“Grecia puede obligar a Europa a que cambie”.
¿Por qué se ha decidido a entrar en política con Syriza?
Tardé mucho tiempo en acercarme a Syriza. Asesoré a Yorgos Papandreu antes de que se convirtiera en primer ministro en 2009. Pero cuando en junio de 2010 empecé a escribir que, contra lo que afirmaban los políticos griegos, Grecia estaba en bancarrota y había que aceptar este hecho, varios hombres políticos de todas las tendencias se pusieron en contacto conmigo, Alexis Tsipras entre ellos. Nuestras posiciones han ido aproximándose de forma gradual con los años. Nunca he tenido intención de entrar en política, pero cuando has dejado sentado como economista un conjunto de recomendaciones referidas a tu país y un dirigente político te ofrece llevarlas en práctica, es difícil rehusar.
Si gana Syriza, ¿van a aplicar realmente estas recomendaciones?
No, la única certidumbre que tenemos en Grecia es la incertidumbre. Pero si tienes la oportunidad de hacer algo, tienes que comprometerte.
¿Cómo concibe la presión de la Troika sobre su país en este momento de elecciones?
La Troika está tratando de ahogarnos y de ejercer presión sobre una elección que es democrática diciéndonos: o hacéis caso de nuestras exigencias u os arrojamos a los infiernos. En realidad, sus amenazas son propias de las circunstancias exógenas de la situación, de lo que son simplemente parte. Andan tratando de aterrorizar a los griegos.
¿Cómo responder?
Por mi parte, me gusta pensar que la mayor arma que podemos oponer a la Troika consiste en tener un gobierno electo que disponga de una buena mayoría. Una vez elegido el gobierno, me parece que deberíamos ser capaces de sentarnos a una mesa para debatir la resolución final de la crisis y desarrollar un nuevo enfoque desde el resto de Europa. Porque esta crisis no es una crisis “griega”, es también una crisis de Europa. Si Grecia no hubiera estado en la zona euro, no se encontraría donde está. Sin duda estaría en dificultades, pero no en esta medida. Si Francia se halla estancada, dada su situación política y social, se debe también a la actual organización de la eurozona.
La crisis de 2008 es comparable a la de 1929 y recordemos que esta última crisis desató fuerzas que destruyeron Europa. Sin embargo, nunca se nos ha permitido enfrentarnos a esta crisis como crisis sistémica. Europa ha insistido siempre en que la crisis de Grecia era una crisis griega, y no lo es. Debemos entender de una vez por todas que si queremos una unión monetaria, tenemos que crear una red de solidaridad interna. Una victoria de Syriza sería una oportunidad de habérselas finalmente con la crisis en su verdadera dimensión.
Pero cuando fue elegido en 2012, Francois Hollande también quería cambiar el euro y tenía asimismo el suelo de la legitimidad democrática. No bastó.
De hecho, nunca lo intentó. Se contentó con centrarse en el ‘crecimiento’ del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, sólo que fuera de este cambio semántico, no ha ocurrido nada más. Pero la posición de Francia en 2012 no es la de Grecia hoy. Francia no está en bancarrota, nosotros sí y no tenemos nada que perder. Si Europa y Berlín creen que tienen el derecho moral a asfixiarnos, a acabar con nosotros, creo que hay que dejarles que lo intenten.
¿Cómo explica la política europea de François Hollande?
El Partido Socialista Francés tiene una enorme responsabilidad en la forma cómo se ha estructurado la eurozona. Desde principios de la década de 1990, ha habido una voluntad del PS de hacerse con el Bundesbank para permitir que Francia se enriqueciera más allá de sus límites. Esta voluntad – que hunde sus raíces en la primera propuesta de unión monetaria, que se remonta a 1964 – condujo a una “danza de la muerte” entre París y Frankfurt y ha convertido al PS en cómplice de toda la evolución de la zona euro. De hecho, Francia está en guerra con Alemania, y esto lleva a una auténtica subyugación de de Francia, a crear lo que yo llamo un “Vichy postmoderno”. Y el único que le saca partido a esta situación es el Frente Nacional…creo que una victoria de Syriza en Grecia representa la última oportunidad que tiene François Hollande de cambiar esta situación.
¿Qué propuestas son las que hace usted a la Troika?
Pedimos, primero, diez o quince días para concluir nuestro plan, que queremos sea a la vez muy detallado y muy completo. Este plan se organizará en torno a cuatro pilares.
El primer pilar tiene que ver con la deuda griega. Queremos formular propuestas que no pueda rechazar ni siquiera Wolfgang Schäuble [ministro alemán de Finanzas]. No faltarán recortes claros de la deuda. Propondremos una formula por la que la devolución de la deuda dependa de la evolución del PIB nominal. La idea consiste en que Europa sea socio nuestro en el crecimiento y no tenga que contar con nuestra miseria. El segundo pilar lo constituyen las reformas.
Pero Europa y la Troika argumentan que el gobierno de Antonis Samarás es la mejores garantías de las “reformas”…
Esto es evidentemente falso. Antonis Samarás efectuó la cirugía con cuchillo de carnicero. Queremos usar láser, no matar al paciente. Pero, por supuesto queremos reformas, queremos acabar con la cleptocracia
que arruina el país. Y eso no significa destruir empleos o vender empresas propias de saldo
¿Y el tercer pilar?
Se refiere a la inversión. El problema de inversión en Grecia no debe concernir sólo a Grecia. Syriza se ha comprometido a mantener un presupuesto equilibrado, y no podemos por tanto esperar que el gobierno griego resuelva este problema. Así pues, necesitamos un plan ambicioso a escala europea.
Pero ¿no está Jean-Claude Juncker gestionando ya ese plan?
No deja de asombrarme la estupidez de este plan. Es como darle una aspirina a un muerto. Además, la flexibilización cuantitativa (QE) de Mario Draghi tampoco es una buena idea. Probablemente sólo ha de alimentar búrbujas en los mercados financieros. Sin embargo, Europa tiene una herramienta de inversión, el Banco Europeo de Inversiones (BIE), que se muestra actualmente demasiado tímido en sus acciones, no sólo porque teme por su clasificación (rating) sino porque se han de financiar sus inversiones.
Hay pues que liberar la capacidad del BEI de iniciar un verdadero “new deal” para Europa e inyectar un 6-7% de PIB de la zona euro en la economía. Y si Mario Draghi quiere comprar deuda pública, sería más útil que la comprara en el mercado secundario de bonos del BEI. Será mucho más útil que comprar deuda alemana. Las tasas de ésta última deberían por tanto de mantenerse bajas para poder financiar así la nueva oleada de inversiones que Europa – y no sólo Grecia– necesita.
¿Y el último pilar del programa de Syriza?
Es el de encarar la crisis humanitaria de Grecia. Pero, nuevamente, creo que deberíamos reflexionar a escala europea. En los EE.UU., los vales de comida han ayudado a salir de la pobreza a centenares de miles de hogares. ¿Por qué no recurrir a las prestaciones del Eurosistema, la red de bancos centrales de la zona euro, para financiar esos bienes en Europa? Con ello se incrementaría la fortaleza política de Europa, la gente podría darse cuenta de las ventajas de la pertenencia a la zona euro.
Sin embargo, se tiene la impresión de que esas propuestas se van a enfrentar inevitablemente a un rechazo, sobre todo de Alemania, puesto que en Berlín no quieren una unión de transferencias…
Me permito discrepar. Sea lo que fuera que Alemania haga o diga, de todos modos, paga. Y en 2010 yo tenía la sensación de que nosotros, los griegos, no teníamos el derecho moral de aceptar dinero de los contribuyentes alemanes para pagar a nuestros acreedores. En realidad, este dinero acaba en un agujero negro y lo que les pedimos es que se gasten su dinero con más inteligencia. ¿Por qué pedirle a Grecia que solicite dinero a los contribuyentes alemanes para devolverlo al BCE? ¿Porque Jean-Claude Trichet, el peor responsable de un banco central de la historia, así lo decidió en cierta ocasión? Hagamos lo posible para que el BEI realice la labor para la que ha sido creado.
Concretamente, Grecia tiene que pagar 6.000 millones de euros al BCE en junio. ¿Los pagará?
Si tenemos dinero, desde luego. Y si no, habrá que discutirlo. No obstante, yo recalcaría la estupidez de la idea de reembolsar al banco central. Es la primera vez en la historia y nunca ha ocurrido. La pregunta que hay que hacerle a Europa es: ¿por qué seguir alimentando con estas decisiones a movimientos como Amanecer Dorado o el FN?
Pero el BCE está presionando a Grecia exigiendo un acuerdo con la Troika. ¿Cree usted que, en caso de una victoria de Syriza, puede bloquear el acceso de los bancos griegos a la liquidez o al menos amenazar con actuar así, como sucedió en el caso irlandés?
Se puede considerar la actitud del BCE respecto a dos cuestiones. La primera: el BCE está presionando a Grecia. La segunda: presionó a la Troika. Lo que busca es un acuerdo, así que vamos a asegurarnos de que se llegue a ello. Respecto a los irlandeses, me gustaría acentuar que la situación es muy diferente. Si Irlanda ha aceptado a la Troika, ello se debe a que el gobierno irlandés de aquel entonces no trató de oponer resistencia y la Historia lo juzgará duramente por ello. Pero, en este caso, Jean-Claude Trichet se excedió por completo en su mandato al obligar a transformar su deuda privada en deuda pública. Arderá en el infierno por esto, o por lo menos tendrían que juzgarlo en algún tribunal europeo… El gobierno de Syriza no se comportará como el gobierno irlandés de entonces.
Pero ¿y si no se llega a un acuerdo, o no es posible?
Pues, esto lo digo claramente: es preferible la muerte. El verdadero déficit de Grecia es el de la dignidad. Debido a esta falta de dignidad es por lo que hemos aceptado medidas estúpidas y con ello se ha alimentado un ciclo vicioso de indignidad que a su vez mantiene el descontento, el temor y el resentimiento. Nada de esto es bueno. Debemos recobrar nuestra dignidad y el espíritu que, el 28 de octubre de 1940, nos impulsó a contestar que “no” al ultimátum de la Italia de Mussolini. En aquel momento, no teníamos medios para decir “no” y, sin embargo, eso fue lo que respondimos (Nota: el 28 de octubre de 1940 el dictador griego Metaxás rechazó con un legendario “no” someterse al ultimátum italiano. En la guerra consiguiente, los griegos pusieron en serios aprietos al ejército italiano). Debemos recobrar el espíritu del 28 de octubre.
¿Qué entiende usted por “muerte”? ¿La salida de la zona euro?
El término “muerte” era alegórico. Y como en cualquier alegoría, cuanto menos se diga, mejor, y esto resulta comprensible. Por lo que toca a la salida de la eurozona, quiero recalcar que tenemos derecho a seguir en la zona euro. Nadie puede poner eso en tela de juicio.
En su libro El Minotauro global indica usted que la crisis de 2008 señala el final de una época de la economía global, en la que el doble déficit norteamericano alimentaba los superávits germano-chinos y el crecimiento financiero. ¿Qué nueva época está a punto de nacer y qué papel puede desempeñar en ella la victoria de Syriza?
Yo no sé qué aspecto tendrá la economía del futuro. Pero es seguro que lo que he llamado “Minotauro” está agonizando. El actual crecimiento norteamericano no puede ocultar dos realidades: los empleos creados son, con frecuencia, precarios, y reciclar los superávits generados por los déficits norteamericanos de Wall Street ya no resulta posible. Para mí, el factor decisivo será el del nacimiento de una nueva Ilustración. Grecia puede suponer un atisbo de oportunidad. No somos lo bastante grandes como para cambiar el mundo, pero podemos obligar a Europa a que cambie.
Sinpermiso - 8 de enero de 2015