Hidrocarburos: el día que el oficialismo votó sin aplausos
No hubo gestos de victoria, arengas triunfalistas ni esbozos siquiera de aplausos cuando, el 13 de septiembre, el oficialismo logró aprobar en Diputados el proyecto que concede beneficios impositivos a las grandes petroleras que operan en el país.
Autor: Armando Vidal
Fuente: Clarín
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Para el bloque del Gobierno fue la primera sanción con sabor a sapo amargo. Este miércoles, los oficialistas del Senado —que son amplia mayoría— se aprestan a transformar en ley el proyecto.
Si la política petrolera de Nés tor Kirchner es la continuación de la de Carlos Menem, como coincidió toda la oposición en Diputados (radicales, aristas, provinciales y otros), distinto fue en setiembre de 1992, cuando el oficialismo menemista de entonces, que devendría en el kircherismo de hoy, votó en esa misma Cámara la privatización de YPF.
La diferencia está en las portadas de los diarios de la mañana siguiente. En aquellas aparecía el jefe del bloque justicialista Jorge Matzkin festejando con sus compañeros al pie de las bancas. Tenía cierto atenuante: había debido vencer varios boicot a la conformación del quórum, problema que no tiene hoy el bloque de la Casa Rosada.
El duro debate que enfrentó el oficialismo este año puede compararse con aquellas sesiones en las que el menemismo se abrió paso para construir su propia y pasajera historia. Tuvo de entrada el apoyo del diputado Alvaro Alsogaray que, en 1989, les decía en el recinto a los peronistas que no entendían la importancia de votar a favor la reforma del Estado, ésa que dio lugar a las privatizaciones.
Más allá de los esfuerzos de los diputados Alfredo Fernández, Graciela Camaño y del propio Agustín Rossi, presidente de la bancada kirchnerista, el peso de la argumentación opositora en la pulseada del miércoles fue mucho mayor.
Para fundamentar la vinculación de la política de Néstor Kirchner con la de Carlos Menem, los opositores hablaron en el debate sobre la muerte de la estatal YPF y sobre la creación, hace dos años, de la petrolera ENARSA.
Claudio Lozano (CTA) no halló respuestas cuando sostuvo que las empresas beneficiadas siguen operando sin ningún control estatal. El entrerriano Juan Carlos Godoy (Concertación Entrerriana) tampoco, cuando para dar idea de la magnitud del negocio resaltó que en un reciente ejercicio la EXXON premió a su máximo directivo con "un sueldo especial de 400 millones de dólares" (sic).
El radical Miguel Angel Giubergia no logró que le explicasen por qué había que promover a empresas que explotaban a un costo máximo de 7 dólares por barril cuando el precio internacional es de unos 60. Alicia Comelli (Movimiento Popular Neuquino) no consiguió que nadie reaccionara cuando aseguró que Oscar Parrilli —secretario general de la Presidencia—, que había fundamentado desde la banca la venta de YPF, no estuvo en Cutral Có para explicar lo que había hecho.
La arista Elisa Carrió cotejó lo que hacen en defensa de sus in tereses Brasil y Chile, y definió a ENARSA como el instrumento jurídico "al servicio de la misma entrega" de los 90. Ni siquiera el cordobés Oscar Aguad consiguió que le dijeran cómo era que los radicales se flagelaban todos los días por el gobierno de Fernando de la Rúa y los justicialistas no se hacían cargo de nada.
Para debates equivalentes en el futuro habrá que elegir mejores espadas. O condimentar los sapos. Al menos, en el Congreso.