEC, dijo en una entrevista que las leyes adoptadas luego de los gigantescos escándalos de Enron, WorldCom, Tyco, Adelphia, Qwest y otros dieron resultados. Pero admitió en que queda mucho por hacer. El martes anunció un proyecto de norma que puede obligar a las empresas a ser más claras sobre los salarios de sus ejecutivos (Ver "Sueldos").
Según Cox sería "un error" desestimar el valor de la ley Sarbanes-Oxley (2002), la respuesta del Congreso a los escándalos corporativos, que impuso nuevas obligaciones a directores, contadores y abogados.
Menos casos
Por cierto, hubo menos grandes escándalos empresariales el año pasado.
Pero la ausencia de grandes debacles últimamente se debe a la fase de la actual expansión económica -que no ha tenido el suficiente tiempo para propiciar los excesos financieros de antes- como a los cambios de conducta empresarial. Y el derrumbe de Refco hace tres meses mostró qué poco se recuerdan los escándalos previos en los consejos directivos de algunas empresas.
Alan Hevesi, quien, en su caracter de controlador de Nueva York es uno de los mayores inversores institucionales del país, encabeza un grupo de administradores de fondos de pensión de los estados, que procura que las empresas sean más transparentes para los accionistas.
"Tuvimos algunos logros en la reforma de la conducta corporativa", dijo. Pero en otras cuestiones, como el control de los altos salarios ejecutivos "no hemos sido tan exitosos".
Los ejecutivos de las empresas dicen que, en general, los comités de auditores están más minuciosos. Y que, después del caso Enron, difícilmente incurran en el conflicto de intereses de actuar a la vez como auditores y consultores de la misma firma.
Pero todavía hay problemas.
Las declaracioens corregidas de ganancias, por ejemplo, el año pasado superaron en un 50% a las del 2004. La corrección muchas veces obedeció a cuestiones contables básicas. Casi una cuarta parte estuvo relacionada con incumplimientos de normas de 30 años de antigüedad sobre cómo contabilizar las operaciones de leasing.
Hasta fines de octubre hubo 1.031 enmiendas de ganancias, frente a 650 en todo el 2004 y sólo 270 en el 2001, el año de la caída de que Enron. El aumento puede atribuirse, en parte, a la mayor vigilancia de los auditores.
Para los grandes inversores, una fuerte preocupación es el pago a los ejecutivos. Los escándalos pusieron de relieve la existencia de remuneraciones ejecutivas extremadamente altas . Las encuestas muestran que lo que molesta particularmente a los grandes inversores son las empresas con malos resultados que siguieron pagando remuneraciones muy altas a sus altos jefes.
Un estudio de Lucian A. Bebchuk, de Harvard y Yaniv Grinstein, de Cornell, reveló que entre 1993 y 2003 los activos de las empresas usados para compensar a los cinco máximos ejecutivos saltaron de menos de un 5% a más de un 10% de las ganancias corporativas agregadas.
Un segundo estudio, de Mark Van Clieaf, director de la consultora MVC Associates y Janet Langford Kelly, de la Northwestern University, reveló que sesenta compañías del último decil del índice Russell 3000 perdieron US$ 769.000 millones en valor de mercado y 475.000 millones en valor económico en cinco años, al 2004. En ese mismo período, les pagaron a sus cinco principales ejecutivos más de 12.000 millones de dólares.
"La buena noticia es que hemos visto más cambios en los últimos 36 meses que en los últimos 30 años, a medida que los los consejos directivos caen en la cuenta de que su tarea no es meramente ceremonial", dijo Van Clieaf. "La mala noticia es que todavía no saben exactamente de cuál debe ser esa tarea".
TRADUCCION DE CLAUDIA GILMAN