“El Estado tiene que estar, pero no puede encargarse de todo”
Doctorado en Economía de la Industria y de la Tecnología en la Universidad Federal de Rio de Janeiro, Rosario coordina la maestría en economía de la FEAC/UFAL y un grupo de estudios en agricultura e innovación en la misma casa de altos estudios. Además, es especialista en análisis sectoriales en agroindustria y trabaja en planeamiento de marketing y comercialización para nuevos productos.
¿Cuál es la necesidad de innovación hoy en Brasil?
Durante mucho tiempo, exportamos bienes primarios, pero hoy es necesario agregarle valor a esos productos, con innovaciones. Para el procesamiento de los recursos naturales se necesitan máquinas, mano de obra especializada y otras actividades que van con la cadena productiva para agregar valor.
En paralelo, la estructura productiva debe adaptarse a los cambios del mercado interno, que ha girado hacia un consumo masivo que exige nuevos productos de alta calidad a bajo costo. Para lograrlo, también es necesario tenar máquinas, equipamientos y una logística que ayude a organizar la producción a gran escala… eso también es parte del proceso de innovación, en el sentido más amplio posible, no solo de productos sino también de procesos productivos, de la organización de la producción y de cómo los productos se entregan al consumidor final.
¿Las industrias están incorporando innovaciones?
La mayoría de las grandes empresas en América Latina, en general, están en los países centrales y no tienen interés en desarrollar tecnologías propias en nuestra región. Si bien perciben un aumento de la base de consumo y están introduciendo innovaciones… Nestle, por ejemplo, desarrolló suero de leche en polvo, pero la tecnología que usaron para eso no fue desarrollada en Brasil. Allí hizo el producto, que es más barato, pero todo equipamiento que realmente agrega valor viene de afuera y Brasil paga regalías.
¿Se puede revertir esta situación?
Hoy, la política industrial está muy vinculada a la política de ciencia y tecnología. Antes había planes para la industria y para la ciencia y tecnología, por separado. A fines de 2010, se lanzó el denominado Plano Brasil Maior (Plan Brasil Mayor), que junta ciencia y tecnología con desarrollo productivo, en una tentativa de resolver ese problema. Todavía no hay resultados avanzados, pero se ven más en ciencia y tecnología que en el sector productivo, ya que aumentó el aporte de recursos y se movilizó la estructura de las investigaciones de Brasil hacia temas tecnológicos más avanzados, como la nanotecnología…
¿Eso quiere decir que los investigadores están eligiendo temas que se vinculan más con la producción industrial?
Esa orientación académica para la producción todavía no ocurrió. El gobierno tiene una estructura de incentivos, pero los investigadores no adaptan sus investigaciones a ellos. Durante los últimos 4 años, hubo una renovación de profesores y hay más profesionales que entienden el cambio, pero la academia brasilera todavía está atada al pensamiento de izquierda de la década del sesenta, que rechaza cualquier cosa que esté a favor del mercado… Ese es un problema, por eso digo que el tema no es si el Estado tiene que estar o no. El Estado tiene que estar, pero no puede encargarse de todo…
¿Qué cosas podría hacer o está haciendo el Estado en este sentido?
El gobierno no puede decir lo que un investigador debe estudiar, pero sí determinar la estructura de incentivos para la investigación… La ciencia y la tecnología ya están cambiando, no tienen productos todavía, pero sí una orientación de investigaciones más ajustadas a las demandas productivas… Además, las universidades federales tienen una oficina para auxiliar la transferencia de tecnología –llamada NIT, Núcleo de Innovación Tecnológica– y un registro de patentes.
¿Como gran institución estatal de investigación agraria, qué rol juega Embrapa?
Embrapa montó prácticamente un sistema de innovación en alimentos, tiene un centro de investigación y fomenta la investigación en las universidades. Tiene diferentes actores, la empresa, los bancos, los financiadores, el propio gobierno, y una reglamentación institucional que regula cómo es la relación entre esos actores y, lo más importante, la base de conocimiento que ese sistema está encarando.
¿Cómo regulan o protegen esa base de conocimientos que genera el sistema?
Cuando la empresa es grande, se hace un contrato por la licencia de uso, que se le paga a Embrapa. Pero cuando es una empresa pequeña, no paga nada.
¿Y qué ocurre con las pymes, cuáles son sus posibilidades de incluir centros de investigación y desarrollo o de vincularse con la academia?
Ese es un problema. Las grandes empresas tienen sus medios para garantizar la rentabilidad. Las pymes de Brasil son casi autónomas y el Estado tiene un poder muy grande sobre ellas. En el pasado, la inestabilidad institucional generó una clase empresarial que solo piensa a corto plazo, que no invierte. Pero la innovación es inversión constante.
Recientemente, el gobierno creó una serie de incentivos fiscales y una ley de innovación que les permite reducir sus impuestos si invierten en investigación… pero el cambio de la mentalidad y la cultura empresarial no es inmediato, va a llevar un tiempo hasta que las pequeñas empresas incluyan dentro de sus estrategias empresariales a la innovación. Hoy, las estrategias de las PyMEs son puramente de supervivencia y ven a la innovación como un gasto, no como llave para la superación y la competitividad.
[size=xx-small]TSS">http://www.unsam.edu.ar/tss/]TSS[/url] - Septiembre 2013