Hablando en mucha plata
Un informe basado en lo que esperaban ganar los productores sojeros y lo que cobran ahora muestra que el sector se llevó una agradable sorpresa. La suba de precio de herbicidas y fertilizantes es un factor menor; lo que más pesa es la renta. Y la suba de precios internacionales compensa todo, largamente.
Los dirigentes de las entidades agropecuarias están tratando de convencer a los legisladores de que las retenciones móviles a la soja les restaron rentabilidad y en algunos casos les hacen perder dinero. Aseguran que el Gobierno no tuvo en cuenta el aumento de los precios de insumos, como los herbicidas y los fertilizantes. Incrementos que, señalan, subieron fuertemente el total de sus costos. PáginaI12 tuvo acceso exclusivo a un informe oficial sobre esa cuestión que circula en los principales despachos del Gobierno, basado en datos de Márgenes Agropecuarios, la publicación más importante del sector. El documento revela que la incidencia de esos insumos es poco relevante en la ecuación económica de los productores. Según los datos de la revista más consultada por el sector en conflicto, el costo más importante es el del arrendamiento de la tierra; luego sigue el de comercialización; tercero, la siembra; cuarto, la cosecha y por último los herbicidas y fertilizantes. De éstos, el más caro es el glifosato, que como máximo significa el 7 por ciento del costo total de una explotación agropecuaria. Así, el informe concluye que, a pesar del aumento de costos y de la implementación del nuevo esquema de retenciones móviles, todos los productores ganan más en la actualidad que en el momento en que sembraron en octubre.
Por ejemplo, un productor de 150 hectáreas de Santiago del Estero sembró esperando una rentabilidad de 203 dólares por hectárea. En el momento de la cosecha, aun tomando en cuenta los costos actualizados y ya con el nuevo esquema arancelario, su ganancia se elevó a 241 dólares, un 19 por ciento más. Si además se presentó a cobrar las compensaciones, su renta se elevó a 349 dólares, un 74 por ciento más que lo estimado al sembrar.
A su vez, un productor de 2000 hectáreas en la pampa húmeda estimaba en el momento de la siembra una ganancia de 506 dólares por hectárea. Al levantar la soja, tomando en cuenta los nuevos costos y el aumento de las nuevas retenciones, consiguió una ganancia de 667 dólares, un 32 por ciento más.
Más de cincuenta mil productores reciben mensualmente la revista Márgenes Agropecuarios. Así comparan sus costos y conocen las novedades de insumos y tecnología en artículos escritos por los más reconocidos ingenieros agrónomos y economistas del sector. El informe al que accedió este diario incluye un relevamiento de su ejemplar de octubre de 2007, cuando se sembró la soja, y el de mayo, cuando se terminó de cosechar. En este trabajó se comparó la rentabilidad esperada al realizar la inversión, con la realmente conseguida luego del aumento de las retenciones y los costos, para los casos de una explotación pyme de la pampa húmeda y otra de Santiago del Estero. También se comparó la expectativa y el resultado de un campo de 2000 hectáreas en ambas áreas. En el relevamiento se analizaron las distintas rentabilidades teniendo en cuenta los costos para el caso de que los campos sean propios o alquilados. Por último, se realizó el mismo cálculo para los propietarios que en lugar de trabajar sus campos los arriendan. En todos los casos, la rentabilidad en el momento de la cosecha, con retenciones móviles incluidas, es superior a la esperada en el momento de la siembra.
Los costos
Uno de los argumentos que más utilizan los dirigentes agropecuarios para justificar su reclamo es que sus insumos subieron tanto de precio, que les comieron la rentabilidad. Del que más hablan es del glifosato, un herbicida cuyo principal comercializador es Monsanto y que mata todo tipo de hierba-maleza pero no la soja transgénica. Entre octubre y mayo ese producto aumentó un 43 por ciento. Su participación en los costos varía de un 3,5 a un 7,0 por ciento según el tipo de explotación. O sea que, como máximo, el glifosato incrementó los costos de producción de soja en un 3 por ciento. Esto en el caso de un pequeño productor de la zona extrapampeana. El resto de los agroquímicos y fertilizantes tuvieron un incremento de precios menor y su ponderación en los costos tiene aun menos relevancia.
Cada vez más productores tercerizan la siembra y la cosecha. Esos costos, que sumados rondan entre el 14 y el 18 por ciento según el tamaño y tipo de explotación, se pagan en quintales de soja. Pero el precio que se toma es luego de retenciones. En la llamada zona núcleo, lo mejor de la pampa húmeda, es donde se consiguen los mejores rindes. En esa región, que abarca parte de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, un pequeño campo de 150 hectáreas sembró en octubre último con la expectativa de conseguir una rentabilidad de 434 dólares por hectárea. Al cosechar, ya con un 44 por ciento de retenciones, su ganancia se elevaba a 529 dólares, un 21 por ciento más. Pero luego tuvo la posibilidad de reclamar una compensación porque no llega a las 500 toneladas por año. Si la realiza, la renta llega a 681 dólares la hectárea, un 56 por ciento por arriba de lo estimado en la cosecha. Hablando en plata: esperaba ganar 205 mil pesos, recibió 250 mil y si reclamó las compensaciones, cobró un total de 322 mil pesos.
Márgenes Agropecuarios ofrece el mismo caso, pero pagando el alquiler del campo, y actualiza el precio de la renta para tener los costos al día. Así, un productor que arrendó 150 hectáreas en la zona núcleo estimaba una ganancia en el momento de la siembra de 112 dólares y terminó ganando 149 dólares, un 37 por ciento arriba de lo esperado. Si se le suma la compensación por pyme, la rentabilidad total alcanza los 229 dólares, un 103 por ciento más que en el momento de la siembra. Así, de 52.900 pesos que pensaba ganar, puede conseguir con la compensación incluida 108.400 pesos.
El informe explica que en los seis meses que tardó la semilla de soja en convertirse en el preciado poroto y estar listo para ser cosechado el precio internacional de la oleaginosa se incrementó en un 100 por ciento. En ese mismo lapso las retenciones subieron 17 puntos porcentuales, pasando de un 27 por ciento en octubre (un 35 por ciento en noviembre) a un 44 por ciento en el momento de la cosecha. Es decir que primero duplicó su valor y luego el Estado le quitó un 17 por ciento extra. Por eso, a pesar del aumento de los costos, en todos los casos la renta actual es mucho mayor que la esperada en el momento de la siembra.
Los gastos de comercialización sojera varían entre un 16 y un 25 por ciento del costo total y dependen del tamaño y de la ubicación de la explotación. Un productor pequeño tiene costos mayores y el flete en algunas zonas tiene un impacto importante. Un campo de 2000 hectáreas en Santiago del Estero se sembró de soja en octubre último esperando una ganancia de 276 dólares la hectárea. En el momento de levantar la cosecha, con las retenciones móviles ya establecidas, terminó arrojando una rentabilidad de 360 dólares la hectárea. En total, de los 1,74 millones de pesos que pensaba ganar, terminó recibiendo un 36 por ciento más: 2,27 millones de pesos, un extra de 510 mil pesos en seis meses. Si el campo es alquilado el productor pasó de un estimado de 730 mil pesos a una ganancia real de 998 mil pesos.
El informe oficial fue realizado en base al número de mayo de la revista de los productores agropecuarios, con un precio de 490 dólares la tonelada de soja. El viernes último cerró a 548 dólares y las retenciones ya llegan al 46,5 por ciento. Los dirigentes agropecuarios han instalado en los medios que cuanto más suben las retenciones, más pierden: la realidad es la opuesta. Las retenciones suben porque el precio de la soja aumentó y de ese incremento más de la mitad queda en manos del productor. Es decir que los que sembraron en octubre y aún no vendieron, recibirán una ganancia mayor aun que la expresada en esta nota.
*Periodista de Página 12, sección Economía
Fuente: [color=336600]Página 12 - 22.06.2008[/color]