El año de los 24 mil millones de beneficio
*Ralph Nader es el autor de Las Diecisiete Tradiciones y candidato a la presidencia de EE.UU. por los Verdes en distintas ocasiones.
Primero, un observador desinteresado podría comentar que las regulaciones sobre seguridad existen para proteger a los inversionistas, no para reforzar los intereses de Wall Street. Se supone que Wall Street sirve a las empresas y los inversores, no al revés.
Segundo, el referido declive de las OPAs está desencaminado profundamente. El clima de regulación y litigios tiene un peso pequeño e insignificante en el porcentaje creciente de OPAs emprendidas fuera de los Estados Unidos. El problema real es que las bolsas de valores de esos otros países se están fortaleciendo, y la mayoría de OPAs recientes se hizo por las compañías fuera de los Estados Unidos.
De hecho, un devastador Libro Blanco de enero de 2007 de Ernst & Young que analizaba las OPAs de la primera mitad del 2006 encontró que el 90 por ciento de las mismas se produjeron en el país propio de las compañías que las lanzaban. Del 10 por ciento restante, sólo unas pocas estaban "en juego" --la mayoría fue a los mercados regionales, o eran tan pequeñas que fueron al Mercado de la Inversión Alternativo de Londres. De las OPAs en juego --un gran total de 17 durante los primeros seis meses de 2006-- aproximadamente dos tercios se produjo en los intercambios de EE.UU.
Pero fundamentalmente, la estadística de OPAs es una quimera. Lo que interesa a la economía americana es si las empresas están invirtiendo en los Estados Unidos, no si ellas emprenden OPAs. Ésa es una visión estrecha de Wall Street.
Tercero, aunque la retórica de las comisiones de los mercados de capitales podría sugerir otra cosa, Wall Street lo está haciendo de hecho fabulosamente bien. Goldman Sachs, presidente de Lloyd Blankfein, obtuvo 53,4 millones de dólares de beneficios extraordinarios, el beneficio anual más grande en la historia de Wall Street. La bonanza de Blankfein es una señal de los tiempos. Los beneficios extraordinarios de Wall Street ascendieron a 23,9 mil millones de dólares en 2006, según el interventor del estado de Nueva York, un 17 por ciento superior al de 2005. Y es la bolsa de valores de Nueva York y el Nasdaq los que están comprando valores extranjeros, no viceversa.
Sam Pizzigati, editor de la hoja informativa on line "Too Much" (demasiado) apunta que "los principales comerciantes de Wall Street realizan una semana de trabajo de 60 horas, con un ingreso promedio de entre 17.000 a 33.000 dólares por hora. La casa estadounidense típica, por contra, sólo ingresó de media 46.326 dólares en 2005 para todo el año.
En fin, el problema real de Wall Street no es que la policía actúe demasiado sino que no lo haga suficientemente. Aunque la comisión Paulson trató el escándalo Enron/WorldCom y los escándalos relacionados como algo de una era pasada, no tenían ni una década de vida. Y el mal financiero es penetrante y continuado. Hay un nuevo juego de escándalos financieros de extensión aun mayor ahora que Enron/Worldcom. Los investigadores estiman que cientos de ejecutivos están comprometidos en alteraciones de fechas de opciones sobre acciones (stock options). Y hay evidencia estadística de que el comercio interior es desenfrenado --la base para una investigación del SEC (siglas de Securities and Exchange Comision). Cuando se coge a las empresas mintiendo, se suelen ir dando una palmada en la mano-- literalmente una promesa para no romper la ley en el futuro.
Con el mal financiero tan prevaleciente, en muchos casos la mejor defensa para los inversores son los litigios privados. Así que no supone una sorpresa que los apologistas de Wall Street recomienden eliminar el derecho de los inversores a demandar. De hecho, los pleitos se han reducido en los recientes años, y las cantidades globales recuperadas para los inversores, a pesar del fraude desenfrenado, es diminuta comparada con las ganancias de las empresas.
La elite perspicaz de Wall Street no buscaría reducir la regulación, sino reconocer que las complejas y esotéricas innovaciones del mercado están dejando atrás los sistemas existentes de control, creando burbujas y un gran riesgo sistémico. Lo que se necesita es una nueva teoría de la regulación pública y de la colaboración pública y privada que responda a las realidades actuales. Se deben reducir los riesgos globales del bienestar del sistema financiero, así como de los intereses del inversor, tanto en las innovaciones en las acciones privadas como en los abusos en los mercados tradicionales. Si no, el tío Bailout (1) tendrá que pagar, si puede claro.
En el entretanto, es vital que las mínimas protecciones contra el crimen financiero ahora disponible --regulaciones, litigios y juicios -- se mantengan contra las invasiones de aquéllos que esgrimen grotescamente la crisis de competitividad de los servicios financieros americanos, cuando deberían estar compitiendo con otras naciones en estabilidad e integridad.
Nota del traductor:
(1) Bail out es echar un cable, una mano. Y la expresión hace referencia al Estado, que al final tendrá que salvar la situación.
Fuente: Revista Sin Permiso - 18.02.2007 - Traducción: Paco Ramos