La vergüenza del holocausto negro
"Es importante rememorar el comercio de esclavos, pero su abolición en el Imperio británico, en marzo de 1807, no es motivo para enorgullecernos. No es una causa universal de celebración, sino un momento para recordar y sopesar el legado de siglos de esclavitud", advierte Ekow Eshun, director del Instituto de las Artes Contemporáneas (ICA), con sede en Londres. "Muchos factores interconectados contribuyeron al fin del comercio de africanos, no sólo los eventos del Parlamento británico", coincide Wayne Dooling, catedrático de Historia del Sur de África en la Universidad de Londres.
"Hay que recordar los esfuerzos de los esclavos para asegurar su emancipación. En particular, las revueltas en el Caribe, que estaban inspiradas en la Revolución francesa y el movimiento anti-esclavitud y, aunque inicialmente fracasaron todas, excepto en Haití, fueron lo suficientemente violentas y destructivas para sentar temor en la metrópoli sobre futuros disturbios de esclavos. Pero el público británico probablemente cree que todo se debió a personalidades como Wilberforce y sus colegas parlamentarios", explica el profesor en su despacho de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos.
"¡Cómo si tuviéramos algo que agradecer a los abolicionistas blancos...! Me incomoda ondear la bandera a favor de Wilberforce. Supone una capitulación de la responsabilidad colectiva de los británicos por todos los años anteriores y posteriores de comercio y esclavitud de negros. Todavía ven la historia del Imperio británico con orgullo, sin sentirse responsables de uno de sus capítulos más importantes, el comercio de esclavos", continúa Eshun, londinense cuyos padres proceden de Ghana.
El bicentenario viene avalado por el Gobierno de Tony Blair, que contribuye con 16 millones de libras (unos 23 millones de euros) al extenso programas de eventos. "Cuesta creer", ha reconocido el primer ministro, "que lo que hoy sería un crimen contra la humanidad fue legal en su día". En su intervención, Blair dejó escapar la oportunidad de disculparse, a título personal o en nombre de la nación, y se limitó a expresar un "profundo pesar" por el comercio de seres humanos.
"Debería disculparse, pero no hay una corriente de opinión a favor de una disculpa excepto entre la minoría negra. Sería algo simbólico pero un importante reconocimiento de culpabilidad nacional. Los negros británicos todavía cargamos con el legado de la esclavitud. Los perjuicios están conectados con la clasificación del esclavo africano como un ser inferior social, cultural y psicológicamente. Y esto no es un hecho histórico, sino actual", defiende el director del Instituto de las Artes Contemporáneas (ICA).
La segunda autoridad detrás del arzobispo de Canterbury en la jerarquía de la Iglesia de Inglaterra, el arzobispo de York, John Sentamu, declaró ayer que Blair debería solicitar disculpas formales. "Esta comunidad estuvo implicada en un terrible comercio. Los africanos se vieron implicados en un terrible comercio, la Iglesia estuvo implicada en un terrible comercio... es importante que todos nosotros reconozcamos lo que fue colectivamente hecho".
La polémica ha afectado al propio ex presidente de Suráfrica Nelson Mandela, quien fue invitado por el ayuntamiento de Bristol a un acto de conmemoración previsto para ayer. Sin embargo, el ex dirigente declinó participar en las ceremonias después de comprobar que la sociedad estaba dividida y había algunas organizaciones que acusaban al Ayuntamiento de la localidad de marginar a la población negra.
"Mucha hipocresía"
La mayoría de las instituciones que se beneficiaron en su día de la mano de obra de esclavos intenta reconciliarse con su pasado montando a lo largo del año exposiciones, debates, marchas, conciertos, seminarios y actos religiosos. "Deben buscar la forma de abordar la materia, desmenuzarla y hacer partícipe al público. Cinco minutos de silencio no es suficiente", defiende el profesor Ekow Eshun, director del Instituto de las Artes Contemporáneas (ICA), con sede en Londres.
Es la primera vez que el Reino Unido se vuelca de lleno en rescatar la memoria del "holocausto negro". "Murió un número desconocido de personas en cada eslabón del comercio de esclavos y los que sobrevivieron la travesía del Atlántico vivieron en esclavitud. Fue el holocausto africano", reconoce el catedrático.
Un paso se ha dado en este sentido con la apertura, el próximo agosto, del Museo Internacional de la Esclavitud en las antiguas oficinas del muelle de Liverpool. También se ha dado un paso, entre otros eventos, con la exposición Rompiendo las cadenas, que reunirá en el Museo del Imperio Británico y de la Commonwealth, de Bristol, la importante colección que la ciudad conserva sobre su oscuro pasado. Desde 1700 a 1807, los astilleros de Bristol equiparon unos 2.000 barcos en los que medio millón de africanos embarcaron hacia América.
"Los británicos dejaron de exportar africanos, pero el trabajo de los esclavos lubricó su revolución industrial. Hay mucha hipocresía entre los políticos británicos", resalta el profesor Wayne Dooling.
EL CAMINO A LA ABOLICIÓN
- Desde 1700 a 1807, los astilleros de Bristol equiparon unos 2.000 barcos en los que medio millón de esclavos fueron enviados a América
- Los países europeos enviaron al menos a 10 millones de africanos al Nuevo Mundo
- El 25 de marzo de 1807, el Parlamento de Westminster aprobó una ley en contra del "comercio transatlántico de esclavos"
Fuente: El Pais / España - 26/03/2007