Lejos del triunfalismo
Yo prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad". Como dos novios determinados a permanecer juntos en las buenas y en las malas, el presidente George Bush y el primer ministro Tony Blair dieron una conferencia de prensa conjunta el jueves por la noche en la que hicieron un "mea culpa" por lo errores cometidos en Irak. Muy conscientes del costo que esos errores han tenido en sus respectivas presidencias y la manera en que afectó sus niveles de popularidad, ambos se mostraron más unidos que nunca.
Bush admitió haber utilizado un lenguaje demasiado duro, lo que le valió la imagen de un cowboy decidido a exterminar a los indios. Bush recordó que en 2003 desafió a los insurgentes iraquíes diciéndoles "bring it on" lo que en español equivale a "si quieren pelear, tráiganmelos" y pidió que le trajeran a "Osama Bin laden vivo o muerto".
"Este tipo de lenguaje duro, ustedes saben, envió la señal equivocada", dijo Bush, y agregó: "aprendí la lección sobre cómo expresarme de un modo un poco más sofisticado".
Mas aún, Bush dijo que a nivel militar el equívoco más importante fue el abuso de los prisioneros detenidos en Abu Ghraib y las fotos que dieron la vuelta al mundo. "Por eso hemos pagado durante mucho tiempo", dijo.
Por su parte, Blair dijo que para él el error más importante fue destituir a todos los ex miembros del partido Baaz de Saddam Hussein de sus cargos, lo que dejó a las instituciones del gobierno iraquí sin ningún funcionario con el conocimiento y la experiencia necesarios para desempeñar las funciones.
A diferencia de otras conferencias de prensa que dieron juntos, la del jueves se caracterizó por la ausencia total de un lenguaje triunfalista. No hubo referencias a la democratización de Oriente Medio ni a los supuestos avances en la lucha contra el terrorismo. El diálogo con los periodistas se pareció mucho más a una confesión y a un acto de contrición de dos líderes que saben que están en la cuerda floja.
Cuando una periodista británica sugirió que este sería el último viaje de Blair a Washington, Bush salió inmediatamente en su defensa y le dijo "No se apuren en dejarlo afuera".
Sin embargo, nunca antes los índices de popularidad de ambos líderes han estado tan bajos. Tal es así que la revista The Economist publicó recientemente una nota de tapa con sus respectivas fotos que tituló "El eje de los débiles: el final de la era Bush-Blair"
Esta semana la popularidad de Bush cayó al nivel más bajo de su presidencia sentando un nuevo récord de 31%. El 4 de mayo pasado el Partido Laborista de Blair padeció su peor derrota en las elecciones locales desde 1997, lo que condujo a un cambio de gabinete forzado mientras que un sector de laborismo comenzó a exigir que Blair fuera reemplazado por Gordon Brown.
No hay duda que la eventual partida de Blair de Downing Street afectará enormemente a Bush. Si bien provienen de horizontes ideológicos totalmente opuestos, la relación entre Bush y Blair fue mas allá de la tradicional alianza entre Gran Bretaña y EE.UU.. En momentos difíciles, cuando Bush creó reacciones muy adversas en todos lados, fue Blair el que salió a explicarle al mundo y al Consejo de Seguridad por qué la guerra contra el terrorismo, ya sea en Afganistán o en Irak, era de suma importancia. Y lo que es más interesante es que, siendo un líder de centroizquierda, Blair lo hizo porque estaba totalmente convencido de que era el camino correcto después de los atentados del 11 de setiembre. Al final termino teniendo una relación tan buena con Bush como la que tuvo con el presidente Bill Clinton.
Cuando un periodista le preguntó a Bush qué iba a extrañar de Blair, el presidente estadounidense bromeó diciendo que lo que jamás iba a olvidar era "su corbata roja", pero luego siguió diciendo que también extrañará que "es un líder fiable con el que uno puede contar siempre". Y es verdad: en las buenas o en las malas siempre Blair ha estado junto a Bush, pese a que no es un secreto para nadie que en muchas ocasiones hubiera hecho las cosas de manera diferente. Blair estaba en contra, de hecho, de la propuesta de "construcción de una nación" defendida por el Pentágono, que llevó al vaciamiento institucional de Irak.
El jueves ninguno de los dos quiso comprometerse a sentar una fecha para el retiro de las tropas de Irak, pero ambos hicieron un esfuerzo por convencer de que finalmente las cosas en Bagdad con el nuevo gobierno habían comenzado, según ellos, a encaminarse.