Lecciones de la victoria de la izquierda en Francia
Los más destacados burócratas franceses, desde el presidente Jacques Chirac para abajo, han sido derrotados. El neoliberalismo francés - el desmantelamiento del estado del bienestar a favor de las empresas - ha recibido un duro golpe. Una poderosa alianza entre los estudiantes de institutos de enseñanza secundaria y universidades, y el movimiento obrero organizado, logró la victoria contra la ley del gobierno que socavaba la seguridad en el trabajo para trabajadores de menos de 26 años de edad. La alianza forzó a Chirac a anular la ley - exactamente lo que él y otros líderes habían dicho que era absolutamente ilegal e imposible. Ahora lo más importante es cómo todos en Francia y mas allá - empresas y conservadores, de un lado, y estudiantes, sindicatos, y la izquierda del otro - verán lo que ha ocurrido. Los diferentes puntos de vista determinarán cómo ajustarán ambos lados sus respectivas organizaciones, estrategias y tácticas.
Sin duda la derecha francesa y su base de grandes empresas, se esforzará en reconstruir sus organizaciones y su reputación. Asimismo, reanudará, aunque de otra manera, su objetivo a largo plazo de "reformar" las leyes laborales y las condiciones a favor de las empresas. La lección que aprenderán de su derrota son cómo evitar más derrotas políticas en el futuro. Les será necesario dividir la oposición de la izquierda mejor que esta vez. Les será necesario disfrazar sus proyectos mucho mejor como impulsados por intereses "nacionales", "económicos" o de "seguridad", que todos en Francia puedan compartir. Se pagarán grandes cantidades de dinero a los "asesores" políticos y económicos, "grupos de expertos" y "consejeros " académicos, a los que se llama para renovar la imagen del programa de la derecha francesa.
En segundo lugar, la izquierda francesa y las fuerzas de izquierda en otros lugares que hacen frente a enemigos semejantes - es decir la izquierda en todo el mundo - deberán aprender lecciones muy diferentes de su victoria. Estas lecciones son múltiples. Primero, una izquierda muy desunida - dividida según criterios de edad, género, ingresos, lugar de origen, nivel de educación, origen étnico y otros - se dio cuenta que la unidad era tan posible como necesaria. El tema que les unió fue su relación común con los temas de seguridad y condiciones laborales. Segundo, el poder de esta unión socavó los repetidos esfuerzos del gobierno francés para dividir a los trabajadores mejor pagados de aquellos que lo son menos, los inmigrantes de aquellos que no lo son, los jóvenes de los que no son tan jóvenes, los que tienen estudios de aquellos que no los tienen. Tercero, el esfuerzo del gobierno de basarse en "la ley" como la expresión "de la voluntad democrática del pueblo" no logró disuadir al movimiento popular que realmente representaba al pueblo. El resultado fue una situación de doble poder - un gobierno formal contra uno informal - que le permitió a millones de mujeres y hombres franceses ver las verdaderas intenciones del gobierno formal en su llamamiento a la "unión nacional". El nacionalismo francés no pudo vencer el llamado de la oposición a los intereses de los trabajadores y estudiantes, contra los intereses de la otra parte de la sociedad francesa. El concepto de la sociedad como escenario de lucha entre fuerzas sociales fundamentalmente opuestas fue compartida por todos en la izquierda, y por la gran mayoría de la opinión publica francesa que consistentemente apoyó a los manifestantes contra el gobierno. Finalmente, pero quizá lo más importante, la alianza de trabajadores y estudiantes se dio cuenta que la acción política directa, en masa y bien organizada puede ganar batallas.
Las lecciones para los franceses son lecciones para todos. Se ganó una gran batalla, pero la guerra continúa tanto en Francia como en otros lugares. Las empresas continuarán presionando a los gobiernos a favor de leyes y regulaciones que favorezcan su necesidad de ganancias, enormes sueldos para ejecutivos y expansión empresarial. Continuarán buscando ventajas en la competencia global, demandando concesiones de parte de trabajadores, consumidores y estudiantes. Continuarán invirtiendo sus enormes recursos en campañas publicitarias, políticos e "investigación" dirigida a convencer al publico que la satisfacción de las necesidades empresariales es lo que provocará reformas, modernización, prosperidad y democracia para todos. El sector empresarial se está preparando para futuras batallas.
Los trabajadores, estudiantes y consumidores se enfrentarán de nuevo, en Francia como en otros lugares, al problema de cómo se pueden unificar y movilizar para ganar futuras batallas. Pero tarde o temprano, tendrán que dar respuesta a las siguientes preguntas claves, que surgieron durante las manifestaciones previas a la admisión de derrota de parte de Chirac, y que continúan agitando las manifestaciones estudiantiles con problemas relacionados.
¿Esperamos el próximo ataque del neoliberalismo para luchar de nuevo, o luchamos esta guerra de una manera diferente, desafiando la estructura económica que enfrenta a empresarios y trabajadores en un conflicto interminable?.
¿Será posible que la mejor estrategia sea movilizar toda la energía y solidaridad que fueron reveladas en Francia el pasado Marzo y Abril, para luchar por un cambio fundamental en la organización de la producción y hacer de los trabajadores sus propios jefes?
¿Es la empresa cooperativa en vez de la empresa capitalista el único camino hacia un futuro sin las interminables batallas que enfrentan a las alianzas empresariales contra las alianzas formadas por los trabajadores, estudiantes y consumidores?
Una lección que podemos repasar una vez más tiene que ver con los medios de comunicación en los Estados Unidos, los cuales por lo general ignoraron los trascendentales eventos que ocurrieron en Francia. Algunos exageraron enormemente los incidentes aislados de violencia, cuyo mínimo impacto dan testimonio de la extraordinaria organización, disciplina y solidaridad de las manifestaciones populares. Unos cuantos tomaron en serio los esfuerzos del gobierno francés, describiendo su ley en contra de los trabajadores como motivada por su deseo de suministrar trabajos a los pobres jóvenes inmigrantes, que han sido hasta ahora sistemáticamente ignorados. Explícitamente o implícitamente, las noticias y los análisis sermonearon a "los franceses" por su incapacidad de "modernizar" su economía de acuerdo a los dictámenes del neoliberalismo a la manera de los Estados Unidos, Inglaterra y otras economías "progresistas". Con pocas excepciones, los medios de comunicación privados hicieron obedientemente su papel para prevenir el contagio de la extraordinaria primavera francesa del 2006.
Rick Wolff es profesor de economía de la Universidad de Massachusetts en Amherst. Es el autor de varios libros y artículos, incluyendo ( con Stephen Resnick ) "Teoría de Clases e Historia: Capitalismo y Comunismo en la URSS. (Routledge, 2002)