Elecciones en Francia: Bayrou y el “extremo centro”
La negativa de S. Royal hizo salir de la madriguera a esta sorprendente ofensiva a favor de un acercamiento entre la tendencia de derecha del PS y la UDF que ha traído consigo la fulgurante ascensión de Bayrou. So ha podido oír incluso que un “extremo centro” reclamaba su derecho de existencia. Fue el mismo Bayrou quien pronunció la frase a mediados de febrero de 2007. Luego, un “manifiesto de los Gracos” ha venido a acompañar ese neologismo extravagante del “extremo centro”, del que inmediatamente se hizo eco la prensa de derecha, por ejemplo, el diario Le Point del pasado marzo.
Paralelamente, una tendencia de la “izquierda de la izquierda” cabalgaba este nuevo caballo en ascenso en forma de textos y de nuevos conceptos tan falsos como rutilantes. Se ha podido leer que la ocasión para desembarazarse simultáneamente de Sarkozy y del PS consistía en “osar” el voto, calificado por algunos hasta de “revolucionario”, a favor del señor Bayrou, cabeza de un partido de derecha lo suficientemente bien conocido hasta ahora para que nadie lo confunda con las fresas de los bosques.
¿O es que se ha olvidado ya que el proyecto de “tratado constitucional europeo”, del que nos libramos gracias a la victoria del NO en el referéndum, era el producto del espíritu, fértil en despotismo, del señor Giscard, miembro eminente del mismo partido que el del señor Bayrou?
¿Cómo es posible que una tendencia de sedicente “izquierda de la izquierda”, sabiendo que el despatarrante proyecto del “extremo centro” había sido cocinado en la sombra por una tendencia de derecha del PS y por la UDF misma, haya podido embarcarse en eas inquietante dirección? Hay un enigma aquí...
Viene, este «extremo centro», ligado a las palabras «manifiesto» y «Gracos» por la historia.
He aquí cómo: hará un par de años, me hallaba yo en un seminario del Instituto de Historia de la Revolución Francesa, en la Sorbona, y escuché a un historiador del período del Directorio (1795-99).
Ese período estuvo marcado por un gran confusionismo, llevando a cabo los Directores una política contrarrevolucionaria caracterizada por la destrucción de las instituciones democráticas del período de la Montaña. Se lanzaron a una política de guerra de conquistas. En Europa, abandonaron a generales dispuestos a disponer de imperios a su aire la dirección de las operaciones militares. Sabemos que ganó el “mejor”, que fue Bonaparte, quien había conquistado ya Italia haciendo vivir a su ejército a costa del país conquistado. Cuando fue lo bastante poderoso, puso fin a ese régimen muelle que había sido el Directorio gracias a un golpe de estado militar sostenido por algunos sólidos banqueros.
La política del Directorio trató de camuflar sus objetivos por la vía de multiplicar los falsos conceptos, repitiendo que no había ni izquierda ni derecha, pero tratando de hacerse pasar por “un poco de izquierda”. Es sin duda la razón por la que el historiador que disertaba sobre esa época creyó pertinente el empleo de la extraña expresión del “extremo centro”: evocaba ese confusionismo “centrado”, si se me permite, en el “ni”; ni derecha, ni izquierda.
Al acabar la disertación, pedí al autor que precisara lo que entendía por “extremo centro”, pero no conseguí una verdadera aclaración.
Por mi parte, quedé tocada por esa inverosímil expresión, de la que durante mucho tiempo me he reído. Hasta mediados del pasado febrero, cuando la escuché y por boca de Bayrou!
Y menos de un mes después, el Manifiesto de los Gracos sale en el diario de derecha Le Point (22 de marzo de 2007). “Manifiesto” y “Gracos” remiten al período termidoriano que siguió a la caída de la Convención de la Montaña, provocada el 27 de julio de 1794.
Ese período de contrarrevolución incipiente tuvo también sus extraviados. Babeuf fue uno de ellos, y durante seis meses brujuleó por entre la nada y llegó incluso a escribir textos de todo punto contrarrevolucionarios. Sin embargo, ante algunos hechos patentemente contrarrevolucionarios, cambió de punto de vista e hizo crítica de sí propio en su Le Tribun du Peuple, tratando de comprender cómo pudo él mismo dejarse obnubilar.
Babeuf había elegido como nombre de pila el de Graco, en referencia a los hermanos Gracos que, en Roma, concibieron una política redistributiva de las tierras a favor de la plebe.
El Babeuf que interesa a los confusionarios es, a buen seguro, el del período de sus yerros. Un historiador de extrema derecha ha llegado incluso a reeditar uno de los textos de esa época que nada tiene que envidiar a un escrito salido de las oficinas de la contrarrevolución (Babeuf, La Guerre de Vendée et le système de dépopulation, Paris, Tallandier, 1987, introducción de R. Secher.) Un prefacio de Pierre Chaunu nos introduce a la formidable idea, según la cual la revuelta [de campesinos contrarrevolucionarios] en la Vendée fue un “genocidio”, y hasta un “genocidio franco-francés”.
Recapitulo: extremo centro + el Gracchus Babeuf que escribió un Manifiesto de los Iguales, y ya tenemos una pequeña recuperación por los confusionarios del PS y de la UDF, prontos a servirse de hueras « nocioncillas » salidas del Instituto de Historia de la Revolución Francesa eligiendo los eufónicos palabros excogitados por algunos descerebrados rodeados de ignorantes.
Ese es el origen de los “conceptos” que se utilizan ahora contra la democracia y contra un pueblo pauperizado luego de que la clase dominante le haya castigado privándolo de los derechos sociales y de los servicios públicos y condenándolo a la pena capital del desempleo : su tranquilidad, se descuenta como segura.
[i]*Florence Gauthier, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, es catedrática de Historia de la Revolución Francesa en la Universidad de París VII (Jusieux).[/i]
Fuente: Revista Sin Permiso - 09.04.2007