La EPD

Las tensiones en el frente cambiario y financiero son expresiones de un debate medular que recorre la historia económica local referido a las características del desarrollo. Es una cuestión ocultada por análisis de coyuntura confundidos entre deseos de fracaso político, ideología conservadora y realidad económica. El Gobierno ha tenido un mensaje elocuente sobre el objetivo de industrialización con más empleo e inclusión social, que puede exhibir en robustas variaciones positivas a lo largo de su ciclo político. Pero no ha tenido una estrategia articulada para enfrentar las consecuencias de ese crecimiento, teniendo en cuenta la existencia de una Estructura Productiva Desequilibrada (EPD). Esta se encuentra en la base del desarrollo nacional y se hace visible cuando irrumpe lo que se conoce como restricción externa. Esto es, la escasez de divisas para abastecer a esa industria demandante de crecientes insumos importados y el aumento del consumo doméstico por el alza de ingresos, que incrementa la compra de bienes suntuarios (autos de mediana y alta gama, electrónica de última generación y turismo al exterior).

La estrategia del desarrollismo en la Argentina

En el presente artículo se propone una aproximación tanto al pensamiento desarrollista que emergió en los años sesenta en la Argentina como al debate del que dicha perspectiva formó parte, en relación con el perfil y la estrategia de industrialización nacional durante la segunda fase del proceso de sustitución de importaciones.

En primer término, se trabajará el diagnóstico sobre los obstáculos a la profundización de la industrialización por sustitución de importaciones y la propuesta de política emergente desde el desarrollismo, introduciendo a su vez el contexto de surgimiento y la trayectoria de quien se considera su principal referente

Gran heredero

Paolo, el gran heredero de la multinacional italiana, sabe, como nadie, que un factor clave de la acumulación originaria del capital de las grandes compañías es el Estado. Antes de la masiva extranjerización de las principales empresas durante los ’90, era difícil encontrar un grupo económico local cuyo primer impulso de crecimiento no estuviera vinculado con su relación con el sector público, sea por créditos blandísimos, patria contratista o simple reserva de mercados monopólicos. No se trata de un fenómeno original argentino, sino global. Si se analiza cualquier proceso de industrialización en cualquier lugar del planeta, siempre se encontrará detrás al Estado como gran benefactor de los grupos de capitalistas elegidos. Bien mirada, la idea de “capitalismo de amigos” es casi una redundancia.