Las vías abiertas de América Latina
En las últimas décadas del siglo XX la América Latina vivió un verdadero desastre social, caracterizado por los enormes índices de pauperización, expulsión, desposesión, desempleo y empobrecimiento en el campo y las ciudades y, como contrapartida, el aumento desmesurado de la concentración de riqueza, ampliación de la propiedad de la tierra, crecimiento del agronegocio, avance del lucro y las ganancias del capital.
Fue también un período de gran expansión de las empresas transnacionales y del capital financiero, que obtuvieron elevadas tasas de ganancia, como puede constatarse con las ganancias de los bancos en Brasil, tanto durante los dos gobiernos de Fernando Henrique Cardoso como en los de Lula, además de la implementación de modelos económicos que siguieron fielmente la cartilla del FMI. Para no hablar de la existencia de parlamentos degradados y una justicia en gran medida connivente con las clases dominantes y sus activos polos de corrupción.
Pero el recetario neoliberal y su pragmática vienen dando muestras de agotamiento y los pueblos de América Latina están enfrentados a nuevos embates. Los países andinos, por ejemplo, experimentan y ejercitan nuevas formas de poder popular. Hay numerosos ejemplos de avance de las luchas populares en Nuestra América.
Contra la arquitectura institucional electoral de las clases dominantes, los pueblos indígenas, los “campesinos”, los sin-tierra, los obreros, los asalariados desposeídos, los desempleados, esbozan nuevas formas de acción y de lucha social y política, negándose a respaldas a gobierno y grupos desde hace largo tiempo dominantes.
La historia está siendo redescubierta de otros modos y con otras formas. En los Andes, con una cultura indígena secular e incluso milenaria, cuyos valores, idearios y sentimientos son muy diferentes a los que fueron estructurados bajo el control y el tiempo del capital, crecen las rebeliones, se diseñan nuevos ciclos de lucha, dando señales claras de contraposición al orden que se estructura desde el comienzo del dominio y la explotación colonial.
Comienza a diseñarse una nueva forma de poder popular, autoconstituyente, modelada por la base. En Bolivia, por ejemplo, los pueblos indígenas y campesinos vienen rompiendo con el conservadorismo y la sumisión. Herederos de una tradición revolucionaria, el pueblo boliviano ha dado muestras de mucha fuerza y rebeldía, marcando que el avance popular es cada vez mayor, lo que incentivó a la oposición burguesa e imperialista en sus reiteradas tentativas de desestabilizar al gobierno de Evo Morales.
En Venezuela, los asalariados pobres de los cerros de Caracas avanzan en la organización popular como formas alternativas de poder en las empresas, en los barrios populares, en las comunas, ampliando su acción, impulsando al gobierno de Chávez, haciendo que se acentúen sus rasgos anticapitalistas e inscribiéndolo en la senda de las alternativas de inspiración socialista. Se avanza, con la movilización popular, en el esbozo de diseño práctico y reflexivo de nuevos caminos del socialismo en el siglo XXI.
En Perú, los indígenas y campesinos están desencadenando levantamientos diariamente, desde el mes de junio de 2009, contra el gobierno conservador y derechista de Alan García, que acumula índice crecientes de rechazo popular y busca controlar a través de una brutal represión. Junto a muchos otros pueblos andinos, los latinoamericanos extienden los espacios de resistencia y rebelión.
En Argentina, en ocasión de los levantamientos de diciembre 20’01, vimos la lucha de los trabajadores desocupados, denominados “piqueteros”, que depusieron junto con las clases medias empobrecidas a varios gobiernos en esos días que conmovieron a Argentina. Y que los Kirschner intentan a cualquier costo controlar y cooptar, valiéndose de los nuevos modos de ser del viejo peronismo.
Las rebeliones en México, desde Chiapas hasta la experiencia de la Comuna de Oaxaca en el 2005, la resistencia prometeica de los cubanos, la lucha del MST contra la propiedad de la tierra, el agronegocio y sus transgénicos, son otros importantes ejemplos de las luchas sociales y políticas que florecen en América Latina. Ni que hablar de las luchas obreras urbanas, de los asalariados de la industria y los servicios mercantilizados, de los trabajadores emigrantes, que desde nuestra columna frecuentemente destacamos.
Termino con el interrogante que propuse ya en otra ocasión: “¿no estarán los pueblos andinos, amazónicos, indígenas, negros, hombres y mujeres trabajadores de los campos y las ciudades, dejando sentado que la América Latina ya no está más dispuesta a soportar la barbarie, el sometimiento, la iniquidad, que en nombre de la “democracia de las elites” asume de hecho la postura del imperio, de la autocracia, de la truculencia, de la miseria y de la indignidad? ¿No estaremos presenciando el florecimiento de un nuevo diseño de poder popular, construido por la base, por campesinos, indígenas, obreros, asalariados urbanos que comienzan nuevamente a soñar con una sociedad libre, verdaderamente latinoamericana y emancipada?”.
¿No estaremos comenzando a tejer, rediseñar e incluso presenciar las nuevas vías abiertas de América Latina?
*Profesor Titular de Sociología del Trabajo en IFCH/UNICAMP. Ha sido invitado por Realidad Económica / IADE y es autor, entre otros libros, de Los sentidos del Trabajo y ¿Adiós al Trabajo? (Ediciones Herramienta).
Fuente:[color=336600] Darío vive - 30.08.2009[/color]