¿Puede existir un Pacto Democrático real?
El economista Ricardo Arosnkind sostiene en este artículo que la idea de Pacto Democrático actual que consiste en ponerse de acuerdo en No Matar, es una confesión de que ya se ha perdido una noción sustantiva de la democracia. Aronskind afirma que existe un enorme espacio para un Pacto Democrático genuino, profundo, que rompa los límites de lo estrictamente partidario. Ese Pacto en base a un programa popular es perfectamente realizable, a condición de que sepamos leer la historia y aprender de nuestros propios errores.
Un mundo en transición
Al carcomer el centro neurálgico del capitalismo, la multibillonaria estafa piramidal que derivó en la actual crisis financiera y económica global ha tenido por lo menos el mérito de dejar en evidencia que las falencias del neoliberalismo no se deben a unas cuantas manzanas podridas: son las raíces mismas del árbol las que están corrompidas. En un mundo sujeto a profundos cambios, afrontar este problema es vital para el futuro de la democracia.
Como bien recuerda el historiador Eric Hobsbawm, "no existe un vínculo necesario o lógico entre los distintos componentes del conglomerado "democracia-liberal"" (1). Por el contrario, las tensiones entre ambos son cada día más manifiestas; el liberalismo en su peor expresión, la del libre flujo de capitales, está poniendo a prueba a la democracia. Porque –continúa Hobsbawm sin rodeos– “el ideal de la soberanía del mercado no es un complemento de la democracia liberal, sino una alternativa a este sistema”. En efecto, para los grandes patrones del mundo devenidos en una nueva aristocracia, la democracia y el Estado de Derecho no constituyen más que trabas en su búsqueda desesperada de ganancia y de imposición de las leyes del libre comercio a todos los ámbitos de la vida.