“En esta crisis, las mujeres sufrieron más que los varones”
Referente de la economía feminista, la experta de la OIT Valeria Esquivel, analiza el impacto de la pandemia en las trabajadoras. El escarpado regreso al mercado laboral.
Una de las principales referentes de la economía feminista, la argentina Valeria Esquivel, trabaja en la Organización Internacional del Trabajo como especialista en Género y Políticas de Empleo. Sus últimos trabajos se centran en macroeconomía, desarrollo y empleo y en los impactos de género de la pandemia de COVID 19, para generar políticas de emergencia y de recuperación con perspectiva de género. El organismo internacional organiza este miércoles la primera reunión plenaria de la Mesa Federal de Políticas Económicas con Perspectiva de Género, junto con la la Dirección de Economía, Igualdad y Género, a cargo de Mercedes D'Alessandro en la órbita del Ministerio de Economía. La mesa nuclea a funcionarias y equipos económicos de 20 provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La premisa del encuentro es “Fortalecer la recuperación económica con más igualdad. Avances y desafíos macroeconómicos y sectoriales para cerrar brechas de género en la Argentina con perspectiva federal y feminista”. Desde Ginebra, Esquivel habló con Letra P sobre el impacto de la crisis económica en la actividad laboral de las mujeres, los desafíos de la recuperación y la importancia de la Mesa Federal.
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-¿Se tiene real dimensión de los efectos de la crisis económica en las mujeres?
-Los efectos que podemos ver hoy son los de corto plazo. Los de largo plazo son más difíciles. Por ejemplo, las mujeres jóvenes son las que más se han retirado del mercado de trabajo. En el pasado estudiamos los efectos de scarring (cicatrices), cuando los impactos de una crisis como ésta se mantienen en el tiempo. Según dónde te haya agarrado en tu ciclo vital, tiene impactos de largo plazo en el mercado de trabajo, pero aún no sabemos cómo es el long COVID en términos económicos. Esta crisis es distinta de las anteriores porque, entre otras cosas, le pegó primero a los sectores de servicios, que es donde están las mujeres.
-¿De qué depende una salida más igualitaria?
-La pregunta sobre los efectos moldea el tipo de salida, donde es fundamental el rol y la capacidad de los estados de hacer política, de guiar un renovado dinamismo de sectores que puedan mover la economía y que las mujeres accedan a estos sectores o se trate de sectores feminizados que puedan expandirse. En el discurso a nivel internacional, en Naciones Unidas e inclusive en el del presidente Alberto Fernández cuando abrió el Foro de la OIT, vuelve a ser relevante y casi no se discute el rol de los estados. ¿Cuáles van a ser los efectos de la crisis? No están dados, dependen de las políticas que se lleven adelante.
-Al comienzo de la emergencia sanitaria, se hablaba de que la visibilización de las tareas de cuidado haría imposible omitir el tema a la hora de pensar políticas públicas. ¿Ese optimismo perdura?
-Tengo cierto optimismo. Primero, porque no solo se visibilizaron las tareas domésticas, sino el cuidado en general: la educación y la salud. Se diferenciaron los países que tenían un sistema de salud y trabajadores y trabajadoras de la salud, de los que no. Es más que la visibilización: las demandas de quienes trabajan en esas áreas se hacen más evidentes y los estados tienen más cuidado hoy de recortar gastos. También se hizo visible que las condiciones de trabajo son las que brindan cuidado de buena calidad. Los cuidados entraron en el discurso común, antes casi nadie entendía, era como un código.
-¿En qué es menos optimista?
-Los pocos estudios que lograron medir el impacto del trabajo doméstico no remunerado y su distribución al interior de los hogares durante el COVID, muestran que en los de estructura tradicional, donde varones y mujeres tienen ocupación, algo muy extendido en algunos países desarrollados, los varones cuidaban más que antaño, pero porque la mujer no tenía un minuto más, no porque hubiera habido una gran redistribución. Los cuidados provistos por varones aumentaban, pero los de las mujeres habían aumentado tanto que no les quedaba ni tiempo para respirar, entonces esa situación no era sostenible. No sabemos si eso va a cambiar cuando se vuelva a una "normalidad". En la Argentina, uno de los datos que informó el Indec es que, recuperada la posibilidad de que les chiques vuelvan a la escuela, el regreso al mercado de trabajo de las mujeres es más importante que el de los varones.
-¿Entonces el retorno de las mujeres al mercado laboral está directamente relacionada con la presencialidad escolar?
-En la Argentina, da la impresión de que sí.
Doble crisis
-En el diagnóstico de la Mesa Federal se habla de una doble crisis: la económica y la de cuidados, ¿cómo se diferencian?
-En este contexto, cuando se habla de crisis económica, se entiende que se trata del COVID, una cuestión coyuntural, aunque en el caso de la Argentina veníamos en una situación crítica a la que la pandemia le asesta un golpe. La crisis de los cuidados es estructural, de largo plazo. La posición desventajosa de las mujeres en el mercado de trabajo también es estructural. Ambas están relacionadas, sin duda. Entonces, una crisis como esta, que profundiza la carga de cuidado en los hogares, profundiza este sustrato de desigualdad en el mercado de trabajo y en los cuidados, ahonda los impactos negativos en las mujeres y hace más complicada la recuperación de su empleo y de sus condiciones de vida.
-En ese diagnóstico, ¿hay matices según el nivel de inserción de las mujeres en el mercado de trabajo?
-Tradicionalmente, en la Argentina, las mujeres profesionales (en promedio más educadas que los varones) siempre tuvieron una tasa de actividad muy alta. Lo opuesto sucede con las mujeres de sectores populares: mucha variabilidad, entrada y salida del mercado de trabajo, con empleos de mala calidad, por lo que las familias y las mujeres están libradas a su suerte para gestionar los cuidados, porque esa gestión es cara. La existencia de servicios de cuidado públicos y de calidad, compensa las desigualdades. Por eso, una de las patas, no la única, de la recuperación económica con perspectiva de género es la inversión en servicios de cuidado.
-¿Es posible imaginar una recuperación económica sin pensar en las mujeres?
-Uno de los temores que yo tenía y que compartía con colegas al principio de la crisis era que la reacción de la política fuera a nivel global como la de 2008. Como le pegó a la construcción, se hizo mucha inversión en infraestructura física, porque genera movimiento y empleo de corto plazo, pero solo de los varones. Un riesgo era que la salida fuera por ahí. Los discursos, inclusive en el caso argentino, hablaban de trabajadores informales como si fueran solamente varones, se hablaba del remisero y no de la trabajadora doméstica. El trabajador es un varón, el desocupado es un varón, en el sentido de quien debería ser priorizado en la generación de empleo.
-Cuando los efectos de la pandemia afectaron más a las trabajadoras.
-En esta crisis, en términos relativos y en algunos países en términos absolutos, las mujeres sufrieron más que los varones. Entonces las políticas de recuperación tienen que prestar atención explícita de dónde se van a generar los empleos de buena calidad para las mujeres. Todavía no lo sabemos del todo, pero si se confirma esta vuelta de las mujeres al mercado de trabajo y se logra sostener la educación con presencialidad, será una demostración más de que se necesitan demanda de empleo y servicios de cuidado para que las mujeres estén en el mercado de trabajo .
-¿Por qué la OIT participa activamente en la Mesa Federal de Políticas Económicas con perspectiva de género?
-Su enorme valor es, justamente, su federalismo y la conciencia de que la estructura productiva de las provincias es distinta, son distintas las condiciones de vida, las posibilidades de los estados provinciales y municipales de brindar apoyo. Las medidas que se tomen a nivel federal, que se han tomado muchas y se siguen tomando, requieren una contraparte local importante. Cómo va a ser la recuperación económica, para que genere empleo decente y no empleo de menor calidad, requiere de un trabajo entre la Nación y las provincias que a la OIT le parece importante consolidar.
Letra P - 22 de febrero de 2022