España: violencia de género, mirar a la raíz de la opresión
“Las mujeres viven mejor que antes”, “tienen más acceso al trabajo”, “la ley les apoya”, etc. Todas éstas son consignas que se repiten en cualquier debate sobre la situación de la mujer en la sociedad contemporánea. La gran mayoría de la gente apoyaría la afirmación de que las mujeres han conseguido más igualdad. Sin embargo, en cualquier debate feminista también se reconoce que mientras se han conseguido muchos derechos civiles a través de las luchas de los movimientos sociales, la violencia de género no ha disminuido.
En el 2º aniversario de la creación de la Ley Integral contra la violencia de género del PSOE, el balance de resultados es pésimo. En el Estado español se denuncian más de medio millón de agresiones al año y, en los últimos seis meses, 51 mujeres han sido asesinadas a causa de la violencia de género, es decir, por ser mujeres.
Es el pez que se muerde la cola. Actualmente, el tema de la violencia de género es investigado en las universidades. Desde las instituciones gubernamentales parece haber un esfuerzo explícito para erradicar el problema. La consecución de la Ley Integral en 2004 fue recibida con gran entusiasmo en algunos sectores del movimiento feminista, de los cuales había sido una gran consigna. Los medios de comunicación se hacen eco de los casos de violencia de género constantemente. Socialmente, las agresiones a las mujeres están vistas como una lacra.
Sin embargo, la violencia de género sigue ahí. Y de la misma manera que existe la impresión generalizada de que se está trabajando para acabar con ella, desde los núcleos de poder de nuestra sociedad, se gira la cabeza hacia otro lado para no mirar a la raíz del problema; ya que a los que tienen el poder no les interesa llegar a ésta.
[i]El fondo del asunto[/i]
La violencia de género es la máxima expresión de la opresión de la mujer, su cara más terrible. En una sociedad basada en la competencia de clases, la violencia, ya sea contra las mujeres, contra los inmigrantes, en definitiva, los más excluidos del sistema, es endémica al tipo de estructura política y económica que define a esta sociedad. En una sociedad dominada por unos pocos, la gran mayoría no se siente respetada, realizada, ni siente el más mínimo poder o control sobre sí mismo. En ésta situación, cada uno busca a otro peor que él para sacudir toda su alienación y frustación.
Pero la violencia de género es un fenómeno que se produce en todas las clases sociales. En este caso, el agresor teme perder una situación de poder respecto a la mujer.
A pesar de ello, también es cierto que la mayoría de agresores no tienen empleo o viven en condiciones precarias. Las cifras también muestran que la gran mayoría de las víctimas dependen económicamente de su agresor. Muchas de ellas son amas de casa sin ningún tipo de independencia económica y con niveles de educación muy bajos.
Así las condiciones para que se dé la violencia de género son mil veces mayores en las familias de clase trabajadora, donde los recursos son escasos. Son las propias víctimas las que denuncian la falta de medios económicos para poder salir del hogar y dejar de ser maltratadas por su marido o pareja.
[i]Problema social y político[/i]
Desde la mayoría del movimiento feminista, existe una crítica hacia la Ley Integral por haberse centrado más en el aspecto penal que en el social. En este sentido, las demandas se centran ahora en movilizar a la población desde la base creando una sociedad más justa y solidaria a través de la educación. Por otra parte, aunque los medios de comunicación han ayudado a convertir el problema en un asunto público y sacarlo de la esfera privada, actualmente existe una grave desviación en el tratamiento de los casos de violencia de género. Éstos se enfocan como noticias de sucesos y se tratan como casos anecdóticos y espectaculares llamando la atención morbosa de la audiencia.
En definitiva, desde las instituciones se ha tratado el problema más como un tema penal que social y desde los medios, como un espectáculo.
Por el contrario, la violencia de género es un problema social y político indivisible del sistema capitalista. Además de sufrir la violencia física, la mujer en la sociedad capitalista es vista como inferior y por esto trabaja en condiciones más precarias, cobra menos que los hombres y está estigmatizada con tareas consideradas “femeninas”. A lo largo de la historia, las clases dirigentes, unidas a otras instituciones conservadoras como, por ejemplo, la jerarquía de la Iglesia católica, se han encargado de reforzar estos tópicos con el fin de separar a las mujeres de los hombres, creando diferencias entre ellos e impidiendo que se unan para luchar juntos contra la raíz de la opresión.
En una sociedad basada en la competencia y en el poder, la violencia se tiene que analizar como un fenómeno endógeno a la misma. A los que tienen sensación de pérdida de poder, el sistema capitalista les pone a los excluidos como enemigos. La oposición hombre-mujer ha sido una de las más impuestas por la sociedad de clases en la que vivimos, por esto, hasta que no creemos una sociedad sin clases, más justa, la violencia de género seguirá siendo una lacra.
[i]*Periodista española. Trabaja para el periódico “En Lucha”.[/i]
Fuente: [color=336600]EN LUCHA – Julio/Agosto 2007[/color]
El Instituto de la Mujer de España ha organizado la exposición 18 Segundos, un alegato contra la violencia ejercida contra las mujeres. El fotógrafo Iván Hidalgo, con la dirección artística de Alejandro Marcos, han retratado a 18 actrices, comunicadoras, deportistas y personajes de amplio reconocimiento público. Cada 18 segundos una mujer es maltratada en el mundo, según datos de Naciones Unidas.
Foto: Silvia Abascal, actriz
[i]Cortometraje: "Subir y bajar" [/i]
Archivo adjunto: “Ley orgánica de violencia de género de España"