Hegemonía, elecciones y el Estado en las Sombras

Mónica Peralta Ramos * (Especial para sitio IADE-RE) | La autora evidencia "un Estado en las Sombras, es decir, de una estructura de relaciones mafiosas que se reproduce oscuramente dentro de las instituciones democráticas, las vacía de contenido e impone al conjunto de la sociedad intereses específicos de poder y de dinero que son la antítesis del Interés General de la sociedad". 

El éxito del gobierno en las elecciones de octubre pasado ha sido interpretado por sectores del oficialismo y por algunos analistas políticos como indicador de la emergencia de un fenómeno nuevo:  la hegemonía social de un proyecto de derecha. Desde nuestra perspectiva, estas elecciones constituyen un fulgor que anticipa la tempestad de una crisis de gobernabilidad. En lo que sigue abordamos el análisis de este problema cuya discusión tan necesaria trasciende los límites de este espacio.

Las elecciones de octubre constituyen la culminación de un momento único signado por la desaparición forzada de Santiago Maldonado durante la represión de una protesta social en plena campaña electoral. Este hecho interpela a nuestra sociedad y a sus instituciones democráticas. Expone la esencia que comparten los conflictos actuales por la apropiación de ingresos y recursos naturales con la expropiación del territorio de los pueblos aborígenes, invisibilizada desde los albores de la República. Muestra que la desposesión sólo es posible con coerción y que ésta se vuelve “natural” cuando deviene invisible.

Desde los orígenes del tiempo, la humanidad ha enfrentado el drama de la desposesión buscando gobernabilidad social a través de distintas formas de organización social, política y cultural. En el mundo occidental las instituciones democráticas hicieron posible una gobernabilidad asentada en el principio del “gobierno del pueblo y para el pueblo”. En nuestro país, sin embargo, la crisis de legitimidad de las instituciones democráticas ha sido una constante durante la mayor parte de nuestra historia. El fraude electoral, la proscripción política y los golpes de Estado desembocaron en la terrible aberración del Terrorismo de Estado. Su derrumbe fue sucedido por más de 30 años de funcionamiento de las instituciones democráticas, con elecciones libres y sin proscripciones políticas. Durante este período, la lucha por consolidar el Estado de Derecho y la vigencia de los Derechos Humanos fue permanente.  Sin embargo, este mismo ciclo también se caracterizó por la injerencia endémica de los servicios de inteligencia en la vida política y en la manipulación de los tres poderes del Estado, por la existencia de vastas redes de clientelismo y corrupción, por el bloqueo de la representación tanto dentro de los partidos políticos como de los sindicatos y por la fragilidad de la libertad de expresión.  

Hoy estos fenómenos dominan la coyuntura política y desnudan la presencia de un Estado en las Sombras, es decir, de una estructura de relaciones mafiosas que se reproduce oscuramente dentro de las instituciones democráticas, las vacía de contenido e impone al conjunto de la sociedad intereses específicos de poder y de dinero que son la antítesis del Interés General de la sociedad. Esta estructura mafiosa trasciende a nuestras fronteras y es consecuencia del sismo económico y político que sacude a la civilización occidental. En este contexto, diferentes “golpes blandos” intentan controlar el cuestionamiento político y social expresado a través de distinto tipo de movimientos populistas. 

Las transformaciones económicas ocurridas en los Estados Unidos en las últimas décadas han impactado sobre su sistema institucional generando un Estado de Seguridad Nacional con un núcleo de poder cada vez más concentrado: un Estado en las Sombras que hoy conduce un “golpe blando” en el propio centro del capitalismo monopólico global (M.P.R “El laberinto del Minotauro: Trump y el Estado en las Sombras”, IADE, Realidad Económica. Nº. 309) Así, la integración de la estructura económica y financiera mundial a partir del dominio del capital monopólico global sobre la tecnología de punta y sobre todos los aspectos de la vida en sociedad ha dado origen a una estructura institucional basada en el espionaje global y la manipulación estratégica de la opinión pública mundial. 

Estos fenómenos han engendrado un nuevo ordenamiento mundial basado en la militarización creciente de la inteligencia artificial y de la robótica aplicadas a la integración en profundidad del espacio aéreo y del ciberespacio.  El mundo es hoy controlado por una “matriz” que, como un gigantesco sistema nervioso, intenta “conectar todo con todo”, desde lo macro a lo micro y en todos los espacios (ciberespacial, aéreo, marítimo, territorial) que constituyen al planeta (www.defenseone.com 26/9/2017; www.nakedcapitalism.com/2017/09/high-tech-pork-pentagons-new-wonder-weapons).

El estallido de movimientos populares que cuestionan a “la autoridad establecida” en “todos los países del mundo” constituye una de las principales amenazas a este nuevo orden mundial. (www.ssi.armywarcollege.edu/pubs/display.cfm?pubID=1358)

En este contexto global, la “apertura al mundo” del gobierno de Macri adquiere un nuevo significado. No es sólo una política económica que nos integra al torbellino de la estructura financiera internacional a través del perverso mecanismo del endeudamiento creciente (M.P.R Página/12 6 12/16; 27.2/17). Es también una aventura que tiene por norte la desarticulación del populismo (i.e peronismo) a través de una manipulación institucional sin límites y aggiornada al nuevo orden internacional. 

Las operaciones mediático/judiciales para negar la desaparición forzada de Santiago Maldonado, ocultar la corrupción oficial y dividir a la oposición y el enorme blindaje mediático que reproduce noticias falsas y un relato único son formas de coerción que buscan “naturalizar” el disciplinamiento social ejercido por el Estado en las Sombras. Esto ocurre al mismo tiempo que el partido gobernante se reproduce en casi todo el país usando “naturalmente” los recursos   del Estado Nacional para cooptar a las redes clientelisticas existentes y ampliarlas   a lo largo y a lo ancho del territorio. 

Así, un partido de derecha que llegó al gobierno con legitimidad de origen, vuelve a validarse electoralmente pero al precio de descarnar al Estado en las Sombras. En el centro de esta paradoja explosiva se agazapa una estructura clientelística, corrupta, inamovible y “natural” que poco a poco sale a la luz. La incapacidad del anterior gobierno K de construir su proyecto de poder por fuera de esta estructura clientelística explica en parte no sólo su derrota política en el 2015 sino también las dificultades que hoy encuentra en la oposición.

El concepto de hegemonía presupone la existencia de relaciones de fuerza entre sectores con intereses antagónicos y divergentes cuya conflictividad ha sido mitigada a partir de concesiones mutuas que buscan concretar supuestos intereses compartidos. Presupone entonces el funcionamiento de mecanismos institucionales que articulan concesiones y legitiman un liderazgo. Hoy tenemos un escenario distinto: un gobierno que es jaqueado por una relación de fuerza económica incontrolable e insostenible (M.P.R Página12 18/9/2917), “fuga hacia adelante” utilizando abiertamente distintos mecanismos de coerción, develando en el proceso al Estado en las Sombras. En este contexto, las políticas que se adoptan contradicen abiertamente las promesas que se hacen. De ahí que, invocando un supuesto “diálogo con todos” con el objeto de llegar a acuerdos en los que supuestamente “cada uno pierde algo para que todos ganen”, el gobierno ha presentado un conjunto de reformas (laboral, tributaria, previsional y fiscal) que impulsan abiertamente una transferencia masiva de recursos desde los sectores más vulnerables hacia los que más tienen y subvierten derechos laborales y previsionales consagrados por ley. Estas reformas satisfacen viejas y reiteradas demandas empresarias sin contrapartida o concesión alguna. Asimismo, no acotan la pugna entre los sectores económicos más poderosos que, a través de la determinación de los precios en sus mercados cautivos, luchan por apropiarse de una mayor cuota de ingresos.  

Esta pugna dentro del bloque en el poder se agudiza por el fracaso de la política financiera y cambiaria para controlar la inflación. La bicicleta financiera “exitosa” ha tenido por consecuencia un tipo de cambio “planchado” que afecta el precio de las exportaciones e importaciones, acelera la fuga de capitales, inunda al mercado interno con importaciones e impulsa tanto el desabastecimiento de productos y cosechas como la retención de la liquidación de las divisas obtenidas con las exportaciones. Estos fenómenos agudizan el desequilibrio estructural de la economía, anuncian mayor inflación futura, erosionan la credibilidad del gobierno y potencian los conflictos sociales. 

En este escenario, la persistencia de la brutal represión a los mapuches, el trágico hundimiento del submarino Ara San Juan y la brutal represión en diciembre a la movilización popular contra la reforma previsional abren un poco más la ventana por la cual se atisban los pies de barro del triunfalismo de un gobierno cada vez más enredado en los tentáculos del Estado en las Sombras. 

El oficialismo intenta reproducir su éxito electoral de octubre en las futuras elecciones generales en 2019 dividiendo cada vez más a la oposición. Sin embargo, la dinámica de las relaciones de fuerza trasciende el tiempo lineal de los calendarios. Depende de la capacidad de construir espacios que, desde abajo hacia arriba, permitan superar las divisiones articulando alianzas entre diversos sectores sociales en torno a intereses comunes. Sin embargo, el éxito de este proceso dependerá, en última instancia, de la participación directa del ciudadano de a pie en las decisiones y en el control de la gestión de sus dirigentes. Este es el camino a seguir para recuperar las instituciones democráticas y concretar la inclusión social.

 

* Socióloga UBA. Doctora en Sociología Universidad René Descartes de Ciencias Humanas de la Soborna, París.

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