Instrucciones para atenuar el cambio climático / Jeremy Rifkin
Las recientes revelaciones del esperado informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas son sombrías.
El informe señala que se estima que la temperatura global aumentará unos tres grados centígrados en el transcurso del siglo, lo que supone un nivel de temperatura sin precedentes desde el plioceno, hace tres millones de años. Los científicos advierten que semejante cambio climático producto de la actividad humana amenaza el futuro del planeta y a nuestra civilización. Lo que todos se preguntan es qué hacer.
Es necesario establecer cinco bases fundamentales para abordar el desafío del calentamiento global y generar una era de energía poscarbónica:
-maximizar la eficiencia energética en el uso de combustibles fósiles;
-reducir las emisiones de gases que producen un calentamiento global;
-optimizar la introducción comercial de energías renovables;
-establecer una tecnología de células de combustible de hidrógeno a los efectos de acumular energía renovable;
-crear redes de energía mediante las cuales ésta pueda distribuirse a todos los continentes.
Estas cinco bases crean el marco para una tercera revolución industrial.
A corto plazo, la forma más rápida de abordar el calentamiento global es reducir por lo menos un 20% el consumo de combustibles fósiles mediante la introducción de nuevas tecnologías eficientes en términos de energía, así como mejorar las prácticas cotidianas, tanto en los hogares como en las empresas y la comunidad.
En segundo lugar, todos los gobiernos tienen que establecer un límite de carbono y establecer un mecanismo que obligue a reducir un 30% las emisiones de CO2 y otros gases de invernadero para 2020 (en comparación con los niveles de 1990).
En tercer término, todo país tiene un gran potencial de energía renovable, ya sea solar, eólica, hidroeléctrica, geotérmica, de biomasa o de las olas. Cada gobierno debe imponerse la generación del 33% de la electricidad del país y del 25% del total de la energía que necesita a partir de fuentes de energía renovables para el año 2020.
En cuarto lugar, todo país debe comprometerse a hacer a largo plazo la transición a una era de energía de hidrógeno. El hidrógeno es el elemento más abundante y liviano del universo y, cuando se lo utiliza como fuente de energía, los únicos subproductos que se generan son agua y calor. Hace más de treinta años que nuestras naves espaciales usan células combustibles de hidrógeno. El hidrógeno nos llevará a una era poscarbónica.
¿Por qué el hidrógeno? Porque es la mejor manera de acumular energía renovable, tanto para la red eléctrica como para el transporte. Es importante destacar que una sociedad con energía renovable es imposible a menos que la energía pueda acumularse en forma de hidrógeno.
Ello se debe a que la energía renovable es intermitente. No siempre hay sol, ni viento. No siempre hay agua, sobre todo si se produce una sequía y el rendimiento agrícola varía. Las células combustibles de hidrógeno brindan un medio de acumular energía renovable y asegurar una provisión energética confiable para la energía eléctrica y el transporte.
En quinto término, hay que reconfigurar la red eléctrica de cada país. Los mismos principios de diseño y tecnologías inteligentes que hicieron posible Internet, así como las vastas redes de comunicaciones globales descentralizadas, pueden utilizarse para rediseñar la red eléctrica de un país, lo que permitiría que empresas y hogares usaran la energía de manera más eficiente y produjeran su propia energía renovable con mayor facilidad, además de devolver el excedente de electricidad a la red. IBM ya está probando una tecnología de red eléctrica inteligente en comunidades de los Estados Unidos y Alemania.
Algunos analistas de la industria energética proponen una nueva generación de plantas de energía "libres de carbono". La industria sugiere que sería posible tomar el dióxido de carbono de las plantas de energía que utilizan carbón y acumularlo bajo tierra o en las profundidades de los océanos. Sin embargo, muchos científicos sostienen que no se sabe si la tecnología de captación y almacenamiento de carbono será viable en términos comerciales en las próximas décadas, o si se puede acumular dióxido de carbono de manera segura, sin que se produzcan filtraciones a la atmósfera.
Otros son partidarios de un mayor uso de la energía nuclear, pero eso aumentaría mucho la cantidad de desechos radioactivos peligrosos, plantearía graves amenazas a la seguridad en una era de terrorismo e incrementaría lo que los contribuyentes y los consumidores tienen que pagar por la energía.
La creación de un régimen de energía renovable, de tecnología de células de combustible de hidrógeno y de redes eléctricas inteligentes allana el camino para una tercera revolución industrial, y en el siglo XXI tendría un efecto multiplicador económico tan poderoso como la introducción de la tecnología de vapor y carbón en el siglo XIX y la del petróleo y el motor de combustión interna en el siglo XX.
Fuente: Clarín - 11.02.07