“Hoy la lucha es contra el capital”
El encuentro de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), el primero que se realiza sin Chávez, impulsor del bloque conformado en 2004, también delineará una posición común frente a la Alianza del Pacífico. Este último grupo conformado por Chile, Colombia, Perú y México es visto por miembros del ALBA como un intento de reflotar un área de libre comercio en la región. “Vamos a debatir cómo fortalecer nuestra alianza bolivariana, cómo retomar esa tarea que nos ha dejado el compañero Hugo Chávez”, declaró el mandatario boliviano Evo Morales a su llegada a Guayaquil.
Previo a la cumbre de ayer, Morales y su homólogo Rafael Correa sostuvieron un encuentro en Quito la semana pasada, en el que criticaron abiertamente la Alianza del Pacífico. “Mientras yo sea presidente, Ecuador no entrará en ninguna de estas aventuras”, declaró Correa, cuyo país, a diferencia de Bolivia, tiene acceso al océano Pacífico.
En el discurso inaugural de la XII cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que se celebra en la ciudad ecuatoriana de Guayaquil, el presidente del Ecuador, Rafael Correa, subrayó la necesidad de defender a los pueblos ante estas manifestaciones de poder. Es necesario “evitar que nuestras democracias sean restringidas” y “mantener nuestras soberanías, que están en peligro con ese orden mundial inmoral”, señaló el gobernante, quien consideró que el borrador de declaración final de la cumbre es “tremendamente tibio” ante estas amenazas.
Criticó el espionaje internacional, los tratados de protección recíproca de inversiones, las transnacionales, los centros internacionales de arbitraje y la prensa “mala”, que calificó de “letal” para las democracias, al tiempo que cuestionó el papel de la Organización de Estados Americanos (OEA) y reclamó reformas en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH).
El gobernante dio la bienvenida a los presidentes Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Evo Morales y delegaciones de los países del ALBA, a la que pertenecen Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Nicaragua, San Vicente y Granadinas y Venezuela, así como Ecuador. El ALBA fue creado hace nueve años por los entonces presidentes Hugo Chávez y Fidel Castro.
Esta cumbre de Guayaquil surge de la “necesidad de realzar una alianza que es bastante frágil” porque siempre estuvo atada al “personalismo de Chávez”, dijo Andrés González, politólogo y profesor de Relaciones Exteriores de la Universidad San Francisco de Quito. Los países miembro buscan “enviar un mensaje muy claro: el ALBA sí funciona y tiene un peso político”, agregó.
Correa invitó a los gobiernos a reflexionar sobre temas como el SIDH, cuya reforma defiende el país andino en foros internacionales por considerar absurdo que Washington sea la sede de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pese a no haber ratificado el Pacto de San José, que es el “fundamento” del mismo. Es una “irracionalidad” que la sede se encuentre en el país que promueve el bloque contra Cuba, dijo Correa, quien se preguntó: “¿Hasta cuándo toleraremos esto?”.
El mandatario, que calificó de “atrocidad” el reciente incidente vivido por el presidente de Bolivia, Evo Morales, a cuyo avión se impidió acceder al espacio aéreo de países europeos, mencionó como ejemplo de la necesidad de fortalecer la unidad latinoamericana la negativa del Reino Unido a dialogar con la Argentina sobre las Islas Malvinas. Ante ello, Correa apeló a los instrumentos que brindan el ALBA, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) para avanzar en la integración.
El mandatario anfitrión anticipó que la cumbre servirá para ventilar temas como el plan estadounidense de vigilancia global revelado por el ex contratista norteamericano Edward Snowden, quien espera asilo en Rusia. Snowden, acusado por Washington de espionaje, recibió ofertas de protección de Venezuela, Bolivia y Nicaragua.
Ecuador propondrá acelerar la creación de centros regionales de arbitraje que resuelvan las controversias entre los Estados y empresas extranjeras.
Según Correa, las actuales entidades están dominadas por las transnacionales y son un instrumento de dominación contra los Estados.
Ecuador enfrenta millonarias demandas internacionales de las petroleras Chevron y Occidental.
El mandatario ecuatoriano resaltó además que la lucha contra la pobreza es el gran “imperativo moral” que tienen los gobiernos latinoamericanos ante sí para combatir “la esclavitud del siglo XXI”, como definió el hecho de “tener gente viviendo en la pobreza”. Y para ello defendió el uso racional de los recursos naturales no renovables para lograr un desarrollo con soberanía.
Página/12 - 31 de julio de 2013