"Guerra de plumas": el rol de las imprentas y los periódicos en tiempos de la independencia argentina
Por ejemplo, en la prensa de esa época también existía una suerte de "plagio", mencionó la especialista. Ese plagio no se correspondía con el aspecto legal que hoy conocemos como "derecho de autor, sino más bien de apropiaciones de ciertos contenidos", aclaró.
Es decir que los discursos podían adaptarse porque el lenguaje de la revolución era similar en los diferentes lugares donde se llevaba a cabo.
Sin embargo, la multiplicidad de opciones que hoy existen para publicar desde un texto hasta una imagen, tanto en papel como en forma virtual, dista mucho del escenario independentista. Pero la cantidad no le resta importancia a la calidad, y en este sentido, tampoco a la única imprenta que existió en la ciudad de Buenos Aires desde 1810 a 1815, la Real Imprenta de Niños Expósitos, de donde salieron nada más ni nada menos que las proclamas, los bandos y, fundamentalmente, la Gaceta de Buenos Aires, de Mariano Moreno.
"Las primeras imprentas que hay en una parte del Virreinato del Río de la Plata son unas muy particulares que hacían los mismos jesuitas con maderas, que a diferencia de otras no llegan desde Europa", comentó la historiadora.
El virrey Vértiz fue quien compró la imprenta de Niños Expósitos, que instaló luego en un orfanato de la Ciudad de Buenos Aires.
"Su principal función va a ser generar recursos para la institución", la cual se iba a poder beneficiar de sus ganancias, agregó Pasino.
De la imprenta de Niños Expósitos no solo salieron La Gaceta de Buenos Aires, sino también otros periódicos importantes como El Censor, de Vicente Pazos Silva, y el Correo de Comercio, de Manuel Belgrano.
"Lo que queda de esa máquina alrededor de la década del 20 fue enviado a Salta por el gobierno de Buenos Aires. En tanto que algunas partes de la maquinaria se fundieron para hacer balas", comentó la historiadora.
A partir de 1815 se multiplica el escenario de las letras con la aparición de imprentas nuevas. Cuando se establece el Estatuto Provisional, el mismo plantea la necesidad de que, por un lado, el Cabildo de Buenos Aires tenga su propia imprenta y su propio periódico, y la existencia también de una imprenta del Estado.
"Luego, el Estatuto va a permitir las imprentas particulares y ahí va a aparecer la imprenta de Gandarillas", refirió la historiadora.
Además, en 1816 llegó la imprenta Del Sol a Buenos Aires, comprada directamente en Londres.
Respecto de la Banda Oriental, en 1806, en Montevideo (Uruguay), los ingleses van a establecer la primera imprenta volante.
Desde allí sacaron el periódico La Estrella del Sur (The Southern Star) que se editaba en versión bilingüe. "La Estrella del Sur es un periódico que van a silenciar bastante en Buenos Aires, de hecho hasta se prohíbe leerlo", contó Pasino.
Pero luego, cuando los ingleses se retiraron del territorio, la imprenta de La Estrella del Sur fue desmontada y trasladada a Buenos Aires para integrar las máquinas de la Casa de los Niños Expósitos.
La historiadora remarcó que la imprenta era fundamental para la edición de periódicos, pero también señaló que eso iba unido a las distintas legislaciones sobre libertad de imprenta. "Hay que tener en cuenta que en todo este tipo de legislación de época aparece la cuestión de la responsabilidad, donde el impresor tiene parte", relató.
La mayoría de los periódicos en el momento de la Independencia eran políticos, mientras que los culturales surgieron en la época del '20. Uno de los nombres más comunes que llevaban las publicaciones de aquellos tiempos "era 'Gaceta' pero también aparecen con fuerza 'El Censor', que eran periódicos cuya función pasaba por cuestionar a la prensa oficial", explicó Pasino.
Otro tópico interesante respecto de los nombres en aquella época es el de las denominaciones "publicista" en lugar de "periodista": "El rol de los publicistas de la Revolución era central en las publicaciones ya que decidían qué publicar o qué iba a tapa", contó la historiadora. Así distinguió que en esa época "publicista" se refería a "periodista", ya que este último no era un término conocido. Aunque sí era frecuente el término "gacetero".
"Los periódicos fueron actores políticos importantes, y en cada una de sus páginas se formaba la opinión pública", concluyó la historiadora.
Télam - 4 de julio de 2016