La analogía de Vietnam
George W. Bush está mostrando tanto desesperación como mala fe al invocar la analogía con Vietnam para justificar la presencia continuada de Estados Unidos en Irak. Durante mucho tiempo, el gobierno de Bush negó la analogía. Hizo esto por obvias razones. Lo que la mayoría de la gente recuerda de Vietnam es que Estados Unidos fue derrotado, y esta derrota resultó en el debilitamiento del poderío estadunidense en el mundo.
Sin embargo hay un grupo significativo de personas en Estados Unidos que cree que dicho país podría haber ganado aquella guerra si los políticos no hubieran perdido el coraje. El público que Bush utilizó para su discurso del 22 de agosto, donde expresó este argumento, fue el de la convención anual de los Veteranos en las Guerras Extranjeras. Es seguro decir que este público particular estaba compuesto en gran medida por gente que comparte el punto de vista de que Vietnam fue una guerra que se pudo haber ganado, y que como tal Irak es una guerra que puede ganarse. Merece la pena revisar la validez de los argumentos de Bush y luego las razones de por qué ahora, y sólo ahora, ha invocado la analogía con Vietnam.
Entonces, dado todo esto, ¿por qué Bush, por vez primera, invoca la analogía con Vietnam, la cual había evitado antes con gran celo? Dije antes que era en parte por desesperación y en parte por mala fe. La desesperación tiene que ver con la enorme presión popular para retirarse de Irak lo más pronto posible. Bush ya había logrado posponer cualquier decisión diciendo que el general Petraeus le informaría a él y al Congreso el 15 de septiembre acerca de qué tan exitosa había sido la “oleada” de tropas. Y dijo que tomaría sus decisiones acerca de Irak con base en el informe del general. Sin embargo, ahora resulta que el informe que Petraeus entregará al Congreso será escrito en la oficina de Bush. Así que Bush está tomando decisiones sobre Irak con base en un informe que se escribirá a sí mismo.
Bush ha estado invitando también “turistas políticos” a Irak para que los lleven en visita guiada a constatar lo bien que se desempeñan las fuerzas armadas estadounidenses en la provincia de Anbar, donde han llegado a un acuerdo con una serie de insurgentes sunitas para que combatan a otro grupo. Esto ha impresionado a unos cuantos políticos demócratas, que ahora recelan de negar el “éxito”. La gente de Bush admite que la situación política global es terrible. Al primer ministro de Irak, Nuri Maliki, no le gustan nada los acuerdos que Estados Unidos anda haciendo en Anbar, ni aprecia la presión para ejercer acciones contra las múltiples guerrillas sectarias. Al visitar Siria, él apuntó que Irak tiene otras opciones políticas más allá de Estados Unidos. De inmediato, han comenzado los rumores de que Estados Unidos podría estar alentando un golpe militar. Eso sí es una analogía con Vietnam. La intervención estadounidense comenzó a hacerse amarga una vez que Estados Unidos arregló un golpe militar contra el primer ministro de Vietnam del Sur, Ngo Dinh Diem. Entonces, la desesperación es, de hecho, que quedarse en Irak es un caso que no soporta la luz del día. Una encuesta reciente de la revista Foreign Policy, que indagó entre los llamados expertos en política exterior, muestra que 80 por ciento califica la guerra de Irak de una que tiene un “impacto muy negativo” sobre los objetivos de seguridad nacional estadounidense. Si uno desmenuza este dato según la autoadscripción de quienes respondieron, aun 60 por ciento de aquellos que se dicen “conservadores” dieron esa misma respuesta.
Pero entonces, ¿por qué mala fe? George W. Bush está preparando el futuro. El presidente que se retiró de Vietnam era un republicano, Gerald Ford, y lo hizo después de la prolongada retirada de tropas estadounidenses que emprendió otro presidente republicano, Richard Nixon. Bush no va a retirar las tropas. Pero está muy seguro de que el siguiente presidente se verá forzado a hacerlo. Y está muy seguro de que el siguiente presidente será un demócrata. Así que pone los cimientos para acusarlo de “puñalada por la espalda”. Escucharemos mucho de esta acusación en la década venidera.
*Immanuel Wallerstein. Nació en Nueva York, Estados Unidos en 1930. Realizó sus estudios en la Universidad de Columbia, realizó la Licenciatura en Humanidades graduándose en 1951, obtuvo su maestría en 1954, y el doctorado en 1959. Escritor, actualmente es profesor de Sociología en la Universidad de Yale
Fuente: La Jornada / 08-09-2007 - Traducción: Ramón Vera Herrera