“La niñez mapuche. Sentidos de pertenencia en tensión”
Marisa Duarte * (Especial para sitio IADE-RE) | El libro que se presenta es un excelente acercamiento a una problemática habitualmente idealizada, distorsionada o simplemente desconocida, tal es la niñez en una comunidad indígena de nuestro país. En efecto, tanto la niñez como la pertenencia a una comunidad originaria dotan de cierta inocencia a los sujetos. Tal como indica la autora en las primeras páginas:
“… la inocencia que el sentido común atribuye a los niños parece en ocasiones llegar a su máxima expresión en el caso de niños indígenas, imaginados como aún más naturales, ingenuos, puros y desvalidos que el resto, aislados en sus “ancestrales comunidades”, donde no conocen los beneficios ni los perjuicios de la vida moderna, con los bellísimos paisajes neuquinos como telón de fondo: la edulcorada imagen del niño mapuche que uno podría encontrar en un almanaque.
Pero, actualmente, muchos niños mapuche[1] viven en las grandes ciudades de la región patagónica, que los registran sólo como chicos “morochitos”, potenciales delincuentes para el lombrosiano sentido común de este país, que cree descender de los barcos y que los califica entonces como extranjeros, “chilenos”. Algunos de ellos, que se hacen oír afirmando su identidad como mapuche, reclamando respeto a sus derechos, genera una especie de espanto, pues no pareciera ser propio de un niño –menos aún de un niño indígena- semejante insolencia. Otros, quienes tras haber crecido en el campo considerándose a sí mismos “fiscaleros”, se autorreconocen como mapuche y comienzan a “rechazar los símbolos patrios”, generan la misma desconfianza. La ternura entonces intenta posarse en los niños de las “viejas” comunidades, los “verdaderos” o “auténticos” indígenas; pero muchos de ellos tampoco son aquellos angelitos deseosos de atender con solemne respeto a los visitantes no mapuche; se portan mal, no cantan el himno con el volumen adecuado, roban de la dirección de la escuela una bolsa de caramelos, o simplemente retacean la sonrisa a quien con tan buenas intenciones los observa.
Ante estos niños mapuche, entonces, la sonrisa desaparece y en su lugar aparecen la extranjerización, la añoranza por la docilidad de antaño, la sospecha de oportunismo, la denuncia de su utilización política, o redoblados esfuerzos por hacer de ellos neuquinos o buenos cristianos, digamos “paisanos de Ceferino”.
De las representaciones de y sobre estos niños mapuche trata la obra que aquí comienza. A los otros, los de la postal nunca los conocí”.
Los párrafos precedentes son la puerta de entrada al trabajo que Andrea Szulc nos muestra condensado en algo más de 200 páginas. Allí refleja la investigación llevada a cabo durante doce años en Neuquén con los niños que –como cualquier niño- tienen sólo un poco de inocentes, tiernos y puros. En efecto, tanto el ser niño/a como el ser mapuche son dos identidades constantemente sujetas a tensiones, disputas e influencias políticas del contexto. Lo que está en juego, no sólo es de qué manera se definen, nombran, cuidan, forman, ciudadanizan los niños mapuche, sino también de qué manera interceden los niños en la construcción de su propia niñez.
El texto se complementa con una serie de imágenes de producciones de los niños y de fotografías que los muestra en su cotidianeidad y en sus entornos a modo de apoyo de las excelentes caracterizaciones.
El trabajo se compone de una introducción, una primera parte donde se expone el abordaje antropológico de la niñez indígena y una caracterización de las principales visiones imperantes en torno a las comunidades mapuches (del campo y de la ciudad). Allí se revisan las etiquetas de “Esa “chusma salvaje”, “Almas a redimir”, “No tan blancas palomitas”, “Multiplicando panes igual que el Nguenechen[2]”, para avanzar luego en las nociones de “vieja” y “nueva” comunidad.
En la segunda parte se abordan de lleno los sentidos de pertenencia en disputa en relación a la construcción de hegemonía y a la articulación de subjetividades. En efecto, el tercer capítulo analiza la propia noción de niñez: las heterogeneidades que imponen las diferencias etarias y de género y que dan como resultado interpelaciones diversas y posiciones sociales de los niños/as distintas. Lo que está detrás es la divergencia con el modelo niño-alumno que refuerza el sistema escolar tradicional frente al niño/a obediente, vulnerable pero también capaz y responsable.
El cuarto capítulo pone el foco en el sistema educativo formal y los intentos de educación intercultural en la provincia de Neuquén (“Aprendiendo a ser neuquino en mapuzugun[3]”). La escuela en primer lugar, y la iglesia católica en segundo lugar, producen buena parte de la construcción hegemónica de la niñez mapuche y su formación. En ese ámbito, los sentidos de pertenencia que promueve el Programa de Lengua y Cultura Mapuche fortalecen “lo neuquino” como elemento identitario y una visión poco real de lo mapuche.
El quinto capítulo dilucida el carácter de mapuche desde una visión contrahegemónica. Reflexiona acerca de la construcción de la identidad generada en las organizaciones mapuche y destinadas a los niños. Allí la lengua aparece como una herramienta importante en la afirmación de valores y significados propios de la cultura mapuche que no responde necesariamente a la visión hegemónica que se brinda de la comunidad y, en particular, de la niñez. En ese sentido, cabe pensar la posibilidad de proyectos de educación autónomos.
El sexto capítulo aborda los mensajes identitarios generados por la red de instituciones católicas conformada por el colegio primario, secundario y el Centro de Educación de Mano de Obra Especializada (CEMOE) Ceferino Namuncurá (para varones solamente), el Instituto María Auxiliadora (de nivel primario actualmente mixto y secundario sólo para mujeres), ambos situados en la ciudad de Junín de los Andes; y la escuela hogar Mamá Margarita ubicada en la zona rural de Pampa del Malleo. Allí se analiza la percepción de los niños/as y sus familias sobre el tipo, el contenido y la calidad de la formación. Se observa la presencia de cierto sincretismo adoptado por la iglesia católica para relacionarse con la comunidad mapuche. El texto analiza luego la presencia de iglesias evangélicas y finaliza constatando la imposibilidad, desde la perspectiva mapuche, de sintetizar lo católico, lo evangélico y lo mapuche; porque son vividas como experiencias excluyentes. Todo el capítulo resalta la capacidad de agencia de los niños para potenciar el aprovechamiento de las estructuras en las que están insertos.
El último capítulo analiza la revitalización de los rituales y la rearticulación de las subjetividades en tanto interpelación dirigida a los niños mapuche desde los ámbitos doméstico y comunitario pero también desde las organizaciones con liderazgo y filosofía mapuche. La cuestión final es analizar las implicancias de estos rituales en los procesos etnogenéticos en curso en una comunidad joven rural y en un barrio periférico de la ciudad de Neuquén Capital.
Finalmente se extraen los principales debates abordados en el trabajo y se plantean interrogantes de cara a futuras investigaciones.
La profundidad de la investigación y la sensibilidad del abordaje, dota al relato de un compromiso y una vitalidad pocas veces alcanzado en los trabajos de investigación.