Irán-Israel: una venganza cuidadosamente calculada

Jean-Pierre Perrin

El ataque iraní busca dar un mensaje a Israel sin generar una escalada, y es tanto para consumo interno como de sus aliados regionales. Sin embargo, las acciones militares, destinadas a «vengar» el ataque israelí al consulado iraní en Damasco, traspasan un umbral: de la guerra de proxies se pasa a un ataque directo de Estado a Estado.

Con la Operación Promesa Honesta, Teherán se ha vengado. El propio líder supremo de Irán, el ayatola Alí Jamenei, lo ha reconocido abiertamente. En los minutos siguientes al inicio del ataque iraní contra Israel el sábado por la noche, repitió en su cuenta de X la amenaza que había lanzado unos días antes: «El régimen maligno será castigado». Pero se trataba de una venganza cuidadosamente calibrada, estratégicamente calculada para evitar una escalada regional real, y no destinada a infligir daños graves al Estado judío.

Para Teherán, el objetivo era mostrar a Israel que ya no aceptará observar cómo sus altos cargos son eliminados uno tras otro en Siria y el Líbano. E igualmente mostrar a sus aliados regionales, cansados de recibir duros golpes sin respuesta iraní, que tiene la capacidad de golpear a su enemigo y de hacerlo con una operación a gran escala. También fue un mensaje a la población iraní.

El hecho es que se ha atravesado un umbral. Por primera vez en su historia, la República Islámica de Irán, mediante el lanzamiento de varios centenares de drones y misiles, ha llevado a cabo un ataque directo, masivo y de Estado a Estado contra Israel.

Ha cambiado así la faz de la guerra, aunque para Teherán no haya sido más que una operación de represalia en respuesta al asesinato, el 1 de abril, en el consulado iraní en Damasco, de dos generales y de una decena de personas, entre ellas siete oficiales de la fuerza Al-Quds (uno de los nombres árabes de Jerusalén), rama de la Guardia Revolucionaria encargada de las operaciones exteriores de la República Islámica.

Hasta ahora, la guerra se ha librado entre bastidores, con el apoyo de Teherán, esencialmente a través de sus mandatarios (los hutíes yemeníes, ciertas milicias chiitas iraquíes, etc.) y sus aliados regionales: el Hezbolá libanés y, en menor medida, Damasco. El conflicto sale ahora a la luz, abriendo un nuevo ciclo de posible guerra abierta, sobre todo si Israel toma represalias. Un alto funcionario israelí ya ha declarado que habrá una «respuesta significativa», según la agencia Reuters, que citó a un canal israelí.

Tras el ataque contra el consulado de Damasco, perpetrado en pleno día por cazas israelíes, Teherán argumentó inmediatamente que se trataba de un ataque a su propio territorio, ya que el enclave goza de protección e inviolabilidad diplomática, y su personal, de inmunidad. Al día siguiente, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, calificó el ataque israelí de «violación de todas las obligaciones y convenciones internacionales». Los dirigentes iraníes creen estar en su derecho de tomar represalias contra el territorio israelí. El presidente iraní, Ebrahim Raissi, expresó su satisfacción en un comunicado publicado el domingo 14 de abril: «El agresor ha sido castigado».

Según varios expertos, el ataque israelí, combinado con los de meses anteriores, había afectado gravemente a la cadena de mando de la fuerza Al-Quds, sobre todo en lo que respecta al suministro a los grupos proiraníes de la región. Pero si bien Irán ha abandonado su concepto de «paciencia estratégica», que le permitió justificar su falta de respuesta a anteriores ataques israelíes, no parece querer entrar en una guerra declarada con Tel Aviv. «El caso puede considerarse cerrado», declaró el día X la Misión Permanente de la República Islámica de Irán ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). «Sin embargo, si el régimen israelí comete otro error, la respuesta de Irán será considerablemente más dura. Este es un conflicto entre Irán y el canalla régimen israelí, y Estados Unidos debe mantenerse al margen», añade el comunicado. La misma amenaza lanzó el presidente iraní : «Si el régimen sionista o sus partidarios se comportan de forma temeraria, recibirán una respuesta decisiva y mucho más contundente».

Estas advertencias apenas ocultan el temor de Teherán a verse arrastrado a un conflicto en el que tiene todas las de perder, justo en el momento en que se acerca a su capacidad nuclear. Según información de una fuente interna del régimen revelada por un experto francés, las Fuerzas Armadas iraníes solo tienen capacidad militar para unos 60 días contra Israel. Además, carecen de recursos financieros, que son el nervio de la guerra.

El comunicado emitido por la Misión Permanente de la República Islámica de Irán se publicó antes de que los drones y los misiles hubieran llegado a Israel, lo que da testimonio de la misma preocupación por ver incendiarse la región y, consecuentemente, de su debilidad estratégica. Del mismo modo, en el texto se hace aún más patente el temor de Irán a un enfrentamiento con Estados Unidos, en caso de que este se uniera a Israel en las represalias.

Un alto funcionario estadounidense declaró al sitio web estadounidense Axios que el presidente Joe Biden había advertido a Benjamin Netanyahu que su gobierno se opondría a cualquier represalia del Estado judío contra Irán. Las conversaciones entre Washington y Teherán, en particular sobre la retirada de las últimas fuerzas estadounidenses desplegadas en Iraq, están en curso en Mascate (Omán) y se prolongan desde hace al menos varios meses.

Por último, los aliados y proxies habituales de Irán no han estado muy activos. Hezbolá se ha contentado con algunas salvas de cohetes lanzados contra los Altos del Golán, como todos los días desde el 8 de octubre, a pesar de que su potencial de misiles y cohetes -más de 100.000, según las estimaciones de algunos especialistas- constituye la amenaza más grave a la que se enfrenta Israel. Y los cohetes lanzados por los hutíes contra el sur de Israel, «en coordinación» con Irán, fueron ataques más simbólicos que efectivos.

Lo cierto es que el ataque iraní, si bien en un primer momento permitió a Teherán salvar la cara, fue también una espectacular operación de montaje, con drones sobrevolando la mezquita de Al-Aqsa, el tercer lugar sagrado del islam, en Jerusalén, que le valdrá una vez más la reputación en el mundo árabe de ser la única potencia regional capaz de enfrentarse a Israel y el único defensor de la causa palestina.

Para el régimen, los beneficios de la Operación Promesa Honesta fueron también internos. Llega pocos días después del inicio de una campaña de represión contra las mujeres sin velo, con un despliegue masivo de las milicias de «represión del vicio» en las grandes ciudades, lo que demuestra que las autoridades aún no han aceptado que han perdido esta batalla y quieren recuperar las calles. En las redes sociales pueden verse imágenes de mujeres jóvenes agredidas violentamente y detenidas, algo que se había vuelto mucho más raro en los últimos meses.

 

Fuente: Nueva Sociedad - Abril 2024

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