El régimen post Bush, un pronóstico
Resulta – y la persona informada ya debiera saberlo – que una pequeña camarilla de familias acaudaladas es la que esencialmente posee y dirige EE.UU. – la que posee y controla la Reserva Federal. Los Rockefeller son miembros obvios y bien conocidos de esta camarilla, pero hay otros menos conocidos, no todos estadounidenses, y algunos cuya identidad sigue siendo hasta hoy un secreto cuidadosamente guardado. Ni siquiera sabemos exactamente quién lleva la voz cantante.
Esa ha sido la naturaleza de nuestra ‘democracia’ desde 1913, cuando la Ley de la Reserva Federal fue aprobada furtivamente por el Congreso durante un receso navideño, por los mismos que financiaron la campaña de Woodrow Wilson y que se convirtieron en los propietarios privados del nuevo todopoderoso banco central. La primera iniciativa de importancia de esos sujetos, los antepasados de la actual camarilla gobernante, fue financiar ambos lados en Europa durante la Primera Guerra Mundial, y luego complotar para realizar la entrada de EE.UU. en la guerra justo a tiempo para inclinar la balanza a favor del lado preferido por la camarilla – el mismo patrón que posteriormente caracterizó la Segunda Guerra Mundial.
Desde ese momento la política de EE.UU. ha estado firmemente en manos de la camarilla original de la Reserva Federal y sus descendientes. Los medios dominantes también están dominados por la misma camarilla, de modo que nunca se permite que la opinión pública interfiera con sus objetivos fundamentales. Los medios pueden ser utilizados para apoyar a los presidentes establecidos o para debilitarlos, dependiendo de lo que convenga a esos objetivos. Ningún presidente que se haya vuelto contra esa gente ha sobrevivido durante mucho tiempo en su puesto; lo vimos más recientemente en el caso de Kennedy. Los tentáculos de la camarilla llegan incluso a los escalones superiores de todos los servicios de inteligencia y el Pentágono, y a esos influyentes foros globales, como la OMC, la Comisión Trilateral, y los Bilderberg.
Bush y los neoconservadores han sido simples instrumentos pasajeros de esta camarilla. Sucedió que los neoconservadores impulsaban un paquete atractivo para la camarilla, que prometía hacer progresar algunos de sus objetivos. Al seleccionar a los neoconservadores para que fueran los conductores tras el nuevo gobierno, la camarilla de ninguna manera estaba adoptando la filosofía neoconservadora, ni estaba adoptando todo el paquete del Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense (PNAC). Simplemente estaba empleando un instrumento conveniente tácticamente alineado por el momento con sus intereses. Cualquier instrumento semejante puede ser descartado en todo momento si su conducta se hace contraproducente, o si aparece un instrumento mejor. Siempre hay un Plan B preparado para cualquier instrumento que pueda perder el camino o comience a decepcionar.
Bush, quien probablemente ni siquiera ha leído la agenda del PNAC, fue seleccionado por motivos totalmente diferentes. Sabiendo que la agenda sería muy impopular, la camarilla decidió que sería muy difícil defenderla lógicamente, incluso con un control total sobre los medios. Un presidente articulado e inteligente parecería ser un demente si tratara de defender esas políticas insanas. Por ello, nuestra camarilla pensó astutamente: ¿por qué no colocar a alguien allí que es obviamente un tarado, con toda su pobre alma, para que el público crea que enfrenta la estupidez de un hombre, y no comprenda lo que sucede en realidad? Por cierto Bush, al no tener idea de otra cosa que el golf, los saqueos, la cocaína, y los líos de faldas, tendría que ser mantenido bien lejos de todo rol en la dirección de la Casa Blanca. De ahí la necesidad de tener a Cheney, el verdadero presidente en la sombra, que deja todas las operaciones fotográficas a Bush, que se mantiene fuera del ojo público, y que lleva consigo la Caja Negra del Armagedón dondequiera vaya, algo que sólo los presidentes oficiales han hecho hasta ahora.
Fue el proyecto que entró en operación en la campaña presidencial inicial de Bush. Todo estaba alineado para lanzar una importante empresa imperialista, los preparativos para el 11-S estaban bien avanzados, y ningún poder en la Tierra iba a detener el Show de Bush. Por cierto, Bush el Inocentón iba a ganar, no importa cuánto amaño de votos y mentiras de los medios fueran necesarios, o cuántos jueces de la Corte Suprema se requirieran para cumplir la tarea. Como último recurso no hubiesen titubeado en liquidar a Gore, uno de los suyos, si hubiera sido el único camino para allanar el camino a su hombre, una táctica que utilizaron antes con Bobby Kennedy. Pero ahora existen las máquinas Diebold; todo se puede lograr mediante un solo mensaje de comando informático, especificando qué candidatos han de obtener qué porcentaje de votos en cada circunscripción. Los sondeos de boca de urna han sido abandonados ya que suministran evidencia estadística dura del amaño sistemático.
Los neoconservadores han logrado mucho para sus titiriteros de la elite, y a cambio han recibido mano libre para saquear a su gusto, canalizando todos esos miles de millones de dólares para la guerra de Iraq a sus propios tesoros corporativos y carteras de inversión. Ellos, por su parte, han establecido los fundamentos de un Estado fascista en EE.UU. y Canadá, obtenido las reservas de petróleo de Iraq, construido megabases avanzadas permanentes en Iraq, desestabilizado exitosamente Iraq y lo han preparado para la balcanización, obtenido rutas para gasoductos en Afganistán, restaurado el rentable comercio del opio, y progresado hacia el logro de la capacidad de primer golpe que será necesaria para cuando llegue el momento para enfrentar a Rusia y China. Por cierto, un buen conjunto de logros importante en muy poco tiempo. Pero para nuestra camarilla, la pregunta eterna es: “¿Qué has hecho últimamente para mí, mijito?”
La intención neoconservadora de bombardear Irán fue el momento en el que el instrumento comenzó a decepcionar, y amenazó con perder la ruta. Todo el que pensara seriamente en el resultado de un bombardeo sabía que un ataque rápidamente se saldría de cualquier control – considerando las armas avanzadas suministradas por Rusia al impulsivo Irán, y que el polvorín involucraría a un Israel de tiro fácil, con poderío nuclear, clínicamente trastornado. Por cierto, Rusia y China estarían preparados en una alerta ultra elevada, listos para intervenir con la fuerza debida si la espiral cruzaba ciertas líneas no especificadas trazadas en la arena. Los neoconservadores lo sabían y la camarilla lo sabía. Cualquier ataque contra Irán, por bien planificado, limitado, y ejecutado que fuera, sería jugar a la ruleta rusa con la Tercera Guerra Mundial.
Los neoconservadores estaban dispuestos a dar ese paso, a jugar ese juego, y estaban muy avanzados en sus preparativos, tanto del tipo militar como de las operaciones psicológicas. Es obvio que no los disuadía la posibilidad de una guerra nuclear global generalizada. No tiene nada que ver con la pretendida creencia de Bush en el Apocalipsis y en la ascensión de los elegidos, sino más bien con la evidente creencia de los neoconservadores en que estaban ‘listos para la gran empresa,” copiando directamente una página de Dr. Strangelove [“Dr. Insólito” o “¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú”], con los neoconservadores en el papel de Jack D. Ripper. A diferencia del demencial comandante de base del Comando Aéreo Estratégico, sin embargo, los neoconservadores se vieron obligados a telegrafiar sus acciones, y a la camarilla no le gustó el guión. Sabía que la capacidad de primer ataque no estaba cerca de estar lista, y la ruleta rusa no es un juego que le guste jugar. Sólo lo juega cuando tiene todas las mejores cartas y una participación mayoritaria en el casino.
Así que había llegado la hora de tirar el enjuague al instrumento neoconservador. Fue algo sorprendentemente fácil. El primer paso, dado quién sabe hace cuánto tiempo, fue informar discretamente al Estado Mayor Conjunto de que el proyecto Irán está anulado, no importa qué órdenes puedan llegar de la Casa Blanca o de la Caja Negra. Esta noticia, desde luego, debía permanecer limitada a los presentes, como por cierto sucedió. Una vez que asegurado en secreto el castillo, fue algo trivial plantar las semillas que desharían todo el agriado tren neoconservador, que amenaza con descarrilarse. Un simple pero devastador anuncio de la Inteligencia, unos pocos cuchicheos en la próxima reunión a actores clave de Bilderberg de que se abriría la temporada de caza para el contingente estadounidense, y otras diversas acciones sutiles y bastante fáciles. Cuesta poco, después de todo, derribar un castillo de naipes, particularmente si se apoya en un comodín débil. La camarilla se mantiene invisible, como de costumbre.
Ciertos elementos en la Casa Blanca ya saben lo que está sucediendo, mientras otros parecen seguir pensando que la agenda neoconservadora está a la orden del día. Parece bastante obvio que Cheney lo supo antes, y que tuvo alguna especie de paracaídas dorado en su calceta de Navidad. No he oído ni un graznido de su parte desde que oímos por primera del revés de la camarilla, cuando el anuncio de Inteligencia llegó al conocimiento público. Bush ya se imagina a Cheney como Judas reencarnado, y practica cómo dirá “¿también tú, Bruto?” si se presenta la oportunidad. Sin embargo, es evidente que Bush todavía no ha comprendido que desconectaron su chip, el suyo y el de su compañero Gates; ambos siguen actuando como si el tractor siguiera rodando. Me imagino que caerán como el tipo en la cinta de Monte Python...“Anda, sigue, córtame el otro brazo. Igual te daré una paliza.”
Lo que suceda a continuación será que transferirán las ganancias y prepararán un nuevo argumento. Es decir, no desharán ninguno de los impresionantes (es decir, horribles) logros de los neoconservadores, y a pesar de ello el pueblo estadounidense será llevado a creer que los males son cosa del pasado – la misma práctica estándar que vimos que funcionó tan bien cuando renunció Nixon. Los medios volverán a llenarse de nuevos argumentos, junto con brillantes caras nuevas, inteligentes, confiadas, reconfortantes, empáticas, amantes de la Tierra, más algunas fantasías nuevas – y la experiencia con Bush se desvanecerá de la memoria pública, junto con los resultados del fútbol de la última temporada. Es una ventaja extraordinaria para nuestros gobernantes, el que nosotros, estadounidenses, tengamos una memoria retentiva tan minúscula y poderes tan limitados de observación independiente, en comparación con el resto de la población del mundo. Me imagino que el propósito del crisol era fundir nuestro criterio intuitivo básico.
No es hora todavía para el ataque por sorpresa de las Malvadas Brujas del Este. La guerra basada en el espacio todavía está en la versión Beta. Tampoco es necesario proceder por el momento con el desencadenamiento total de la Gestapo, de las Tropas de Asalto de la SS, de campos de concentración, del trabajo forzado, y todo el asunto. Los neoconservadores han construido diligentemente los fundamentos para todo esto, concretamente y como precedente legal, pero el proyecto ha sido suspendido por el momento y los neoconservadores carecen de misión. Cuando llegue el momento de reanudar el proyecto, será percibido como una nueva reacción ante la aparición repentina de un escenario inesperado, y no se notará una continuidad postergada con la era de Bush.
Sugiero que podremos ver el enfoque del próximo gobierno de EE.UU. si prestamos atención a Al Gore. Anda por ahí predicando el evangelio del cambio climático, y se convierte rápidamente en la nueva cause celebre para la ‘comunidad internacional.’ Es más que una campaña de Gore, estamos ante una campaña apoyada por los medios de masas, por los poderes existentes. Evidentemente se nos prepara para un ‘nuevo show’, después del ‘show de Bush’, y el ‘nuevo show’ tendrá que ver con impuestos y créditos por carbono, nuevas fuentes de energía, coches más eficientes, biocombustibles, y todas esas otras cosas, supuestamente relacionadas con el cambio climático y el pico del petróleo.
A fin de allanar el camino para el nuevo show, parece bastante claro que el nuevo gobierno comenzará con algunas victorias políticas fáciles, limpiando rápidamente algunos de los líos más evidentes heredados de los neoconservadores. El cierre de Guantánamo, y la declaración de que se ha abandonado los vuelos de entregas, lograrían muchos puntos sin un coste real (vuelos secretos y prisiones continuarían sin duda). Iraq ya ha sido desestabilizado y preparado para la balcanización, y las bases permanentes de EE.UU. ya han sido construidas. Otra victoria fácil será que las tropas de EE.UU. se retiren a sus bases y a los campos petrolíferos, que se dé por terminada la guerra, y que Iraq sea dividido en provincias étnicas, dejando que se disputen entre ellas. Todo puede ser mostrado en los medios como una ‘victoria para la paz y la democracia.’
¿Qué entonces, podemos esperar de este nuevo show? ¿Qué consecuencias resultarán probablemente de la implementación del tipo de políticas de las que hablan Al Gore y los medios, en relación con el cambio climático, la independencia energética, etc.? ¿Qué trata de lograr realmente nuestra camarilla gobernante?
En el ámbito general, es obvio que este tipo de políticas no involucra cambios fundamentales en el modo como operan nuestras sociedades. Todavía tendremos coches, sólo serán un poco más eficientes, y pagaremos más por combustible e impuestos para operarlos. Todavía embarcaremos productos desde China que podríamos producir localmente, y todavía dependeremos de transportes por camión a larga distancia. Todavía utilizaremos métodos agrícolas que dependen en gran medida del petróleo, para tractores, fertilizantes, y pesticidas. La investigación y el desarrollo de nuevas fuentes de energía conducirán a numerosos subsidios gubernamentales, y pueden conseguirnos un poco más de energía, pero ni de cerca suficiente para reemplazar el petróleo. Mientras nuestro transporte y otras infraestructuras siguen básicamente sin cambio, seguiremos siendo insostenibles, dependientes del petróleo, y ninguna de las iniciativas del tipo sugerido por Gore cambia el cuadro energético general, el cuadro del carbono, o el cuadro del clima de algún modo significativo.
A fin de comenzar a descubrir cuál es la verdadera agenda tras las políticas del tipo propuesto por Gore, miremos primero un ejemplo: los biocombustibles. La producción de biocombustibles no asegura una fuente nueva de energía, también arrebata tierra a la producción de alimentos. Como consecuencia del mercado de biocombustibles ya existente, los precios de mercado de granos y otros biocombustibles potencial ya están siendo impulsados por los precios de la energía. Por ello, los precios globales de alimentos están aumentando rápidamente, mientras al mismo tiempo se reduce el área para la producción de alimentos. Estas dos cosas aumentarán directa y drásticamente el hambre y la inanición en el mundo, particularmente en las regiones más pobres. Un gobierno inspirado por Gore promoverá una expansión de los programas de biocombustibles a escala global, y se felicitará por sus nobles hazañas en el ahorro de petróleo.
Todo esto ocurrirá en un contexto en el que enfrentamos en general una crisis global alimentaria. No hemos visto muchos titulares sobre este tópico, pero el mundo está al borde de una gran crisis alimentaria. Los depósitos de reserva para emergencias están de capa caída, los niveles de producción han bajado, las malas cosechas aumentan, etc. Es un cuadro muy triste incluso sin biocombustibles.
En este contexto, la consecuencia neta de una agenda importante de biocombustibles equivale a un genocidio intencional. Innumerables millones morirán de hambre en el tercer mundo para proveer un poco más de combustible a las naciones industriales con su sobre-consumo, aparte de los innumerables millones que ya están muriendo. El pequeño aumento de energía es tan pequeño en comparación, que debemos aceptar que la agenda de los biocombustibles tiene que ver sobre todo con genocidio. Sin embargo, cuando comencemos a leer sobre el estallido de nuevas hambrunas, tal vez en Brasil donde los biocombustibles ahora entran en producción masiva, los titulares culparán a las sequías, o a las malas cosechas, o utilizarán alguna otra excusa, como siempre lo hacen. Mientras tanto sentiremos un ‘brillo verde’ cada vez que llenemos nuestro Prius con biocombustibles, ignorando el daño que estamos haciendo. Y tal vez donaremos a Oxfam, o adoptaremos a algún niño del tercer mundo y le enviaremos cartas.
La agenda de Gore es simplemente imperialismo genocida oculto tras una nueva máscara, un nuevo show. En lugar de matar indios matando sus búfalos, mataremos poblaciones eliminando su acceso a los alimentos por otros caminos. Una vez más, ‘ellos’ deben ser sacrificados para que pueda continuar ‘nuestro’ modo de vida, y expandir. Podríamos señalar que más iraquíes murieron bajo las sanciones de Bill Clinton que los que han muerto en la actual guerra de Iraq. En los días de Bill Clinton, el modelo era el genocidio invisible, en lugar de la variedad más violenta de Bush. Aparentemente en los días de Hillary Clinton volveríamos al modelo invisible anterior.
Evidentemente las consecuencias de una agenda de Gore son genocidas, pero se podría preguntar si se trata de un resultado primordial intencional. He estado sugiriendo que lo es, y pienso que es necesaria más elaboración al respecto. Todavía no he justificado muy bien el caso. Simplemente he presentado parte de la evidencia y sugerido un modelo. A fin de obtener una perspectiva adecuada del problema, tenemos que echarnos atrás un poco, y considerar el cuadro mayor del mundo industrializado frente al tercer mundo, ante una amplia gama de crecientes carencias de recursos – la perspectiva estratégica de nuestra camarilla gobernante.
Parece muy claro que las naciones industrializadas no se proponen cambiar la ruta básica en la que se encuentran, o abandonar el capitalismo. Sólo podemos esperar más crecimiento industrial, más consumo de energía, la continuación del uso de métodos agrícolas intensivos en energía, etc. Las curas energéticas de la agenda de Gore no hacen una diferencia significativa en este cuadro, simplemente afirman la intención de continuar como hasta ahora.
La única manera como el Norte industrializado puede seguir por este camino es apoderándose de más y más de la tierra, el agua y los recursos del tercer mundo, para su propio uso. Como el apetito industrial de recursos sigue creciendo a un ritmo acelerado, y como aumenta cada vez más la presión sobre nuestros recursos globales, veremos una rapidísima expansión del hambre en el tercer mundo – la globalización de hambrunas a una escala africana. Es inevitable que sea así si el Norte permanece en su ruta actual, es de poca consecuencia que tengamos políticas al estilo de Gore o algún otro tipo de políticas.
Esta ‘inevitabilidad’ de muertes masivas en el tercer mundo es bien conocida por los que dirigen a las naciones industriales. Desde la perspectiva de las alturas del poder, la pregunta se convierte en: “¿Cómo podemos manejar esas muertes para que causen una mínima alteración en la economía global, y para que no provoquen demasiada protesta pública?” Desde luego, una vez que se comienza a administrar la muerte, se comienza a participar en genocidio, es decir, la organización de la muerte de ciertas poblaciones en lugar de otras.
El modelo para la estrategia de gerenciamiento ha quedado muy claro en África Sub-Sahara, donde han ocurrido todas esas guerras civiles, atrocidades genocidas, sequías, y hambrunas. Poca gente se da cuenta de que esos desastres han sido sistemáticamente impuestos a África, mediante los requerimientos del FMI, programas clandestinos de desestabilización, negación de atención médica, la distribución generalizada de armas automáticas, las manipulaciones de bancos internacionales, la dedicación de tierras y agua al consumo del Norte, y suma y sigue. Las fuerzas del mercado no sólo matan de hambre a África, sino el proceso está siendo acelerado por intervenciones genocidas encubiertas.
En África vemos un Holocausto a plena escala, un masivo programa genocida en progreso, o tal vez debiera decir que no lo vemos. Porque en los medios no pasa nada semejante. Leemos que ‘conflictos tribales han estallado,’ pero no nos dicen nada sobre los dos atentados de la CIA por los que se culpó ‘al otro lado,’ y que provocaron la confrontación, una confrontación que podría convertirse en una guerra civil. Leemos de una hambruna debida a la ‘sequía,’ y no se nos dice que habría agua abundante si no fuera porque las plantaciones de café para la exportación utilizan toda el agua local. No vemos el genocidio, vemos a africanos afectados por miserias desafortunadas, todo debido a los caprichos de Madre Natura.
Por lo tanto se hace claro el modelo del gerenciamiento de las muertes. Ha sido ensayado satisfactoriamente en África, y podemos esperar que el modelo probado sea empleado en el futuro. Eligen una población que consideran ‘redundante,’ emprenden un programa de adquisición de los recursos de esa población, y luego, para acelerar el proceso de remoción inician diversos actos encubiertos de genocidio. De esta manera, la población del mundo puede ser reducida poco a poco, y de modo gerenciable, ya que el Norte necesita gradualmente la utilización de TODOS los recursos del mundo para su uso exclusivo. Por desgracia para el Norte, ni eso será suficiente para permitir continúe el crecimiento industrial. El Sur es asesinado sólo para que el Norte insostenible pueda continuar por su camino durante algún tiempo más.
Mientras tanto, los medios en el Norte presentan un cuadro en el que sólo la naturaleza causa las hambrunas, y el papel del Norte es siempre el suministro de ayuda, en la medida de lo que sea posible. Espectadores preocupados reciben números convenientes a los que pueden llamar, para que puedan librarse de su preocupación con una simple donación que ‘salvará a un niño’, o ‘dará una cabra a una familia.’ Aquí no hay genocidio; somos los buenos. No ves nada malo, siéntete bien. A propósito, ¿no son terribles las hambrunas que pasan en esos países?
Las políticas al estilo de Gore no son sólo genocidas, son formidablemente genocidas. Cuando comienzan a sacar cantidades masivas de tierras de la producción alimentaria, y causan un aumento sustancial en los precios de alimentos en el globo, ante una situación alimentaria mundial que ya está bajo presión, podrían causar en muy poco tiempo – una temporada de malas cosechas – una hambruna de una escala nunca antes vista. La gravedad del resultado dependerá enteramente de la agresividad con la que el nuevo gobierno imponga la agenda al estilo de Gore. Han convertido el genocidio en una ciencia, con parámetros ajustables.
Al parecer, después de ensayar en el terreno las tácticas del Holocausto en África Sub-Sahara, hay que tomar una decisión para globalizar el programa. Para hacerlo, las políticas al estilo de Gore tienen el potencial de ser el Arma de Destrucción Masiva adecuada, el equivalente en el juego de la hambruna a las bombas nucleares en el juego de la muerte por el fuego. La decisión de globalizar fue evidentemente tomada hace algún tiempo, sin duda justo antes de que le pidieran a Gore que realizara “Una Verdad Inconveniente.” La película fue la primera señal de la dirección que tomarían los vientos, el primer anuncio del “nuevo show.”
La misión primordial del gobierno de Hillary, bajo la bandera de ‘hacer algo respecto al cambio climático y al pico del petróleo,’ sería evidentemente que se emprenda una masiva toma de recursos en el Sur del globo, llevando a la eliminación selectiva y masiva de ciertas poblaciones mediante la hambruna. En otras palabras, la misión es expandir a todo el globo el modelo de matar de hambre a África, un proceso al que contribuirán los acostumbrados sospechosos tenebrosos en sus papeles desestabilizadores de costumbre.
Mi gran temor durante el régimen de Bush fue el probable ataque contra Irán... ¿o fue que se diera rienda suelta a la Gestapo? Fue una situación peligrosa en esos días tenebrosos. Ahora estamos al borde de un régimen inclinado al genocidio en una escala que haría pasar vergüenza a los nazis. Yo sugeriría que escapamos de la sartén para caer en el fuego.
Espero que nadie por ahí tenga algunas nociones románticas sobre el nuevo gobierno, y espero que todos se den cuenta de que el proceso político nunca podrá ser utilizado para solucionar nuestros problemas; de hecho ese sistema es el núcleo de nuestro problema. También espero que todos tengan claro que el genocidio global es una consecuencia inevitable de la continuación de este insano sistema capitalista, se esté de acuerdo o no con la mayor parte de mi análisis. Y a fin de cuentas, el capitalismo no podrá durar eternamente.
Sólo cuando se haya llegado a ese profundo nivel de desesperanza, en el que no se ve ninguna salida de escape, se podrá ver suficientemente claro como para comenzar a ver la raíz del verdadero problema. El verdadero problema, amigos, reside en el hecho de que vosotros y yo no tenemos ninguna influencia en la manera como son dirigidas nuestras sociedades. Cualquiera de nosotros tiene más sentido común que la gente que dirige las cosas, y ciertamente tenemos más consideración por nuestro prójimo. Nuestro problema reside en nuestra propia impotencia, en que dejamos el poder en manos de aquellos que siempre abusan de él, de una u otra manera, en una época tras la otra.
Nuestro reto como especie sensible, y nuestra respuesta si tratamos de hacer algo respecto a la agenda de crecimiento a través del genocidio, es comenzar a obtener el poder necesario, nosotros, gente de a pie, sin referencia al inútil proceso político. Cómo lograr ese proceso de empoderamiento debe ser el objetivo de nuestras investigaciones, y el logro de ese empoderamiento debe ser el centro de nuestro activismo.
*Richard Kelly Moore, irlandés. Su último libro es: “Escaping the Matrix: how We the People can change the world”. richard@cyberjournal.org
Fuente: [color=336600]Globeresearch / Rebelion – 06.01.2008[/color]