La restricción eterna

Julián Blejmar
El célebre economista Aldo Ferrer suele hacer referencia a la “restricción eterna” para hablar del sostenimiento en el tiempo de la “restricción externa”, es decir la falta de dólares para suplir, fundamentalmente, las necesidades industriales.

En efecto, desde 2011 volvió a experimentarse en el país este fenómeno clásico en la historia económica argentina, motivado en ese momento por la fuga de divisas por parte de los sectores concentrados de la economía. La situación llevó al Gobierno a imponer restricciones parciales a la adquisición de moneda extranjera, un fenómeno al que la prensa opositora le da hasta nuestros días el nombre de “cepo”, pese a que ello implicaría una restricción total a la compra de dólares, algo que no sucedió.

De hecho, durante este año se ampliaron los cupos para dos de los sectores más demandantes de divisas, las automotrices (de 160 a 190 millones mensuales) y los productos electrónicos (233 a 300 millones), y se batieron al mismo tiempo récords en la venta de dólar ahorro, que alcanzó los 3.500 millones en lo que va del año. Las reservas del Banco Central, sin embargo, crecieron de los 31.500 millones de dólares a los casi 34.000 millones.

Claro que esto es sólo una parte del cuadro. La balanza comercial (diferencia entre los productos vendidos y comprados al exterior), que se convirtió en una de las pocas fuentes de divisas debido a la restricción al crédito externo motivado por el conflicto con los buitres, tuvo en el semestre un saldo positivo, pero de sólo 1.323 millones de dólares, es decir cerca de la tercera parte del año pasado y la sexta del 2013. Por otro lado, en octubre próximo el gobierno debe afrontar el Boden 2015, que podría hacer perder de las reservas hasta 6.300 millones de dólares.

Miradas al Sur - 2 de agosto de 2015

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