John Lennon victima de la histeria anticomunista, revelan documentos de la FBI
He aquí algunos datos sobre John Lennon que se consideraron tan delicados que la seguridad nacional tanto de Gran Bretaña como de Estados Unidos decidieron hacer públicos hasta ahora, después de 25 años de reclamos en aras de la libertad informativa y de estancadas batallas legales.
"John Lennon es un ciudadano británico y ex miembro del grupo de canto (sic) The Beatles". Así comienza la carta escrita en abril de 1972 por J. Edgar Hoover, quien durante mucho tiempo encabezó la FBI, dirigida a un miembro del Departamento de Justicia del gobierno de Richard Nixon. Aparentemente esto era noticia para alguien, aunque fuera 1972.
"Lennon ha alentado la creencia de que él tiene ideas revolucionarias no sólo mediante sus entrevistas formales con marxistas, sino por el contenido de algunas de sus canciones y otras publicaciones". Esta frase viene en un memorando escrito en febrero de 1972, cuando las administraciones de Hoover y Nixon luchaban con uñas y dientes para revocar la visa de inmigrante de Lennon, y poder así deportarlo. La canción que más parece interesarles es Power to the people, que difícilmente es un documento secreto, dado que era parte del primer disco solista de Lennon, titulado Plastic Ono Band (1970), y que fue un sencillo que tocaron emisoras radiales de todo el mundo.
"Desde 1972 John Lennon ha seguido, de vez en cuando, prestando su apoyo a diversas causas extremistas, aunque no parece tener su lealtad comprometida con ninguna facción". Esta frase aparece en un documento sin marca de archivo ni fecha, pero con el sello "confidencial", que al parecer pertenece a los servicios secretos británicos (MI5).
Así es, damas y caballeros, ahora podemos revelarles la apabullante noticia de que John Lennon, a pesar de ese cabello largo incomprensible y su extraño hábito de quedarse en la cama por días, era un pacifista opuesto a la guerra de Vietnam, que habló contra la intervención militar británica en Irlanda del Norte, conoció y se entrevistó con los principales representantes del movimiento antibélico en ambos lados del Atlántico, y se sabe también que, en ocasiones, abría la chequera para sustentar con donativos sus palabras.
También podemos revelar que, según una de las fuentes confidenciales de Hoover, de cuya confiabilidad y competencia hablaremos en otro momento, Lennon experimentó con drogas ilegales y en una ocasión fue arrestado por posesión de marihuana.
Estos son los puntos más importantes de los últimos diez documentos del archivo de la FBI sobre Lennon, que fueron considerados tan delicados que, durante años, el gobierno estadunidense rehusó publicarlos con el argumento de que "existía motivo razonable suficiente para temer que esto condujera a represalias extranjeras contra Estados Unidos de tipo diplomático, económico y militar".
Sí, leyeron bien. En 1983, el Departamento de Justicia argumentó, con toda seriedad y sin que nadie se riera, que publicar la información sobre Lennon que le otorgó un "servicio de inteligencia extranjero" suponemos que el MI5 podía provocar que Estados Unidos sufriera una agresión militar.
Abogados del Departamento de Justicia siguieron argumentando en este sentido hasta el final de la guerra fría y después del 11 de septiembre de 2001, y lo seguirían haciendo hasta ahora de no ser por la intervención de cortes federales que lograron, mediante deliberaciones desesperantemente lentas, que los documentos se publicaran esta semana.
Los archivos Lennon, de más de 300 páginas, ya son públicos con excepción de uno en particular, que proviene de un "gobierno extranjero" que la FBI ha querido proteger y que sigue sin identificar.
La lucha por los archivos de la FBI sobre Lennon es una de esas historias que, al final, dice mucho menos sobre el sujeto y más sobre el torpe, burocrático, chiflado y paranoide universo de las operaciones de inteligencia y los secretos oficiales. El hecho de que Lennon fuera vigilado es, de por sí, escandaloso. Ni la FBI ni el MI5 establecieron contra él ninguna instancia de conducta o intención criminal ni dieron las más mínimas razones de sospecha en este sentido.
Más bien parece que las administraciones de Hoover y Nixon fueron tras él debido a su popularidad entre el electorado joven y su oposición a la guerra de Vietnam, lo que hizo que lo consideraran una amenaza potencial para la campaña de relección de Nixon en 1972.
El veterano senador conservador, Strom Thurmond, prácticamente reconoció esto en un memorando confidencial dirigido a la Casa Blanca, descubierto tras la primera difusión de documentos relativos a Lennon, en los que el legislador sugería que la deportación del músico y su esposa, Yoko Ono, podría ser una efectiva "estrategia de disuasión". Tampoco es coincidencia que la vigilancia de Lennon por parte de la FBI cesó tan pronto Nixon regresó a la Casa Blanca para un segundo mandato.
Lennon y su esposa Yoko Ono en protesta
Todo el episodio podría ser descrito, en otras palabras, como un Watergate del rocanrol, un ejemplo menor, pero significativo, del abuso del poder oficial, diseñado para diezmar a la oposición política, en favor de un ambicioso presidente estadunidense sin escrúpulos.
De hecho, la frase Watergate del rocanrol fue acuñada por un hombre que ha hecho más que nadie por desenterrar la completa y vergonzante realidad sobre los archivos Lennon del FBI; se trata de un historiador de la Universidad de California llamado Jon Wiener.
Este historiardor escribió dos libros en los que hace una crónica de sus 25 años de esfuerzos para destruir el muro de secretos oficiales en torno de Lennon, y ha entrado y salido de las cortes federales más veces de las que puede recordar.
Ha llegado al punto en que está tan asombrado por lo ridículamente largo que resultó todo el proceso, que ya ni siquiera habla del Watergate de rocanrol. Más bien todo se convirtió en (novela de Charles Dickens) La casa desolada, "pero con un final más feliz".
Han pasado 25 años desde que interpuso su primera petición, sustentada en la Ley de Derecho a la Información, pidiendo los documentos sobre Lennon, sólo unos meses después de la muerte del ex beatle. Pero son 23 años los que han pasado desde que la insistencia de la FBI en ocultar el caso lo llevó a él y a la American Civil Liberties Union a interponer su primera demanda.
"Siento que debimos haber solucionado esto en 1981", dijo el profesor Wiener, que sonaba más exhausto que gozoso por el fin de su larga misión burocrática. "Esto en realidad no tiene mucho que ver con John Lennon, puesto que no hay nada en esos documentos que no supiéramos. De lo que se trata es de que la FBI y los cinco presidentes que hemos tenido desde Nixon guardaron el secreto. "Debe ser una vergüenza para ellos haber luchado tanto y por tanto tiempo con tal de mantener en secreto algo que resultó ser tan público y trivial", señala.
Este bochorno se extiende también muy específicamente hacia el gobierno del primer ministro británico, Tony Blair. Según la FBI, se pidió permiso al "gobierno extranjero" no identificado de desclasificar los documentos en septiembre de 1997, pocos meses después de que Blair asumió el poder. El gobierno extranjero dijo que no, alegando que era necesario conservar el secreto para impedir que "las fuentes involucradas, que aún son vulnerables, sufran daños serios y demostrables".
Al leer los documentos recién hechos públicos, es difícil ver a qué se refería Londres. Los archivos parecen haber sido redactados al aventón por un agente de muy bajo rango, que se apoyó exclusivamente en información del dominio público.
Leemos, por ejemplo, que Lennon dio una entrevista a los radicales británicos, Tariq Ali y Robin Blackburn, para que saliera publicada en su periódico Red Mole, en la que "enfatizó su origen proletario y su simpatía hacia los pueblos pobres y oprimidos de Gran Bretaña y del mundo". No hay sorpresa alguna porque la entrevista se publicó en 1970.
Leemos también que Lennon se reunió con el periodista francés radical, Regis Debray, lo cual es bien sabido. Leemos que firmó un documento llamando a apoyar al príncipe Sihanouk de Camboya, después de que se descubrió que Estados Unidos llevó a cabo una operación secreta de bombardeos contra ese país.
Los documentos informan también que Lennon dio dinero a los productores de un documental sobre Irlanda del Norte. Sigue sin haber nada nuevo.
La única migaja que ofrece el archivo que no era del conocimiento público es que Ali y Blackburn solicitaron a Lennon ayuda financiera para abrir una librería de izquierda con sala de lectura y actos en el centro de Londres. No existe evidencia de que Lennon haya proporcionado dinero para ese negocio. Cuando comenzó su lucha con las autoridades estadunidenses de inmigración, redujo casi todas sus actividades políticas con el fin de ganar el caso.
Si la inteligencia británica sobre Lennon fue banal, los esfuerzos de Estados Unidos fueron abiertamente ridículos. Cuando el profesor Wiener logró tener acceso al grueso de los archivos de la FBI hace nueve años, descubrió que la FBI ni siquiera tenía correctos algunos detalles básicos, como la dirección de Lennon en Nueva York.
También encontró que se urdieron planes para arrestarlo acusándolo de posesión de drogas, lo cual nunca se materializó, y se diseñó un cartel en que se identificaba a Lennon como un hombre buscado por las autoridades, para pedir ayuda en su captura, que tiene la característica de no ostentar la foto del ex beatle, sino de otro roquero de cabello largo y anteojos llamado David Peel.
Problemas migratorios
Cuando el abogado de Lennon que atendía a sus problemas migratorios, Leon Wildes, dijo ante la corte que su cliente se había comprometido con "los esfuerzos nacionales en medios para el combate a las drogas", la FBI malinterpretó esto y creyó que el ex Beatle se había unido a la Comisión Nacional contra la Mariguana y el Abuso de Drogas de la administración Nixon, un error cómico que se repitió en los memorandos durante meses.
Un número no determinado de informantes recibió la orden de arrestar a Lennon, en cuanto éste hiciera un llamado a la insurrección violenta, pero lo único que le oyeron decir fue que se uniría a las protestas antiguerra en las convenciones Republicana y Demócrata "siempre y cuando fueran pacíficas".
El descubrimiento más memorable de todo el archivo no tiene nada que ver con Lennon, sino con un loro que era la mascota de una organización antibélica que fue entrenado para gritar "Sí, vamos" cada vez que una conversación subía de volumen.
Ante esto, la FBI parece más una cómica película muda de policías que una agencia seria de defensa de la ley, lo cual es una posible razón de que se hayan mantenido en secreto los archivos por tanto tiempo, pero la hostilidad con que la administración Nixon trató al movimiento antiguerra no debe subestimarse. Sabemos de otras fuentes que los hombres del presidente consideraron seriamente opciones como asaltar a manifestantes afuera de la Convención Nacional Republicana en Miami, secuestrar a líderes pacifistas como Abbie Hoffman y Jerry Rubin.
John Mitchell, quien era el procurador general en esa época, opinó que estas tácticas eran demasiado costosas, por lo que propuso un plan B, consistente en allanar las oficinas del Comité Nacional Democrático en el edificio Watergate de Washington.
Aparentemente, los archivos de la inteligencia británica sobre Lennon aún podrían contener algunos datos no publicados. David Shayler, el ex funcionario renegado del MI5, reveló hace unos años que él vio un archivo sobre Lennon en el que se detallaban sus nexos, entre otras cosas, con el Partido Revolucionario de los Trabajadores.
Pero el profesor Wiener dice estar satisfecho con lo que se ha desclasificado. Al preguntársele si planea liberar más archivos sobre Lennon, responde aliviado: "Estoy feliz de que ya hayamos acabado con esto por ahora".
Fuente: The Independent – La Jornada / México