Entrevista a Pedro Páez Pérez
Fotografía gentileza: Arnaldo Pampillon - Página 12
Durante una reciente visita a Buenos Aires, el economista Pedro Páez Pérez, presidente de la Comisión Técnica Presidencial del Ecuador para la nueva arquitectura financiera y Embajador Plenipotenciario del presidente Rafael Correa en esta temática, dialogó extensamente con Realidad Económica sobre la creación del Banco del Sur, la nueva moneda supranacional denominada sucre y alternativas para la banca central de América Latina. La profundización de las nuevas regulaciones heterodoxas como condición para lograr el desarrollo soberano de la región.
[i]Hubo algunas confusiones respecto de las atribuciones del Banco del Sur. Además de las funciones de banco de desarrollo, en un primer momento se pensó que también actuaría como un fondo regional de estabilización o de reservas. ¿Cuál es la función que cumplirá concretamente?
Originalmente el proyecto del Banco del Sur incluía la creación de un fondo de reciclaje de los excedentes de comercio exterior en divisas que al mismo tiempo serviría de fondo de estabilización. Existían ciertas diferencias en torno de las prioridades, dada la institucionalidad ya existente en la región. A partir de la declaración de Quito del 3 de mayo de 2007 se adoptó una propuesta ecuatoriana que plantea la nueva arquitectura financiera regional con tres pilares básicos. El primero, un Banco del Sur cuyo eje fundamental, más que el reciclaje de las divisas excedentes, reside en la utilización de las monedas nacionales y regionales. El segundo pilar, el Fondo del Sur, que implica una reformulación del concepto de banca central, hacia una banca central de América latina funcionando en red y con otra visión de la soberanía financiera y monetaria. Finalmente, la construcción monetaria regional. Estos tres pilares fueron aprobados el 3 de mayo del 2007 y es en torno de ellos que, con distintos ritmos, empiezan a construirse las iniciativas que ahora están siendo impulsadas en el continente.
¿Qué es, entonces, el Banco del Sur?
El Banco del Sur es una propuesta centrada sobre el primer pilar, la transformación de la banca de desarrollo. La idea es contar con una institución que permita convocar al resto de los bancos de desarrollo ya existentes en el continente. Hay más de 100 instituciones, entre bancos regionales, subregionales, nacionales y subnacionales. El problema es que muchos de ellos perdieron el norte, y entonces hay que darles el sur. Hay que instituir un Banco del Sur que se replantee prioridadescon otras formas de funcionamiento, que revalorice el papel y las funciones de las monedas nacionales y regionales. Y con otro tipo de prácticas bancarias que, desde el ejemplo, vaya sentando las pautas de lo que debe ser la banca de desarrollo de nuevo tipo necesaria para construir un modelo alternativo.
¿Cuál es la estructura de fondeo según el acuerdo? Algunas versiones indican que es un capital insuficiente para un funcionamiento efectivo.
El convenio constitutivo define un capital autorizado de 20 mil millones de dólares, pero el capital suscripto es solamente de 7 mil. Primero porque se espera que de los 7 países actualmente participantes -en orden de aparición, Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador, Brasil, Paraguay y Uruguay- se pase, al menos, a los 12 países de UNASUR. Pero además se intenta que haya distintos tipos de socios. Los países miembros de UNASUR son socios de tipo A, pero hay categorías tipo B y C, que incluyen la posibilidad de que organismos financieros internacionales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Corporación Andina de Fomento (CAF), y otras instituciones de desarrollo en la región puedan participar a título individual. El Banco del Sur, que en algún momento alguien veía como un ariete contra la vieja arquitectura financiera, ahora es considerado como un elemento que va a apalancar cambios, acompañado de las instituciones ya existentes.
Hace tiempo se produjo un importante debate de alcance regional y mundial sobre la forma en que está organizado el FMI. Cuando comenzó a hablarse del Banco del Sur se generaron expectativas acerca de la posibilidad de que se plasmara una estructura de gobierno que actuara como ejemplo para las principales instituciones financieras internacionales. ¿Cómo funciona el órgano de gobierno del banco?
La decisión de los presidentes en el acta fundacional firmada el 9 de diciembre de 2007 establece la visión más transparente y democrática: “un país-un voto” en todos los órganos de gobierno. Tenemos dos básicos: la Junta de Gobernadores y el Cuerpo de Directorio. En estas instancias se funciona sobre la base de este principio, excepto en aquellas decisiones que tengan un nivel de compromiso sobre el capital social pagado del banco, para las cuales se realiza una doble votación -una doble mayoría-, tanto en monto de las acciones como en participación de los países, con lo cual se garantiza la responsabilidad en el manejo financiero y la sustentabilidad del banco. Dado que el capital suscripto se va pagando gradualmente en diez años, al principio no puede haber proyectos demasiado grandes. Si rebasan cierto monto requieren esta doble mayoría, simplemente para garantizar que el manejo de los recursos del banco sea criterioso.
El diseño del banco, que se establece en el texto del convenio constitutivo firmado por los presidentes hace algunos días, incluye otro tipo de prioridades. Frente a la contaminación creciente de la banca multilateral de desarrollo existente, en torno de la lógica del consenso de Washington, nosotros ponemos en primer plano una definición de soberanía supranacional que excede los pequeños estados nación y plantea la recuperación de una coherencia económica y productiva en el continente. La construcción del sueño bolivariano de la Patria Grande.
¿Qué tipo de proyectos debería financiar el Banco del Sur desde la perspectiva de la propuesta ecuatoriana?
Tenemos cuestiones como la soberanía alimentaria y energética, el cuidado de la salud, la producción programada de medicamentos genéricos, para generar las bases objetivas de una cobertura fundamental de los derechos humanos de los ciudadanos del continente. El financiamiento de la economía popular con el fin de generar alternativas a la medida de las necesidades de las diversas formas que tiene la gente para resolver su situación tanto familiar como comunitaria. El financiamiento de una base crítica en innovación científica y tecnológica, que no solamente promueva elementos estratégicos de avance desde la perspectiva occidental sino que también recupere los conocimientos ancestrales de la gente. Los conocimientos agronómicos, acerca de hierbas medicinales, del manejo de recursos pesqueros y acuíferos, tan abundantes en el continente. El desarrollo de un referente común en cultura, el desarrollo de las artes y de las ciencias. La construcción de una infraestructura que no esté orientada hacia la extroversíon, que no conceda sin beneficio de inventario nuestra ubicación primario-extractivista en la división internacional del trabajo, y que sea funcional a la conexión física de nuestros pueblos, los cuales históricamente han crecido unos a espaldas de otros. La necesidad de generar mercados regionales empezando por la integración y la conexión, cuestiones que incluyen la construcción de carreteras y ferrocarriles. El desarrollo del anillo energético, de presas, de gasoductos y oleoductos, del tendido de electricidad. En fin, una cantidad de elementos que permitan generar una infraestructura que defina una plataforma de productividad del conjunto del continente y que incluya la posibilidad del desarrollo desde los territorios. Es decir, construir condiciones generales de productividad territorial, que viabilicen un desarrollo mucho más equilibrado.
Tenemos un potencial hidroeléctrico gigantesco, con reservas de gas y petróleo. Necesitamos crear la infraestructura de transportes, de refinación y buscar los mecanismos más eficientes, desde una perspectiva continental, para distribuir esa energía. Tenemos el cobre necesario para hacer el tendido eléctrico con una capilaridad intensa. Debemos generar sinergias con los elementos de complementariedad entre nuestros países. Necesitamos gestión de la obra pública al interior de cada uno de nuestros países. Nos debemos un manejo adecuado de los recursos naturales, de la biodiversidad. Se trata de generar mecanismos y un diseño específico de las obras que asegure cuidados en el cultivo de esa biodiversidad, que genere condiciones sustentables de convivencia del hombre con la naturaleza.
Decías que la reciente reglamentación permite que los organismos financieros formen parte del banco. Queda claro que cuando se intenta establecer este tipo de proyectos, primero se produce una especie de resistencia hegemónica, pero una vez instalados puede ocurrir que sean cooptados o manejados…
No solamente eso. El funcionamiento del banco puede ser totalmente desvirtuado respecto del origen innovador con el que nació la propuesta. Por eso es tan importante el acompañamiento permanente de la sociedad civil, de las organizaciones populares, de la academia. Primero, como un elemento de vigilancia crítica, pero también propositiva respecto de cuál debe ser la innovación que está generando el banco, el elemento de apalancamiento de cambio, de transformaciones estructurales, y la capacidad de incidir en la forma de actuar de otras instituciones. Deben crearse las condiciones para el cofinanciamiento proactivo de agendas alternativas que redefinan el eje de las prioridades de la banca de desarrollo existente. Por ejemplo, si el Banco del Sur presenta una serie de proyectos coherentes en torno de la soberanía alimentaria del continente, podría muy bien movilizar recursos de instituciones como la CAF, como el BID y otras, que han tendido, por lo contrario, a la extroversión, la agroexportación, la “pavimentación” de lo que Galeano llamaría las venas abiertas de América latina. Otro de los ejes fundamentales del funcionamiento del banco es la utilización de las monedas nacionales. Por ejemplo, si el Ecuador pide un préstamo al Banco del Sur, una parte vendrá en dólares para atender estrictamente la necesidad de importación de maquinaria y tecnología desde el norte, y otra en pesos argentinos, con los que se contratarán empresas y se comprarán productos argentinos. Otra parte vendrá en reales, con los que se comprarán productos y se contratarán empresas brasileños. La idea es que, a su vez, esas empresas argentinas y brasileñas se comprometan a incorporar componentes importados desde el Ecuador, de manera de evitar que se profundicen las asimetrías estructurales. Uno de los deberes centrales en la formulación, evaluación y la priorización de los proyectos va a estar ligado al componente nacional y regional, y la generación de multiplicadores cruzados en la región, que permitan dinamizar la actividad económica en condiciones de flujos integradores de nuestra economía, generando demandas regionales.
Es decir, que el componente de moneda nacional de los préstamos va a asegurar una integración de comercio y producción…
Así es. Además, esto abre la posibilidad de realizar préstamos sindicados con la banca de desarrollo local, nacional y subnacional. Por ejemplo, el BNDES puede apoyar un proyecto que presenta el Banco del Sur y se encarga de movilizar los recursos en reales que correspondan al tramo en moneda nacional de ese proyecto específico. Estamos trabajando en otro tipo de manual de proyectos. En Quito tuvimos, hace un par de meses, un taller muy técnico con ambientalistas de las más diversas corrientes en torno del tema ambiental y ecológico, con el objetivo de promover la implementación de instrumentos técnicos en la formulación, la evaluación y la priorización de los proyectos, buscando internalizar las externalidades ambientales. Se trata de ir creando una nueva epistemología y axiología de la acción de la banca de desarrollo.
¿Cómo se explican las notables demoras en la puesta en funcionamiento de la institución?
Se ha producido una situación muy grave: siete presidentes de la región firmaron el acta fundacional el 9 de diciembre de 2007 y establecieron el mandato de elaborar el convenio constitutivo en 90 días. Este convenio estuvo básicamente listo dentro de los tiempos fijados. Sin embargo hubo una cantidad de dilaciones por situaciones políticas internas de los países. No voy a mencionar exactamente cuáles. En particular los países más grandes tuvieron dilaciones y recién se aprueba ahora. Nos hemos pasado del plazo. El Ecuador ha sido muy explícito respecto de la necesidad de acelerar la creación y puesta en funcionamiento del Banco del Sur y ha realizado diversas propuestas. Una de ellas, por ejemplo, consiste en crear un seguro contra sobreprecios en las obras públicas. Existen ya en algunas tarjetas de crédito, sobre todo en el norte, las cuales sólo le reconocen a las tiendas hasta un determinado límite por la venta de un artefacto, sin ningún tipo de responsabilidad para el cliente. Este último no tiene que pagar ese sobreprecio ni enfrentarse a la compañía. Si la tienda ha vendido con sobreprecio simplemente la tarjeta de crédito no le reconoce la totalidad. Yo creo que, por ejemplo, eso se puede hacer con los organismos seccionales, con los gobiernos municipales y provinciales. Los gobiernos de los países enfrentan una situación muy asimétrica ante las grandes empresas transnacionales. Este sistema puede generar una corrección de problemas de corrupción pero también de abusos en las negociaciones. En primer lugar, supone establecer una condición según la cual, en todo proyecto financiado por el Banco del Sur, las empresas se comprometan a firmar un código de conducta y, segundo, a establecer una serie de mecanismos que eviten sobreprecios en, por ejemplo, el kilómetro de carretera, controlado por grado de dificultad y los elementos que correspondan. Este tipo de operación permitirá, además, ir generando una base de datos con una campana de Gauss respecto a cuál es la media y cuáles son los extremos en las cotizaciones que tienen en América latina las obras públicas financiadas o no financiadas por el Banco del Sur. Si se pone en práctica ¿cómo se va a justificar que otros bancos de desarrollo, sean multilaterales o nacionales, no enfrenten el mismo tipo de opciones? Si las propuestas que está planteando el Ecuador no son las más correctas, bueno, generemos un diálogo, movilicemos las instituciones y la academia para definir otras opciones, acerca del manual de proyectos, etc. Yo creo que el diálogo es el camino en sí mismo. El proceso de construcción del banco es ya un ejercicio válido de deconstrucción, no sólo de la praxis de la banca de desarrollo sino, insisto, de la epistemología y la axiología con la que se ha manejado el concepto mismo de desarrollo.
¿Vuelvo a preguntarte entonces, qué es hoy el Banco del Sur?
El Banco del Sur sigue siendo una propuesta, pero decodificadora de los tradicionales principios rectores de la Banca de Desarrollo que, se asumía, estaban escritos en piedra. En muchos casos contradice, por ejemplo, la idea original de la construcción del Banco Interamericano de Desarrollo o de la Corporación Andina de Fomento. Cada vez hay una presencia mayor de deuda externa ligada con consultorías, bajo distintos nombres, tales como “combate a la pobreza”, “modernización del estado”… Pero en los hechos los gobiernos se han estado endeudando en estas últimas décadas para financiar consultorías pertenecientes, en muchos casos, a listas cortas de las propias instituciones de desarrollo. Entonces, aquí tenemos una alternativa que está marcando la pauta de un proceso de reforma interna también de estas instituciones. En el Banco del Sur la cuestión de los proyectos está clarísima, porque está ligada a soberanía energética, alimentaria, al cuidado de la salud, al financiamiento de la economía popular, a la infraestructura de conectividad continental. Son metas muy claras.
Remarcas que es todavía una propuesta y no una herramienta hoy disponible… Disculpame la insistencia, pues vuelvo a preguntártelo. ¿Por qué se ha retrasado tanto?
Creo que el eje fundamental del problema es una miopía histórica de los grandes actores sistémicos. Resulta fundamental mencionar que el mejor negocio del gran capital alemán y francés después de la destrucción de la segunda guerra mundial consistió en aportar al desarrollo de la periferia y la semiperiferia europea de ese momento. Es decir, a través de transferencias fiscales directas sectores de la gran burguesía alemana y francesa que no se podían ver, que habían provocado la muertes de millones de compatriotas durante siglos, decidieron trabajar conjuntamente, superando una visión racista y chauvinista respecto del resto de Europa, proyectando un proceso de construcción de la nueva Europa. Es eso lo que permite a Europa recuperar, después del desastre de la guerra, el estatus de potencia mundial, algo que hubiera sido imposible bajo otros términos.
Creo que falta esa determinación en los grandes sectores empresariales de América latina, que además están asentados sobre los grandes países de la región. Falta establecer con generosidad un proyecto histórico para el continente. Todavía tienen la visión del capitalismo de la exclusión, del acaparamiento. No piensan en grande, en las posibilidades que se plantean en un nuevo diseño, una nueva estrategia. La posibilidad de ganar vía cantidades y no vía precios, en una situación en la que la construcción de infraestructura, la construcción nacional de América latina, de la patria grande, puede significar posibilidades gigantescas de negocios, no solamente para ellos sino para una gran cantidad de pequeñas y medianas empresas. Existe una visión demasiado ideologizada respecto de lo que se está construyendo. Como esta iniciativa no vino desde el norte, con el sello de alguna universidad norteamericana, del fondo monetario internacional, del banco mundial o de sus consultores, entonces simplemente no vale. Estamos viendo que, al contrario, el haber perdido estos dos años significa haber impedido la movilización de recursos que existen en el continente. Esta es otra cuestión fundamental. No sostenemos la visión tradicional de la ayuda al desarrollo, asimétrica y vertical, desde el norte. Estamos planteando que tenemos recursos generados en el continente, que es necesario reciclarlos para crear algo mucho más importante que un Plan Marshall en América latina. Necesitamos crear la institucionalidad que permita reciclar los recursos tan dolorosamente generados en el continente y que ahorita se fugan sistemáticamente hacia el norte, hacia actividades especulativas que financian, en muchos casos, al tesoro norteamericano y aventuras guerreristas, como las invasiones en Irak, Afganistán y, ahora, la extensión de la guerra a varias otras partes del mundo. Eso se hace exportando capitales desde una América latina que necesita invertir en producción, en la superación de sus debilidades y retrasos estructurales, no solamente en términos productivos sino sociales.
Al principio mencionaste la propuesta de una arquitectura financiera para la región. ¿Qué vinculación tiene esta posibilidad de utilizar recursos propios con la idea de una moneda regional?
Está totalmente ligado. En la propuesta ecuatoriana son las sinergias generadas por los tres pilares las que van a permitir establecer una condición necesaria aunque no suficiente para el desarrollo alternativo.
Nuevamente, estás hablando de la propuesta ecuatoriana… Es decir, que aún no forma parte de los acuerdos que dieron lugar al Banco del Sur…
Ni están todos los que son ni son todos los que están. Por ejemplo, en el caso del sucre ya están anidadas todas estas propuestas fundamentales en torno de un elemento tiene que verse desde una perspectiva integral. El diseño ecuatoriano es pragmático acerca de las posibilidades políticas efectivas, lo que constituye un tema de negociación muy dura. En este sentido el diseño ha sido modular desde el principio. Es decir, cada componente puede empezar a funcionar desde una instancia mínima por separado aunque, obviamente, lo más apropiado sería que funcione como parte de una propuesta integral. Además, de carácter modular, en el sentido de un diseño portable, susceptible de ser replicado. Estas características permiten su despliegue en marcos institucionales diversos.
Recapitulemos los que hemos hablado hasta ahora acerca de la banca de desarrollo. Esta no sólo tendrá otras prioridades sino que también constituye otra forma de funcionamiento de la banca de desarrollo, incluyendo la posibilidad de endeudarse y prestar en monedas nacionales. Este esquema sólo podrá desplegarse en plenitud cuando tengamos el Fondo del Sur, una reformulación de la banca central con un fondo común de reservas y otros mecanismos que permitirán establecer condiciones de defensa frente a la actual turbulencia internacional, frente a esta guerra económica. Hoy la iniciativa del sucre es el elemento más avanzado de esta nueva construcción monetaria regional. La idea es que, así como existen Derechos Especiales de Giro (DEGs) -vetados durante cuarenta años por los Estados Unidos y desbloqueados por iniciativa del G192 en la asamblea de Naciones Unidas convocada por el presidente Miguel d’Escoto para discutir la crisis mundial, permitiendo la emisión del equivalente a 250 mil millones de dólares que ya están acreditados en los bancos centrales de todo el mundo- habría que hablar también de “derechos regionales de giro”, usando estos DEGs en el nivel global como prestamista de última instancia. Un instrumento de este tipo nos permitiría tener una estructura regional capaz de aprovechar condiciones de señoreaje y que podría reproducirse fractalmente en la movilización de recursos en circuitos locales, regionales y territoriales. Ello permitiría movilizar las fuerzas productivas locales y evitar la exportación permanente de capitales con la que funciona la “ley del embudo”, como la llamamos en el Ecuador, por la cual las regiones más atrasadas de nuestros países terminan exportando a las regiones más modernas, más acomodadas, fugándose desde allí inclusive hacia los mercados especulativos y financiando en parte fraudes y corrupción. De no existir estos mercados de capitales y las formas con que operan, se puede tener la certeza que la hegemonía del dólar y los privilegios exorbitantes que denunciaba ya De Gaulle hace más de cuarenta años, con la forma en que operan los Estados Unidos en el manejo de su complejo militar industrial, no podrían sostenerse.
Afirmás que el sucre es la propuesta monetaria más desarrollada de la región. ¿Por qué?
Constituye el tercer pilar, con la característica de ser -insisto- un modelo modular y portable. Es decir, podríamos tener varios diseños de sucre. El Ecuador, por ejemplo, ha presentado un esquema de sucre para un fondo bilateral exclusivamente con Venezuela, con el fin de replantear las negociaciones con la Unión Europea. También ha planteado un instrumento similar para abrir otro tipo de relaciones con China y Rusia. El acuerdo de swaps que está desarrollando ahorita China con la Argentina y el Brasil recoge este nuevo mecanismo de medios de pago alternativos. El sucre es básicamente una tarjeta de crédito que los bancos centrales se abren unos a otros. Básicamente empieza con eso. Es una herramienta que podría funcionar a la perfección en torno de la cuestión de los multiplicadores cruzados. Un sistema de crédito recíproco que se abren los bancos centrales unos a otros para financiar y promover exportaciones en circunstancias en que, además, existen problemas en el comercio internacional y su financiamiento. El diseño del sucre es gradual. Puede empezar con lo mínimo e ir creciendo, como una tarjeta de crédito. Su crecimiento en el tiempo puede ir generando más y más funciones de defensa de las monedas nacionales. A diferencia del euro, el sucre genera las condiciones, el paraguas que ampara una recuperación de las funciones y las propiedades de las monedas regionales y medios de pago alternativos, inclusive en el nivel territorial.
El sistema funciona a través de una liquidación bruta, en tiempo real, de las transacciones en sucres -que son títulos valores desnacionalizados- y una liquidación de los saldos al final de un período de seis meses, que hace que los bancos centrales reconozcan en dólares las diferencias que tienen con los otros bancos centrales. Estamos creando un sistema para darnos crédito a nosotros mismos a través de varias instancias.
La primera línea de crédito consiste en tener al sucre como medio pago en lugar del dólar, liquidándose solamente los saldos, hecho que supone un ahorro gigantesco de divisas. En segundo lugar, los bancos centrales tendrían una línea de sobregiro en sucres. La tercera línea es un fondo, pequeñito, que habilitaría el financiamiento multilateral, y una serie de acuerdos bilaterales que, una vez cumplido el plazo de los seis meses, permitirían que los bancos centrales cuenten con una reserva en dólares adicional o una postergación adicional para la liquidación en dólares, lo cual abre una situación muy flexible en las condiciones del financiamiento de los flujos comerciales entre nuestros países. Sobre estas bases tendremos la capacidad de integrar a nuevos actores, nuevos productos, nuevas mercancías y nuevos mercados.
Ya no dependes necesariamente, entonces, de la espontaneidad del mercado sino que puedes generar con el sucre, una serie de incentivos adicionales que tornen viables flujos comerciales que normalmente, ahorita, tienen un umbral de entrada demasiado alto. Y ahí comienza la cuestión de la gradualidad. Es decir, la utilización incremental del sucre influye en la opciones en que puedes utilizar tus saldos, ya sea como empresa privada, como institución pública o de la economía popular. Para pagar impuestos, aranceles, créditos de la banca pública. Eso depende de cada país. Allí empieza a generarse un ámbito de circulación del sucre sobre el cual vas construyendo otras posibilidades y vas construyendo la capacidad de ir generando señoreaje. Ahora, esto te abre una gama muy interesante de opciones en términos de incentivos a participar en el mecanismo. Por ejemplo, la creación de un seguro de exportaciones en sucres que, en la medida en que no tiene costo fiscal, podría generar un mecanismo de mercado muy barato, oportuno para la participación de actores en un ambiente de incertidumbre tan fuerte como el que se está viviendo ahora por la crisis. Este mecanismo se inspira, en términos generales, en la propuesta del BANCOR de Keynes de la época de las discusiones de Bretton Woods. Pero, obviamente, Keynes la tenía muy fácil, en primer lugar, porque se trataba de un mecanismo universal y obligatorio. En segundo, porque era una situación vertical, decidida desde arriba y que todo el mundo tenía que asumir. En nuestro caso se trata de un mecanismo competitivo, no obligatorio, que debe ganarse su presencia, su espacio en un terreno muy asimétrico, muy “cuesta arriba”.
Desde esa perspectiva, nosotros hemos diseñado una propuesta y un mecanismo que se tiene que legitimar y validar en el contexto de nuestras condiciones, con países pequeñitos, muy frágiles, entre los que se genera un esquema de comercio exterior cuyos excedentes locales, sus superávits, de alguna manera se convierten en instigadores de un déficit estructural global. En ese sentido la cuestión es muy endeble, muy frágil. Por eso hemos tenido que ir adecuando el diseño a distintas condiciones, desde la dolarización ecuatoriana a la total flotación en Nicaragua y los controles de cambio en Venezuela y Cuba, y el manejo del comercio exterior por empresas estatales de esta última. Y lo hemos hecho. Hemos armado las condiciones que permiten que todos los esquemas tengan algo que ganar. Esta compatibilidad de incentivos garantiza o, mejor dicho, fomenta la esperanza de que otros países puedan integrarse a ese esquema. Por ejemplo, la presencia de la Argentina, del Brasil, sería ideal justamente para promover estas condiciones de un comercio, de un mercado, de una dinámica de mercado regional que permita compensar la caída de precios y cantidades de los mercados de afuera. Con la ventaja de que podríamos hablar de flujos de comercio inclusive programados, es decir, podríamos establecer una serie de metas, mecanismos para definir el tipo de productos y la cantidad de productos que van a formar parte de una canasta de relaciones que permita compensar los déficit y superávits en determinadas condiciones. Es decir, aquí el eje central del mecanismo -en parte de inspiración keynesiana- está relacionado con la responsabilidad compartida de los países superavitarios en las distintas líneas de defensa del crédito que te mencionaba hace un momento.
Durante el último tiempo han aparecido opiniones que, si bien no critican las propuestas como las que mencionás, sostienen que el tiempo de las alternativas heterodoxas ha pasado porque habrían disminuido los márgenes de maniobra. Por imperio de la crisis internacional y el temor a las viejas y clásicas crisis del balance de pagos, proponen una revinculación con el sistema financiero internacional ¿Cuál sería tu respuesta a argumentos de este tipo?
Que al contrario. Yo creo que hay que apurar la construcción de la nueva arquitectura financiera. Justamente hemos empezado a plantear el segundo pilar, referido a la reformulación de la banca central. Primerito, la banca central tiene que superar el dogmatismo neoliberal de los últimos años y reconocer que puede ser incluso autónoma pero no extraterritorial. La banca central forma parte de nuestros países, tiene una responsabilidad con nuestras naciones. En ese sentido, debe ser muy proactiva en términos de dar respuestas a los retos gigantescos que te plantea la crisis. Esta es una crisis de nuevo tipo, nueva en su ferocidad, en su profundidad, en las dimensiones cuestionadoras de aquello que se asumía desde el pensamiento único en las últimas décadas. Los bancos centrales están muy imbuidos de ese asunto. Creo que hay que partir del análisis concreto de la situación concreta. ¿Cómo va a lograrse un funcionamiento más eficiente, más transparente, más ágil, más oportuno, que permita a nuestros países defenderse frente a la crisis? Por ejemplo, las posibilidades de ataques especulativos contra las monedas nacionales, contra las reservas monetarias, con corridas bancarias, con la construcción artificial de escasez y carestías, de acaparamiento. La cuestión del lavado, de la volatilidad en el manejo de capitales. Todo esto requiere respuestas concretas y no desde el dogmatismo ideológico. ¿Por qué tienen que ser tabú los controles de capitales? Mira, hoy los bancos centrales tienen plataformas informáticas absolutamente homologadas. No hay ninguna dificultad para que los bancos centrales estén conectados directamente unos con otros, sin necesidad de pasar por el SWIFT(1). No estamos hablando de eliminarlo sino de ampliar, como alternativa, las posibilidades de trabajo directo entre bancos centrales sin la necesidad de pasar por el SWIFT y la Reserva Federal de los Estados Unidos dado que no solamente es ineficiente sino que además se paga peaje por cada transacción financiera. Los bancos centrales podrían conectarse casi inmediatamente y, por ejemplo, generar un mercado de capitales virtual que permitiría salir con gran agilidad salir dos o tres veces por semana, en situaciones rutinarias, a los mercados de manera ágil y barata, tanto con títulos del banco central en el manejo de liquidez como títulos del fisco para el manejo de caja fiscal. Solamente la generación de este mercado de capitales virtual con la conexión en línea de los bancos centrales podría crear un elemento de eficiencia terrible en el funcionamiento de las transacciones privadas pero también en la gestión del fisco y de banca central. La creación de este mercado continental reduciría los costos por escala, por enfoque, y generaría una cantidad de elementos estacionales, muchísimo más suaves, sin los riesgos innecesarios que hoy por hoy se están enfrentando en estos compartimientos estancos con los que funcionan los mercados de capitales. Además, en el futuro permitiría la creación de otro tipo de opciones de financiamiento para las mipymes, como títulos valores desmaterializados, no sofisticados de renta fija o cuasi fija, que canalicen recursos del ahorrista de medianos y pequeños ingresos hacia el productor. Hay una cantidad gigantesca de opciones.
A su vez, por sí sola, la creación de un mercado regional de títulos valores del banco central y del fisco podría reducir el nivel óptimo de reservas que cada país tiene que asegurar. Es decir, con el mismo parámetro de aversión al riesgo y el mismo entorno de riesgo ambiente, podrías tener un monto de acumulación de reservas mucho menor por el hecho de la agilidad de acceder a un mercado de capitales mucho mayor.
Segundo punto, la posibilidad de generar un mecanismo de gestión común de reservas. Este instrumento opera con el mismo principio de cualquier seguro, es decir, enfrentar el riesgo individualmente te obliga a tener reservas mucho mayores que las que tendrías con un pool de riesgos. Desde la propuesta ecuatoriana creemos que se pueden establecer rápidamente mecanismos con un fondo común de reservas para reducir ese monto óptimo de reservas que cada banco central individualmente debe asegurar, liberando recursos para otro tipo de opciones viabilizadas a través de los otros pilares, como la banca de desarrollo y la moneda regional.
Te escucho decir esto y pienso que, a pesar de la fortaleza financiera que ha mostrado la región, tenemos un alto riesgo sistémico…
Vamos a eso. Hablábamos de conectar a los bancos centrales, de crear un mercado virtual para títulos valores de banca central y de fisco. Segundo, un fondo común y gestión común de reservas. Tercero, una matriz de swaps, una matriz de créditos recíprocos entre bancos centrales. Cada una de estas iniciativas va reduciendo el monto óptimo de reservas individuales. Cuarto, la generación de facilidades específicas de emergencia, líneas de emergencia, para la caja fiscal y para balanza de pagos, un seguro de emergencias, que podría estar asentado sobre instituciones ya existentes, como el propio Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR) si logra sacudirse de la situación de inmovilidad en la que está ya hace mucho tiempo. El Fondo Voluntario Internacional es mucho más proactivo que el FLAR. El grado de incertidumbre y vulnerabilidad de las economías latinoamericanas ahorita es gigantesco y lo que estamos haciendo es construir las condiciones necesarias, no suficientes, para empezar a defendernos en serio. Ahorita ¿qué evita que haya un ataque especulativo contra el país de América latina con mayor cantidad de reservas? Nada.
En última instancia se puede generar todo ese nuevo sistema financiero regional, pero si se basa sobre las reservas que tiene individualmente cada banco central para financiarlo, una fuga significativa puede ponerlo en crisis…
Es que hay otra cuestión. Con todas estas condiciones creas un espacio monetario regional y empieza a tener efecto la fiducia, la confianza que tiene la región en la región misma, en darnos crédito a nosotros mismos. En la Asamblea General de las Naciones Unidas de octubre pasado el Ecuador propuso establecer estos acuerdos monetarios de bloques regionales con el objetivo de defender ciertos compromisos de paridad y estabilidad cambiaria sobre la base de procesos de convergencia macroeconómica que ahora sí pueden tener este respaldo. Es una cuestión que se autoalimenta. Tú tienes un compromiso de estabilidad cambiaria que puede ser de lo más liviano o de lo más institucional. O puedes tener incluso niveles de retaliación si quieres. No importa. Pero no te sirve de nada si no tienes algún tipo de respaldo institucional detrás. Aquí están estos tres pilares que permitirían ir creando condiciones, aunque sea en el margen, adicionales, para hacer cumplir esos objetivos cambiarios y de convergencia macroeconómica. Hoy por hoy no existe nada más allá de la buena voluntad, de buenos deseos. En las actuales condiciones, en el momento en que se despliegue un ataque especulativo contra un país de América latina y se detone una guerra de devaluaciones, todo lo que se ha hablado, todo lo que se ha hecho, en términos de integración latinoamericana, tanto en términos tradicionales como de nuevo tipo, se va al cajón de la basura. Todo. En septiembre y octubre del año pasado ya tuvimos un primer episodio. Y dijimos “ups, es una corrección de mercado”. Estamos hablando de una situación en la que objetivamente el continente tiene que ponerse a pensar con mucha responsabilidad y seriedad qué evita que cualquiera de estos días ocurra lo mismo que en el efecto tequila en México o en el ataque especulativo del Sr. Soros en contra del Banco de Inglaterra y del Banco de Italia en 1992. O lo que pasó hace sólo seis meses en Rusia donde, en cosa de un mes y medio, se perdieron 30 mil millones de dólares en reservas, de la manera más impune, porque no se pudo hacer nada. Yo llamo a los bancos centrales, a las entidades de supervisión, a las entidades regulatorias, a los ministerios de economía, a la academia, a los analistas económicos a discutir, por favor. No es que yo tenga el monopolio de la verdad, discutamos qué evita que esto ocurra. Y, por favor, no me vengan con el cuento de los fundamentals. En ninguna parte han funcionado los fundamentals. Y con la actual distorsión en los mercados financieros, de commodities, que existe por la especulación, por la creación de burbujas financieras, con la inyección gigantesca de miles de millones de dólares desde los bancos centrales y las tesorerías del norte, nadie con un gramo de sensatez y grado de honestidad intelectual puede hablar ahorita de los fundamentals. Si es que en algún momento tuvo sentido hacerlo… Ahora está claro que aquella hipótesis de los mercados eficientes jamás tuvo cimientos sólidos para sostener un razonamiento. Ahora me parece absolutamente absurdo.[/i]
[size=xx-small]Notas
(1)Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication[/size]
*Economista IADE. Docente de la UBA.
Especial para IADE/Realidad Económica