Irán versus la fiscalía
Uno pidió la prisión de funcionarios y diplomáticos iraníes. El otro se encarga de la defensa de su país. Los dos son abogados y llevan años trabajando en bandos contrarios en el caso AMIA. Aquí, un debate sobre la solidez de las pruebas de la participación del Estado iraní y de Hezbolá en el peor atentado de nuestra historia y una confirmación de las promesas nucleares de Menem.
Debate entre Mohsen Baharvand, encargado irani de negocios, y el fiscal Alberto Nisman.
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MOHSEN BAHARVAND, ENCARGADO IRANI DE NEGOCIOS
“Tenemos muchas pruebas”
El fiscal Alberto Nisman fue el protagonista de la acusación contra Irán. Página/12 le formuló las mismas preguntas básicas sobre la medida que a la Embajada de Irán.
–Ustedes dicen que el atentado se resolvió en una reunión del Comité de Asuntos Especiales realizada en la ciudad de Mashad en agosto de 1993. ¿No es una prueba débil que la información provenga de opositores a Teherán que ni siquiera estaban allá en esa época?
–Es una prueba consistente, en la medida en que la existencia de esa reunión es referida por distintas personas que ocuparon altos puestos de gobierno incluso durante el período revolucionario, es decir posterior al Sha, como el ex presidente Bani Sadr y el testigo Mesbahi, cofundador del servicio de inteligencia iraní. También habla de la reunión un ex miembro del servicio exterior de Khomeini, Alí Ahmadi, entre otros. Se trata de sujetos que conocían de primera mano el mecanismo que utilizaba el régimen para la ejecución de operaciones criminales en el extranjero. Las personas que hablan de aquel cónclave pertenecen a organizaciones que tienen una ideología totalmente opuesta, como los Mujaidines del Pueblo y la agrupación Bandera de la Libertad. Pese a ello, la versión que estas personas dan de los hechos es en líneas generales totalmente coincidente. Jurídicamente esto es muy importante a la hora de darle crédito a la versión. Finalmente, no puede pasarse por alto que el mecanismo de toma de decisión que ellos relatan ha sido también acreditado por el tribunal alemán en el caso Mykonos. También en los casos Radjavi y Bahktiar, las autoridades judiciales suizas y francesas, respectivamente, dieron por probada la participación de altos funcionarios iraníes en esos asesinatos.
–Según el escrito el agregado cultural y el tercer secretario de la embajada estuvieron en esa reunión. ¿Es prueba suficiente que no hayan estado en la Argentina para imputarles estar en semejante cónclave?
–La prueba fundamental de que Rabbani y Asghari fueron a la reunión son los dichos del testigo C, cuyo testimonio ha sido calificado como muy creíble tanto por la Justicia alemana como por el TOF 3 de esta ciudad. Cuando vamos a los registros migratorios comprobamos que efectivamente para esa época los dos habían salido del país. Y a eso hay que sumarle el resto de las pruebas que vinculan a estos personajes con el atentado, como la cuenta que abrió Rabbani al llegar de ese viaje, y cuya evaluación en conjunto nos permite llegar a esa conclusión.
–Todos los embajadores del Cono Sur habían abandonado sus países en el momento del atentado. El de Buenos Aires se fue a Irán el 30 de junio de 1994 y los de Uruguay y Chile el 17 de julio. La idea es que querían probar que no tenían nada que ver ¿no es una prueba débil? ¿No hubieran hecho lo contrario, disimular actuando con normalidad?
–Es un error examinar fragmentariamente la evidencia, pretendiendo ver en cada hecho aislado una prueba completa y autosuficiente de la responsabilidad iraní en el atentado. En la reconstrucción histórica de un hecho de terrorismo, para llegar a un grado de conocimiento razonable, hay que atender a la totalidad de los indicios y valorarlos en su conjunto. Si usted se refiere sólo al episodio de la partida de los embajadores, probablemente eso en sí mismo no le diga demasiado. Ahora bien, si a eso le suma que poco antes del atentado la diplomacia iraní mandó a la Argentina a un montón de correos diplomáticos, sin que se sepa para qué ni por qué vinieron; que esos correos eran personas vinculadas al espionaje iraní; que cuatro meses antes del atentado el gobierno de Irán le dio cobertura diplomática a Rabbani, pese a que estaba en la Argentina desde 1983, y que Asghari, que tenía pasaje sacado para irse de la Argentina en octubre de 1994, es sorpresivamente retirado del servicio diez días antes de la explosión; pareciera que la cosa cambia un poco, ¿no es cierto?
–Siguiendo el razonamiento, ¿por qué no se fue Rabbani del país? Se quedó cuatro años más en la Argentina. Recién se fue en 1998.
–Nuestra hipótesis es que permaneció en el país para hacer un seguimiento de cómo se iban desarrollando los acontecimientos en la Argentina. Los iraníes son bastante escrupulosos. En el caso Mykonos el ministro de Inteligencia iraní quiso interceder para que no se involucre a ciudadanos de ese país en la pesquisa. Tenemos pruebas de que Rabbani elevaba detallados informes a sus superiores en Teherán de todo lo que iba pasando en el país. Además, era el vocero oficial de los iraníes para tratar de despegar a su país del hecho; iba a la televisión, hablaba en las radios, daba reportajes. La inmunidad diplomática le permitía esa delicadísima tarea sin riesgo a ser arrestado.
–Rabbani fue visto en la Juan B. Justo preguntando el precio de una Trafic. ¿Le parece una prueba sólida? ¿El jefe de la operación, con barba y turbante, preguntando por una camioneta para hacer un atentado?
–¿A usted no le parece sólido que alguien que jamás disimuló su apego al Islam más radical, su apoyo explícito al Hezbolá y su odio al pueblo judío, haya estado buscando el mismo tipo de camioneta que meses después se usaría para volar la AMIA? ¿Es esto una desafortunada casualidad? ¿Y qué hay de las explicaciones contradictorias que dio el propio Rabbani queriendo justificar esa búsqueda? Además, ¿qué importa la barba y el turbante, si después se contaría con la protección de la inmunidad? ¿Es otra casualidad que justo antes del atentado este mismo personaje haya recibido de afuera 150 mil dólares, de los cuales poco más de 90 mil fueron gastados antes de la explosión, y cerca de 40 mil en los dos meses siguientes? ¿Es también casualidad que a su gobierno se le haya ocurrido darle inmunidad diplomática justo cuatro meses antes del atentado, pese a que hacía más de diez años que estaba destinado en el país? ¿Es casualidad que menos de un mes antes del atentado se le haya ocurrido adquirir un celular? ¿Es casualidad que ese mismo celular haya sido el que operó en el lugar en el que fue estacionado el coche bomba, ese mismo día, menos de veinte minutos después de finalizada la maniobra, llamando a su mezquita? ¿O que, menos de una hora después y desde un locutorio cercano a la mezquita se llamara al celular de Foz de Iguazú que usó el coordinador del grupo operativo?
–¿Por qué sería una prueba que en los meses previos al atentado se incrementaron los correos diplomáticos?
–La utilización de los correos diplomáticos era uno de los métodos más seguros para intercambiar información y/o material sensible sin riesgo a ser detectados. Aquí tiene otra “casualidad” más: justo 45 días antes del hecho entran a la Argentina un montón de correos diplomáticos, todos ellos vinculados de alguna manera al aparato de inteligencia iraní. Nuestra Cancillería hizo saber que no había ninguna razón oficial que justificara semejante flujo. El propio subdirector de la Oficina de Ceremonial de esa época calificó ese movimiento de correos como “sensiblemente notable”.
–Usted afirma que el modelo fue el ataque al café Mykonos de Berlín. Allí no actuó como asesino nadie de la embajada iraní. Usted concluye que eso lo corrigieron en Buenos Aires para tener inmunidad. ¿No le parece que es acomodar las pruebas a lo que le conviene a su acusación?
–El dictamen no dice eso. Aquí tampoco actuó como asesino alguien de la embajada. Lo que nosotros sostenemos es que la diplomacia iraní cumplió funciones logísticas y de aporte de medios y de información sensible. Fue el Hezbolá libanés que se encargó de la ejecución material del atentado. Cuando decimos que la inteligencia iraní aprendió de sus errores nos referimos a Darabi, que era algo así como el Rabbani de Alemania, y que justamente por carecer de inmunidad fue condenado a cadena perpetua por los asesinatos en Mykonos.
–El Líbano negó que Ibrahim Berro fuera el suicida. Los hermanos también lo niegan. Ustedes no pudieron avanzar con la prueba de ADN.
–Una prueba que comenzó como indicio de inteligencia se fue robusteciendo y adquirió carácter de prueba judicial. Viajamos a entrevistar a los hermanos Berro en Estados Unidos para que nos aportaran datos circunstanciales necesarios para terminar de corroborar nuestra hipótesis. Nunca pretendimos que nos dijeran “sí, fue él”, ni podían saberlo. Fíjese que si bien el estado de contaminación de las muestras ha impedido hacer un estudio de ADN, se cuenta con otras evidencias independientes. Una de esas pruebas es, precisamente, la declaración de los hermanos. Es bueno aclarar que no fue el Líbano, como dice usted, sino Hezbolá el que negó que Berro fuera el suicida, lo que no nos sorprende. Los hermanos de Berro tampoco sabían que otro de sus hermanos, el jeque Assad, era miembro del Hezbolá, se enteraron cuando Assad se inmoló en una operación suicida contra un convoy israelí. Es lógico: se trata de cuestiones que son mantenidas en secreto hasta para los familiares. Si los hermanos ni sabían que Ibrahim militaba en Hezbolá, menos iban a saber que se inmolaría en el atentado. El líder de Hezbolá en persona, Hassan Nasrallah, dijo públicamente en el funeral del padre de los Berro que le agradecía por haber entregado a la causa dos “suicidas”. Otra cosa: el cadáver de Ibrahim Berro nunca apareció y a su funeral, que obviamente se hizo sin el cuerpo, asistieron las máximas autoridades de Hezbolá. Uno de los hermanos, Abbas, nos refirió desde cuándo Ibrahim se había ausentado de la casa, y las fechas coinciden con las del atentado. Hezbolá dice que Berro murió en una operación militar en el Líbano, pero en esa acción sólo hubo dos bajas israelíes, no murió ningún libanés. Otra cosa: la testigo que le pudo ver la cara al conductor de la Trafic, cuando les mostramos varias fotos sin decirle de quién era cada una terminó por señalar la de Berro. A todo esto hay que añadir la declaración de un arrepentido de Hezbolá en un país vecino, señalando a Berro como el suicida, y las llamadas realizadas los días 12 y 21 de julio de 1994 desde la Husseinia de Foz de Iguazú hacia el Líbano, a un abonado a nombre de una persona de apellido Berro, únicas llamadas registradas a ese abonado en todo el año ’94. Son muchas pruebas.
Fuente: Página 12