El retorcido negocio de comprar revistas científicas: "Me ofrecieron 300.000 dólares"
Algunas empresas se dedican a comprar publicaciones y revenderlas a grandes editoriales científicas, que aprovechan su prestigio para ampliar su negocio cobrando por publicar el contenido
Las malas prácticas no dejan de acumularse en el sistema científico. Compartir el conocimiento a través de artículos revisados por pares es uno de sus fundamentos, pero últimamente el fraude parece asomar por todas partes: revistas que publican cualquier cosa a cambio de cobrar importantes sumas de dinero, empresas que elaboran estudios falsos y los venden al mejor postor, investigadores que engordan sus currículos aprovechándose de los puntos flacos de todo este entramado y otros que se ven obligados a trabajar gratis o regalar horas.
Menos conocida es la última vuelta de tuerca de este negocio: la compra de revistas científicas por parte de empresas que acaban vendiéndolas a grandes editoriales. Pandelis Perakakis, profesor del área de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), se quedó muy sorprendido cuando recibió un correo electrónico en calidad de responsable de la revista Psicológica, que edita desde 1998 la Sociedad Española de Psicología Experimental (Sepex). Una empresa con sede en Singapur le ofrecía adquirir esta publicación, de manera que todos los derechos legales serían cedidos a un nuevo editor. ¿A cambio de qué? El punto de partida de las negociaciones era de 80.000 dólares. “Conozco mucho otros aspectos de este negocio, pero esto nunca lo había imaginado”, afirma en declaraciones a El Confidencial, “así que me propuse tirar del hilo”.
Tras concertar una entrevista online con el CEO de esa empresa, no solo pudo comprobar que la propuesta iba en serio, sino que su interlocutor elevó la oferta hasta los 300.000 dólares. La cantidad llama más la atención teniendo en cuenta que Psicológica está clasificada como Q4. Al hacer un listado de todas las revistas de un área y ordenarlas de mayor a menor por su índice de impacto, se dividen en cuatro cuartiles (Q1, Q2, Q3 y Q4) según su importancia, aunque este índice no siempre es representativo de la calidad. Es decir, en este caso, la publicación de la Sepex está entre el 25% con menor relevancia dentro de su campo de estudio y, a pesar de todo, la misteriosa compañía asiática estaba dispuesta a pagar por ella una cantidad que los científicos españoles no suelen manejar ni en sus mejores proyectos de investigación.
¿Por qué tanto interés en una modesta publicación? ¿Cuánto están dispuestos a desembolsar por la compra de otras revistas de mayor prestigio? Lo cierto es que no es un caso aislado. Desde que Perakakis publicó este caso en redes sociales, otros responsables de revistas y expertos del ámbito de la publicación científica le han confirmado que este tipo de ofrecimientos se han convertido en habituales, aunque muchos no se toman en serio la oferta o, simplemente, no responden, sin indagar más allá.
Trabajando en el laboratorio. (EFE)
Sin embargo, el profesor de la UCM quería conocer cuál era la intención oculta de la empresa de Singapur. Frente al modelo clásico de revista científica, Psicológica no cobra ni a los autores de los artículos ni a los lectores, ya que pertenece a un modelo de acceso abierto sin tasas conocido como diamond open access. A pesar de todo, el CEO no puso ninguna objeción. “Lo único que querían era cambiar la titularidad de la revista, nosotros podíamos seguir con nuestro trabajo y con el mismo nombre, vinculado a la sociedad científica”, explica. Entonces, ¿qué ganarían los nuevos dueños?
Su estrategia es comprar una gran cantidad de revistas para luego venderlas a alguna de las grandes editoriales, como Elsevier, Wiley o Springer. Estos gigantes de la publicación científica ofrecen paquetes de revistas, algunas de gran prestigio, que todo el mundo quiere consultar, pero también otras que sirven para rellenar y aumentar el precio de todo el pack. “Este procedimiento era conocido, lo que yo no sabía es que el proceso de compraventa previo se lo encargan a otras empresas más pequeñas. No te llama directamente la editorial grande, lo que generaría más resistencia, sino una pequeña empresa que parece ser honesta y que, aparte de ofrecerte una gran suma, dice que te deja seguir con tu trabajo”, comenta.
Artículo de investigación. (EFE)
El problema es que, en realidad, a la hora de la verdad “tienen el derecho a venderte a un gigante, al que acabas perteneciendo casi sin darte cuenta”. De hecho, el responsable de la compañía de Singapur “me dijo textualmente que estaban construyendo un imperio”, relata el profesor de la UCM, “no sé si para venderlo o para fusionarse, pero querían hacerse con unas 100 revistas”. Aunque no pudo confirmar más detalles, Perakakis sospecha que probablemente tengan acuerdos previos con alguna editorial, ya que la inversión para lograr este objetivo es enorme.
La raíz del problema
Las editoriales grandes tienen cogida por el mango la sartén del sistema científico. Antes, sus clientes eran las bibliotecas universitarias o de centros de investigación, que no tenían más remedio que suscribirse porque los científicos necesitan consultar las novedades de sus respectivas disciplinas. Ahora, ha cambiado el negocio y son los autores de los trabajos que se publican quienes sostienen el modelo, aunque lo hacen indirectamente, a través de las agencias y entidades gubernamentales que financian la investigación. Por ejemplo, “cuando pides un proyecto a Europa, te dan una partida para publicar en las revistas”, apunta el investigador.
Biblioteca universitaria. (EFE)
Publicar artículos es la manera de evaluar y validar el trabajo de los investigadores. Las editoriales se aprovechan de esa necesidad, aunque en muchas ocasiones los estudios sean de dudosa calidad. Su objetivo es publicar una gran cantidad de artículos para sostener el negocio, lo que coincide con los intereses particulares de los científicos, que indirectamente pagan por ello, pero se contrapone con los verdaderos intereses generales de la ciencia y de la sociedad, que deberían fomentar la investigación de buena calidad para conseguir verdaderos avances.
Desde comienzos del siglo XXI, el movimiento de acceso abierto y gratuito trata de buscar un mejor modelo, pero las editoriales han conseguido adaptar esa idea para sostener su negocio, cambiando las suscripciones para el acceso por nuevas tasas para quien publica. “La solución ha sido peor, porque antes, al menos, los investigadores podían publicar donde querían”, apunta. En cambio, ahora las opciones son limitadas, ya que las agencias de financiación, que son las que cubren esos costes, solo llegan a acuerdos con determinadas editoriales (sin transparencia, denuncian los expertos), generando monopolios y obligando a los científicos a dar a conocer sus trabajos solo en determinadas revistas.
"Pueden hacer lo que quieran"
En este contexto, ¿qué pasa cuando una revista acepta su venta? “El CEO me envió los enlaces de otras revistas para convencerme de que no pasa nada, de que mantenían su nombre y su funcionamiento y que no ha habido ninguna repercusión negativa”, comenta Perakakis. Aunque finalmente admitió que la venta era el objetivo final, “en un primer paso no cambia nada, nosotros seríamos la revista de la Sepex y seguiríamos con nuestro modelo”, pero “una vez que pasas a ser propiedad de la editorial grande, tienen el poder de hacer lo que quieran”.
Por ejemplo, pueden aprovecharse del prestigio de la revista para incluirla en sus servicios dentro de un paquete de publicaciones, pero también cambiarla de nombre o empezar a cobrar por ella. “Lo que les interesa es que estamos indexados por las agencias que elaboran el factor de impacto”, destaca el profesor de la UCM. A partir de ahí, podrían cambiar el modelo para ser de pago o pasar de publicar 15 artículos al año a publicar 500. No les faltarían clientes, porque “el mercado internacional de investigadores que necesitan publicar es enorme, pero si empiezas de cero pueden pasar años hasta que una agencia de indexación acepta una nueva revista y, de esta forma, ya la tienes”. Incluso si los cambios afectan a esa clasificación, pasará el tiempo suficiente como para que la revista haya hecho un buen negocio.
Frente a estos abusos, muchos investigadores se están moviendo, incluyendo los responsables de Psicológica. “Publicamos la revista en el repositorio del CSIC, financiado con dinero público, una colaboración entre investigadores y la comunidad de los científicos de la documentación. Nosotros optamos por esta vía, que demuestra que no necesitamos otra infraestructura externa”, explica. El modelo que proponen, basado en la colaboración entre instituciones públicas y asociaciones científicas (en este caso, los psicólogos experimentales de España), evita pasar por las editoriales y, según explican, es viable y está ganando adeptos.
El confidencial - Noviembre 2023