¿Inconsistencias discursivas?
- A pesar de los coletazos de la crisis mundial, la rentabilidad sobre ventas alcanzó el 14,4 por ciento en el cuatrienio 2008-2011, cerca del doble de las internalizadas por las 200 empresas de mayor tamaño del país y, por ejemplo, casi tres veces por encima de la registrada por Siderar en 1998.
- Poniendo el foco en materia de inversión, cabe apuntar que ha sido relativamente pobre el “esfuerzo inversor” de Siderar durante la posconvertibilidad: la inversión neta sobre ventas alcanzó, apenas, el 5,3 por ciento en el período 2003-2011.
- Incluso, y manifestando ciertas inconsistencias con lo esbozado por el principal propietario del Grupo Techint, el volumen de inversiones reproductivas fue, medido en dólares, un 21,8 por ciento más elevado en el período “de incertidumbre para las inversiones” (período 2008-2011) que durante los cuatro años previos (2004-2007).
- Por último, si bien no es privativa –ni mucho menos– del comportamiento de esta compañía (sino, más bien, es la conducta media de las grandes empresas que operan en el medio doméstico), cabe mencionar que durante la posconvertibilidad han manifestado una conducta pasible de ser calificada como “reticencia inversora”. Tal es así que la relación entre las inversiones netas y las ganancias netas fue del 28,4 por ciento en el período 2003-2011. Es decir, una baja reinversión de utilidades en el marco de muy elevadas tasas de retorno.
En estas condiciones, el enigma a resolver es si en las notas de Rocca subyacen “inconsistencias discursivas” o si, en una suerte de “teoría conspirativa”, habría ciertas intencionalidades políticas en esos comentarios. Es que, precisamente, su intervención coincide con el avance del Estado en las relaciones económicas.
Tal es el caso de, entre otras, la política del Gobierno para que las empresas en las que el Estado tiene participación societaria reinviertan sus utilidades, la expropiación del 51 por ciento de las acciones de YPF y la derogación de la desregulación del mercado de hidrocarburos. También, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central (y la obligatoriedad de las entidades financieras a destinar un porcentaje de sus depósitos a la inversión productiva), la implementación del plan de viviendas Pro.Cre.Ar., las negociaciones con las empresas extranjeras con miras a lograr una menor remisión de utilidades al exterior y una mayor reinversión en la economía local y la inminente implementación en su totalidad de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Si bien, en muchos de estos casos, las medidas obedecieron a la necesidad de responder a dificultades coyunturales, en los hechos está claro que a partir del año en el que supuestamente se “perdió competitividad”, el Gobierno avanzó trastocando ciertos intereses del gran capital, el cual pugna por mantener las ganancias extraordinarias que dimanaron de la megadevaluación de 2002. Lo que está en juego, por ende, es la reconfiguración del sistema de alianzas de forma tal de darle sustento político-social al carácter popular de las nuevas medidas adoptadas.
Página/12 - 12 de septiembre de 2012