Télam: el breve espacio en que no estás
A siete meses del cierre de la agencia estatal de información, su ausencia deja un hueco que se hace sentir en la práctica cotidiana del periodismo cultural y las lógicas de difusión de la cultura, pero que también invita a pensar en los modos en los que se organiza la industria cultural argentina. En esta nota, un coro de personajes del sector reflexionan sobre la falta de Télam y lo que nos dice sobre la actualidad.
La guerra de Elon Musk contra Brasil y la censura del bien
Empezó como una lucha en el terreno judicial, pero Lula da Silva se metió. Un juez del Supremo tribunal brasileño contra uno de los magnates del mundo.
La liberación de Assange y la libertad de expresión
La liberación de Julian Assange no significa el triunfo de la libertad de expresión. El fundador de Wikileaks jamás debió ser perseguido y encarcelado por autoridades estadounidenses empeñadas en violar las tan mentadas libertades de prensa y expresión para esconder los horrendos crímenes de sus fuerzas militares en Medio Oriente.
Delegados de Télam: «Esto es un ataque a la libertad de expresión sin precedentes»
“Están silenciando nuestras voces y, a través de ello, silencian a un montón de argentinos y argentinas a lo largo y ancho de todo el país”, alertó Tomás Eliaschev, integrante del cuerpo de delegados del Sipreba en la agencia nacional de noticias.
¡Viva la libertad (de expresión), carajo!
La libertad de expresión es un derecho humano fundamental, consagrado en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. No obstante, hay gobiernos y personas, incluso en posiciones de poder en todo el orbe que amenazan este derecho, desde el Reino Unido, pasando por Estados Unidos y llegando al sur, a la Argentina del Mileinato.
¿El que mata último ríe mejor?
Pareciera que los humanos somos o creemos ser, dentro de las especies vivas en el planeta, los únicos conscientes de nuestra finitud, de que vamos a morir. Ese saber nos perturba y determina. Porque también somos los únicos –y parece que no es algo desligado de lo anterior– que hacemos dos cosas que el resto no: asesinar y reír. Con eso (dos caras de la desesperación) nos ha bastado para ser eficaces, más eficaces que otros –darwinianamente– digo. Por eso nuestra aparente supremacía ha sido un glorioso, patético desastre. Resultado de lo peor y de lo mejor que inventamos.
Otra mirada sobre Charlie Hebdo
Francia acaba de perder una elite de humoristas en un terrible atentado, y un estremecimiento de cólera y horror conmociona justificadamente a la sociedad. París se lanzó a la calle y Charlie Hebdo , el periódico dirigido por esos humoristas, recibe miles de miles de euros de resarcimiento espontáneo. Nadie podría dejar de condenar el atentado, y todos, desde Bergoglio hasta Obama, pasando por Merkel, han cumplido con su cometido. En el aire enrarecido de un conflicto que va adquiriendo proporciones desmesuradas, debería haber, sin embargo, algo más que el espacio destinado a sentenciar el fanatismo causante de la catástrofe.
Charlie Hebdo: la infamia
Infamia. Es la única palabra que puede resumir lo que sentimos ante el asesinato de los compañeros de Charlie Hebdo. Un crimen tanto más odioso, cuanto que estos camaradas artistas eran gentes de izquierda, antirracistas, antifascistas, anticolonialistas, simpatizantes del comunismo o del anarquismo. Hace poco, habían participado en un álbum de homenaje a la memoria de los centenares de argelinos asesinados por la policía francesa en París el 17 de octubre de 1961. Su única arma era la pluma, el humor, la irreverencia, la insolencia. También contra las religiones, según la inveterada tradición anticlerical de la izquierda francesa. Pero en el último número de la revista, la portada ofrecía una caricatura contra la islamofobia de Houllebeck, y dentro, una página de caricaturas contra la religión… católica. Vale la pena recordar que Chab, el redactor jefe, era un dibujante de sensibilidad revolucionaria que llegó a ilustrar el libro de Daniel Bensaïd Marx, mode d’emploi. Y que estaba presente en el acto de homenaje a Bensaïd, en donde esbozó unos dibujos tiernos e irónicos que se iban proyectando en pantalla.
Transformar el horror
Hay un periodismo que ante la violencia produce un marco específico e interesado para impedir pensarla, en el que él es el que decide qué puede ser entendido o preguntado. De manera forzosa etiqueta que en determinados acontecimientos una explicación/
pregunta equivale a una absolución. Es ese periodismo el que intenta decidir hasta dónde podemos expresarnos y hasta dónde no, extorsionando con poder disciplinador. Parece decirnos: si piensan se corren riesgos y ojo... si se equivocan los vamos a castigar de tal forma que jamás se atreverán a pensar otra vez.
Bases mediáticas en América latina: un problema de seguridad regional
¿Cómo hay que decirlo? Hoy se comportan como un ejército golpista cada día más coordinado, más veloz y más ubicuo. Son el ariete de las avanzadas invasoras y tienen impunidad absoluta para mentir, en toda escala, incluso con argumentos aberrantes que desafían a toda cordura y a toda justicia. Y una de sus "mercancías" más logradas consiste en hacernos creer que son invencibles y que debemos agradecerles que nos desestabilicen, nos exploten y nos engañen. Ya se ha repetido hasta el cansancio, ya se los ha denunciado en uno y mil foros, los daños están a la vista y los peligros de sus ataques son terriblemente costosos.