El país vaciado. Uruguay: sobre la necesidad de una revisión de las expectativas
Lanzarse a un recorrido por Europa es aleccionante y removedor. Sirve para escapar de la cotidianeidad y para enfrentarse con la pujanza del primer mundo, plagado de problemas, de luchas intestinas, de sufrimiento y desigualdades, pero también de una cantidad de temas superados que, en Latinoamérica, parecería que son, todavía, difíciles de sortear. Un primer mundo que se convierte en un oasis espejado para miles de uruguayos que, agravando nuestra catástrofe demográfica, se siguen (y seguirán) yendo del país, sin que aquí nadie absolutamente nadie esboce siquiera un atisbo de política destinada a revertir el fenómeno de vaciamiento.
Vivimos un proceso de muerte lenta de nuestra seguridad social que comenzará con el tiempo a reiterar lo que hoy está ocurriendo con de Caja de Jubilaciones Bancarias, en donde se verifica una relación activo-pasivo tan negativa, que el déficit de la institución la ha convertido en inviable. Claro, el fenómeno de los bancarios, acostumbrados a prestaciones altas, es distinto al que viven los jubilados que están amparados por el Banco de Previsión Social, con mucho más austeras remuneraciones. Es que los bancarios vivieron períodos en que el sector fue el centro de un negocio de incalculables ganancias, ya que manejaban en buena medida muchos millones de dólares que venían del exterior, proceso que se modificó y trastocó la relación activo-pasivo de un mes para el otro como consecuencia de la brutal crisis del 2002, que ahuyentó a los “inversores” extranjeros y terminó con la banca de capital nacional.
En el medio quedó la Caja de Jubilaciones Bancarias, recibiendo a centenares de nuevos jubilados y, a la vez, achicando el volumen de aportes de los reducidos activos que pudieron sobrevivir del colapso más grande de la historia financiera del Uruguay.
¿Qué solución existe para una situación que está vinculada a una realidad nacional, de la que esta situación es solo una muestra, cuyo final parece ineluctable? ¿Cómo revertir el problema central de la seguridad social en el Uruguay si no se cambian de inmediato las coordenadas demográficas y la población, en lugar de estar estancada, comienza a crecer de manera importante y aumentando el mercado interno, se multiplica el trabajo y, por supuesto, el número de aportantes al BPS?
Cuando uno se interesa en el tema demográfico y se introduce en cualquier buscador de Internet, se dará cuenta de cual es otra realidad uruguaya. La cantidad de informes que existen sobre el punto, de trabajos, de análisis, de mediciones de población, etc., y desde el año en que se vienen haciendo. El diagnóstico está claro, es terminante, pero ¿el tratamiento?
Y esa información gigantesca no es nueva ni apareció durante este gobierno. Es evidente que algún organismo internacional destinó fondos más de una vez para financiar esas investigaciones que se reiteran y multiplican. Pero, ¿han servido para algo? Surge con evidencia que el tema demográfico es uno de los más graves que afectan a un país que, para los extranjeros, ya tiene la característica de “no tener gente”.
Pero, paralelamente: Usted puede buscar y rebuscar, analizar en la red de redes, o en las bibliotecas en donde se apilan las intervenciones de los políticos, o rastrear en la prensa, que políticas se han intentado para revertir la situación. Por supuesto, no encontrará nada, solo medidas como la austeridad en las prestaciones del BPS, que lleva a la mendicidad a los jubilados, que sirven quizás para alargar una larga agonía que, sin soluciones de fondo, igualmente terminará en la muerte anunciada del sistema, dejando por el camino, por supuesto, a miles de víctimas en harapos. Lo que el gobierno de Julio María Sanguinetti llamó reforma de la seguridad social, con medidas obviamente “sopladas” por el Banco Mundial.
Ni a Sanguinetti, en su momento, ni a ningún otro gobernante se le ocurrió, por supuesto, tratar de revertir el grave problema de fondo, que está en los pocos hijos que tiene una clase media temerosa del futuro, acosada por continuas inestabilidades, alentando a la “familia numerosa”, que claro, no se resuelve solo (como en España) con un cheque de 2.500 euros por hijo, sino con expectativas de progreso, con un país que sea “habitable”, en que los niños primero, los adolescentes después, y los trabajadores al final, puedan realizarse y progresar.
Hace pocas horas me decía una persona que de aprobarse en España la ley que convierte en ciudadanos a los nietos de los españoles, lo que determinaría la posibilidad del pasaporte de la comunidad para muchos miles de uruguayos que por línea sanguínea pasarían a tener la nacionalidad ibérica, el proceso migratorio tendría un empuje impresionante. Claro, mi amigo, sacaba una conclusión empírica de un proceso que puede tener otras alternativas porque, es evidente, que España, de un plumazo no abrirá las fronteras que hoy trata de cerrar de todas formas para infinidad de latinoamericanos, entre ellos muchos uruguayos, que tratan de encontrar un destino con expectativas de progreso allí. Sin embargo el razonamiento es producto de una situación conocida, en que el flujo de jóvenes que pierde el país sigue siendo atroz, sin que aquí se ofrezcan salidas y se llegue a la exageración de castigar con el tan discutido impuesto a la renta a sueldos y jubilaciones que son algo más de la cuarta parte de la canasta básica de alimentos.
Claro, debemos reconocerlo también. En un párrafo anterior hablamos del oasis espejado que, en ocasiones, nos deslumbra del mundo desarrollado, en donde todo lo que brilla es oro. Cuando se discutía el impuesto a la renta el ministro de Economía abrió una dirección de Internet del Ministerio para que se hicieran sugerencias y, por supuesto, que nosotros las hicimos. (alguna vez las reiteraremos públicamente) y muchas de ellas tenían que ver con el mínimo no imponible que entendíamos exiguo. No decimos esto para alardear de “pitonisos” ni mucho menos, lo señalamos como un dato más en este intrincado panorama tan difícil, en que, lo creemos fehacientemente, todas las medidas que se tomen (inclusive este impuesto), tendrían que estar dirigidas a mejorar las expectativas de la gente, a abrir esperanzas y a determinar decisiones que alguien debe implementar con políticas adecuadas que alguna vez se tienen que poner en marcha. Si confiscamos parte de la capacidad de ahorro de los sectores medios, obviamente, reduciremos las expectativas y ampliaremos las posibilidades de que los que ven como salida irse, lo hagan.
Si no existe una política de aumento de la población y se mejora el nivel de vida de la gente, para que los jóvenes no se dejen llevar por los cantos de sirena del primer mundo, donde también se trabaja 14 y 16 horas, en restaurantes de primera categoría, para que el personal pueda sacar un salario adecuado con el nivel de vida que, tiene un costo redoblado.
¿Madurez metodológica o experiencia?
Existe una evidente madurez metodológica en la izquierda europea, en donde los temas electorales (o sea, la de los grupos que se perfilan para usufructuar las mieles del pasajero poder institucional), tienen un lugar pero no hacen sucumbir, como en Uruguay, todos los otros resquicios de la vida política.
Vivimos en Séte un fin de semana aleccionador en la llamada Universidad de Verano, organizada por “Utopía”, grupo de reflexión en que participa gente del PS Francés, Verdes e independientes.
Allí el análisis es sobre temas reales, buscando soluciones de fondo a proponer luego a través de un libro que se está editando. Hay acuerdos y desacuerdos, pero en los análisis no existen los pujos electoralistas que paralizan a los uruguayos, que destrozan los sectores políticos por los intereses particulares de los grupos de perpetuarse en cargos, objetivo que solo obtendrían de lograr el gobierno un personaje determinado, no aparecen en ninguna circunstancia.
Nos preguntamos mirando al Uruguay ¿Así puede funcionar una colectividad política? ¿Una colectividad humana? ¿Cómo solucionamos los gravísimos problemas energéticos que tiene el país, la drogadicción creciente, la pobreza, si en lugar de estudiar caminos para ello, la “clase” política se enfrasca en una lucha por candidaturas presidenciales tras las que, obviamente, existen perfilismos sin siquiera admitir (por supuesto que en esta etapa no se hará) que existe también un problema generacional gravísimo y que el país se sigue vaciando de la población más joven que no encuentra esperanzas dentro de los márgenes de nuestra República.
De seguir este proceso: ¿Quién sostendrá la seguridad social esencial recurso para un país de viejos?
*Periodista y escritor. Secretario de redacción del diario La República y del suplemento Bitácora en Montevideo, Uruguay.
Fuente: [color=336600]ARGENPRESS – 05.11.2007[/color]