La lucha de las Madres
Ulises Gorini * (Especial para sitio IADE-RE) | El IADE comparte la introducción de "La otra lucha", el segundo tomo del material que profundiza en la historia de las Madres de Plaza de Mayo. Asimismo, se repone en este enlace el prólogo y fragmentos del primer libro de Gorini "La rebelión de las Madres".
El 10 de diciembre de 1983, fecha en que concluye el “Proceso de Reorganización Nacional” y asume la presidencia el radical Raúl Alfonsín, marca un antes y un después tanto en la historia nacional como en el desarrollo del movimiento de las Madres de Plaza de Mayo. Tras el régimen cívico militar más sangriento del siglo XX en la Argentina, se inicia una etapa que la historiografía tradicional define como “transición a la democracia”, y los autores vinculados al pensamiento crítico denominan “postdictadura”.
Situadas en esa frontera, las Madres comenzaron un proceso de redefinición y reposicionamiento de su movimiento. Habían emergido en la peor etapa de la represión como respuesta inmediata a la desaparición forzada de personas, y muy pronto se convirtieron en el principal foco de resistencia al terrorismo de Estado. Sus reivindicaciones, su discurso, sus acciones, en fin, el conjunto de sus prácticas políticas se había definido en confrontación con la dictadura. Pero ahora ese enemigo se replegaba para dejar el centro de la escena a otros actores. ¿Cómo impactaría en ellas el cambio? ¿En qué medida el nuevo contexto debía implicar cambios en su discurso y en aquellas prácticas alumbradas bajo el terrorismo de Estado?
La búsqueda de respuestas a esas y otras preguntas clave, y su resolución concreta, generarían en la nueva escena política debates que por su profundidad y magnitud no registraban antecedentes en la corta pero intensa historia de las Madres –por entonces apenas superaba los seis años– y que revelarían no solo la esencia del movimiento que habían conformado sino también el carácter de la nueva etapa, en tanto la intensa dinámica política exigía definiciones urgentes a las dramáticas e imperiosas demandas de las Madres, bajo una intensa presión del flamante gobierno y de otros actores sociales y políticos, en medio de reivindicaciones de “la lucha contra la subversión” y las ostensibles o solapadas amenazas de sectores castrenses.
En ese tenso e incierto clima postdictatorial las Madres tuvieron que discutir, consensuar o discrepar sobre diversas representaciones del poder, la democracia, la justicia, el papel de la oposición. Entonces, todas las contradicciones contenidas bajo el denominador común de la búsqueda de sus hijos y la lucha contra el más cruel de los enemigos, afloraron: diferentes enfoques éticos, ideológicos y culturales que respondían a su vez a la heterogénea composición social del movimiento, a la extracción política y a la compleja conformación psicológica de cada una de sus integrantes. Grandezas y desventuras colectivas e individuales de esas mujeres que habían sido objeto tanto de denigrantes acusaciones como de mitificaciones reverenciales. Una dimensión a la vez más compleja y rica del movimiento emergía ahora con toda claridad, exponiendo sus limitaciones originales pero también los aportes singulares y poderosamente renovadores de las Madres a las prácticas políticas nacionales.
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* Abogado, docente, director del periódico Acción.