Los caminos de la unidad en la diversidad. Carlos Heller y Martín Sabbatella

Jorge Vilas*

"A sala llena" es una manera limitada de describir el marco que presentaba el auditorio. Porque si bien es verdad que el espacio mayor del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini lucía colmado, una cantidad similar de personas se instaló en las escaleras de acceso y en una sala alternativa donde, vía pantalla y parlantes, pudieron participar del debate. Y a los centenares de asistentes que se acercaron al CCC, se sumaron «virtualmente» quienes siguieron la actividad a través de Internet, ya que el evento fue transmitido en vivo desde el sitio web del Centro Cultural.
La gran respuesta del público indica que el tema propuesto –«Los desafíos para la construcción de un proyecto político progresista y transformador»– despierta interés en la sociedad en virtud de la fuerza que este sector adquirió como resultado de las últimas elecciones legislativas, alcanzando una representación parlamentaria que le otorga, en votaciones reñidas, el rol de definir la suerte de los proyectos. La organización del encuentro estuvo a cargo del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (Pled) y el Departamento de Economía Política y Sistema Mundial del CCC.
«Carlos Heller es nuestro dirigente del movimiento cooperativo y Martín Sabbatella es un amigo de esta casa y compañero de lucha. Ambos son diputados de la Nación, recientes, flamantes, electos por el pueblo de la provincia de Buenos Aires y de la Capital Federal y acaban de constituir un bloque político en la Cámara, en el cual tenemos grandes esperanzas como una alternativa para ayudar a construir la unidad de los sectores progresistas y de izquierda en nuestro país», señaló en la presentación, el director del CCC, Juan Carlos Junio.
Por su parte, Atilio Boron, director del Pled, desarrolló a modo de introducción, un marco general de la situación política actual y las perspectivas que se presentan para los próximos meses. En tal sentido sostuvo que «hay un consenso muy grande entre los analistas en cuanto a que hubo una modificación de la correlación de fuerzas en relativa desventaja para el Gobierno Nacional, sobre todo si se considera el período iniciado en 2003, durante el cual el oficialismo contó con un grado de predominio realmente extraordinario en la vida política, a favor de una situación económica muy expansiva y de un manejo bastante favorable de los recursos disponibles. Hoy, prosiguió, hay un debate sobre cuánto se ha modificado esta situación, y creo que se deslizan exageraciones en ambos sentidos».
Boron advirtió que se está llevando a cabo lo que a su juicio es «una ofensiva del imperialismo norteamericano para fortalecer a las derechas en América latina», y en ese marco, el posicionamiento y la valoración que se tenga del gobierno argentino instala una referencia ineludible para los dirigentes de partidos populares. «Esto incide sobre cuál puede ser el papel de la izquierda y cómo situarse en una coyuntura tan erizada de peligros», manifestó el director del Pled. «Habría dos riesgos muy fuertes: caer en los brazos de una oposición con un proyecto claramente destituyente. Es decir, que la izquierda, producto del tacticismo, de movidas coyunturales, termine ligada con una oposición de derecha que tiene un proyecto de restauración conservadora brutal, del cual las expresiones trogloditas de Abel Posse son sólo la punta del iceberg», dijo Boron, y concluyó: «El otro gran peligro es que la crítica de la izquierda termine excesivamente pegada al conformismo oficialista, en la equivocada creencia de que se puede ayudar al Gobierno sin decir las cosas que están mal y las que debe corregir en forma urgente».

[b]El piso y el techo[/b]

El ex intendente de Morón, municipio que condujo durante diez años y del que se despidió el pasado 10 de diciembre con una gran fiesta popular en la plaza principal de la ciudad, inició su disertación con una caracterización de la coyuntura política. «En 2003 se inauguró un proceso nuevo, para nosotros absolutamente contradictorio, complejo, con claroscuros, con cosas buenas y malas, en algunos casos, con antídoto y veneno en el mismo lugar. Un proceso complejo pero que, en definitiva, instaló en el debate público y en las prácticas políticas cuestiones que los 90 habían querido clausurar definitivamente. Nos parece –dijo Sabbatella– que se recrearon iniciativas vinculadas con el rol del Estado, la recuperación y valor de lo público, la política de integración regional, la perspectiva de derechos humanos, cuestiones que eran y que son banderas y debates históricos de las fuerzas progresistas y populares de la Argentina, y que por lo tanto interpelan a una parte de este pensamiento. Eso ha convertido este proceso para nosotros en algo insuficiente, pero que indiscutiblemente marca un camino distinto. Porque no es lo mismo jubilación privada que jubilación estatal, no es lo mismo relaciones carnales que integración regional, no es lo mismo indulto que derechos humanos, no es lo mismo la Corte menemista que esta Corte. Estos temas generan nuevas situaciones que construyeron durante estos últimos años lo que nosotros llamamos un piso, que tendría que establecer mejores condiciones para elevar el techo, para ir por más, por lo muchísimo que falta». Entre las asignaturas pendientes, Sabbatella, electo como diputado en junio por la lista bonaerense de Nuevo Encuentro, enumeró que «no se ha instalado una matriz productiva y distributiva más justa en la Argentina, de crecimiento con equidad en profundidad; ni se ha instalado una nueva cultura política que permitiera que al calor de estos debates y de los procesos que se fueron formando en la región, con gobiernos democráticos, populares, cada vez más parecidos a sus pueblos, que dejaron atrás el pensamiento único, que empezaron a construir un denominador común, se haya dado forma a una herramienta política capaz de acompañar esos procesos, desde una estructura emergente que impulse cambios por convicción y no por conveniencia. En definitiva, estos procesos contienen una contradicción, una parte positiva de la agenda, y otra que no compartimos. El problema es que esa agenda está sostenida sobre estructuras políticas que actúan por conveniencia y no por convicción. Es difícil imaginarse un proyecto a largo plazo, un proyecto estratégico de largo plazo sobre la base de estructuras políticas que acompañan por conveniencia. Por eso nos parece que es un proyecto que no se puede acompañar en bloque ni impugnar en bloque».
El ex intendente de Morón se refirió luego a lo que Boron caracterizó como un avance de la derecha política. Al respecto, contrapuso la visión propia con la de esos sectores, señalando que aquellas medidas que se consideran avances, para los integrantes de ese conglomerado opositor son, precisamente, los motivos para enfrentar al Gobierno. «Nos enfrentamos a una derecha que proviene de distintas expresiones políticas, pero con un denominador común, que es volver para atrás y frenar lo que a nosotros nos parece poco, pero para ellos es suficiente para oponerse a este gobierno», manifestó. «Una fuerza política de izquierda, centroizquierda, progresista o popular, debe tener conciencia de la existencia de esa derecha y de lo que está planteando. Y tener conciencia también de que esto no es una cuestión exclusiva de este país, sino que tiene alcance regional y que hay una preocupación de parte de esas derechas de plantear esas políticas en el conjunto de la región. Por lo tanto, la lectura necesariamente debe incluir esta situación del continente. En este sentido, creo que es absolutamente necesario construir una nueva herramienta política que sepa qué hacer en este presente. Estoy convencido que una fuerza política explica lo que propone para mañana en el accionar de hoy, explica hoy qué futuro sueña, cuáles son sus objetivos. En cómo interviene un sector en los debates públicos actuales se van definiendo sus rasgos de identidad y muestra lo que quiere expresar en el mañana».

[b]Al otro lado del río[/b]

Tanto en la intervención inicial de los oradores como en las preguntas posteriores del público el tema de la unidad, o en realidad de la falta de unidad, de los distintos espacios definidos en sentido amplio como «progresistas», fue largamente considerado. Sabbatella no eludió la cuestión e incluyó una suerte de autocrítica en la descripción de lo ocurrido. «Creo que el espacio en general coincide con la necesidad de unir –dijo–, pero hay falta de cultura política en todos nosotros, y no me pongo al margen, una falta de convencimiento en la idea de unidad en la diversidad y en la idea de poder procesar y dominar nuestras diferencias para construir espacios y reglas de juego que permitan construirlos». Para ilustrar su razonamiento relató, con un dejo de resignación, que «todos vamos contentos en el Buquebus a festejar el triunfo de Pepe Mujica. Vamos todos juntos, pero volvemos separados, porque estamos muy entusiasmados al ver cómo logran la unidad los uruguayos, pero no lo podemos hacer aquí. Y la verdad es que ellos han debatido cosas muy profundas en el Frente Amplio, más allá de las opiniones que tengamos sobre algunas posiciones políticas. Hay una cultura de unidad y la construcción de una casa común que está por encima de las partes, eso es lo que necesitamos nosotros –admitió–, que los distintos sectores partamos de saber positivamente que ninguno es autosuficiente, que ninguno puede solo, que es absolutamente necesario construir ese lugar común, y que es imprescindible, también, que cada una de las partes pueda crecer, fortalecerse como patas de una misma mesa que hay que construir», concluyó. «Es un desafío profundo».
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Ni A ni B
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Por su parte, el diputado Carlos Heller, electo en junio por la ciudad de Buenos Aires al frente de la lista del Encuentro Popular para la Victoria, retomó en el inicio de su discurso el tema del posicionamiento del bloque político que comparte con Sabbatella en el marco de la actual coyuntura. «Somos absolutamente autónomos, pero no somos equidistantes», aclaró. «Ese es un punto que debemos aclarar con mucha precisión. Y así lo hicimos en la sesión preparatoria del 3 de diciembre, cuando Patricia Bullrich, en nombre de la oposición, expresó que había dos grupos, el A y el B. Nombró a todos los que estaban en el A y dijo: en el B, está el resto. Cuando nos tocó intervenir a nosotros, en la primera acción consensuada de nuestro bloque parlamentario, Martín expresó que tenemos claro que no queremos estar en ese grupo A. Nunca vamos a estar allí, no es nuestro lugar. Pero en el otro sector, en el que denominaron B, no queremos que nadie nos ponga. Nosotros tomamos nuestras decisiones y elegimos dónde queremos estar y apoyaremos o no según nuestra convicción. No como parte de un lugar que otros nos asignan o determinan que tenemos que estar. Eso es lo que llamamos autonomía, que no es neutralidad».
Sobre la constitución del bloque junto con Sabbatella, Vilma Ibarra, Ariel Basteiro y Jorge Rivas, el dirigente cooperativista explicó que «venimos de la diversidad y desde esa diversidad queremos construir una identidad que no nos haga perder la propia, pero que nos contenga, que supere las identidades individuales, porque entendemos que hay que confrontar con lo antagónico, y eso sólo se hace dándole volumen a esta fuerza». Lo diverso, para Heller, no será un obstáculo para consolidar el consenso alcanzado, ya que «en las grandes líneas estamos de acuerdo, y tendremos que acordar los matices, asumirlos como propios. Vale como referencia la experiencia del Frente Amplio de Uruguay. Cuántas veces lo hemos visto crujir por diferencias, sin embargo, con una notable concepción de que lo fundamental era que no se rompiera y que había que mantenerlo, fueron encontrando síntesis, que tal vez no dejan satisfecho plenamente a ninguno, pero permitieron que eso no se rompiera y que se pudiese seguir avanzando en la construcción de esa fuerza».
Promediando su intervención, el cooperativista enumeró y explicó desde la perspectiva de autonomía crítica el posicionamiento de su sector en distintos episodios durante los últimos años, citando como referencia lo ocurrido durante el conflicto por la resolución 125, la universalización de la asignación para menores de edad, la política hacia los jubilados, la ley de Medios, el Indec y la integración regional, entre otros.
Por caso, recordó que cuando comenzó la disputa del Gobierno Nacional con las entidades ruralistas, «desde el movimiento cooperativo publicamos una solicitada en la que decíamos: el Gobierno se equivoca porque unifica a todos los sectores, no segmenta adecuadamente, no tiene en cuenta las distintas regiones ni los distintos cultivos. Pero también decíamos que no se equivocaba en la pretensión de apropiarse de la renta extraordinaria, que es de la única manera que se puede hacer efectiva la distribución de la riqueza en la Argentina. Porque se equivoca la Iglesia cuando habla del escándalo de la pobreza. La pobreza es una tragedia, el escándalo es la intolerable acumulación de riqueza, ese es el verdadero escándalo sobre el que tenemos que actuar. Y no se puede enarbolar banderas de defensa de la distribución de la riqueza, hablar de los pobres, de la injusticia, sin decir cómo se hace para afectar la acumulación desmedida de riqueza».
Otro de los señalamientos de Heller fue sobre el Indec, un tema asiduamente abordado por editorialistas políticos y económicos, en general desde una visión parcial y empeñada en ocultar la verdadera trama de intereses que se ponen en juego en la puja económica. En tal sentido afirmó que la manipulación de estadísticas «le hace el juego a la derecha. El Indec debe medir bien». Pero aclaró que ese no es el eje principal de la discusión en torno a la suba de precios, como expresan los analistas vinculados con el poder económico. «No nos vamos a dejar engañar. Los precios –sostuvo el diputado– los aumentan los que aumentaron siempre los precios en la Argentina, incluso cuando el Indec funcionaba bárbaro y nadie lo cuestionaba: son los grandes grupos económicos, los que monopolizan el grueso de las actividades productivas, los sectores sobre los que hay que avanzar con políticas públicas mucho más profundas que las que se han aplicado hasta ahora».
En ese marco, la inevitable necesidad de pronunciarse ante distintas medidas de gobierno para intervenir en la disputa de la agenda pública, va delineando un posicionamiento de las fuerzas políticas y surgen las calificaciones en los medios de comunicación, no siempre certeras, impregnadas por la simplificación de los etiquetamientos. Al respecto, Heller fue tajante: «No queremos quedar atrapados en la opción oficialismo u oposición, en la lógica binaria sintetizada en ser kirchnerista o antikirchnerista. Queremos construir nuestra identidad desde nuestros valores, desde nuestros principios, desde las cosas que sostuvimos siempre. Y desde ese punto de partida estamos dispuestos, porque no nos inhibe nada, a apoyar todo aquello que vaya en la dirección concordante con nuestra manera de pensar y a ser absolutamente críticos, sin ningún complejo y sin ningún condicionamiento –porque no nos han dado nada a cambio, ni lo hemos pedido–, con todo aquello con lo que tengamos diferencias, con lo que consideremos un retroceso, un freno o un impedimento para seguir avanzando. Con esa premisa intentamos construir nuestra propia identidad, con todas las dificultades que conlleva».
La relación de fuerzas en el Parlamento, específicamente en la Cámara de Diputados, otorga a las de centroizquierda la oportunidad de, si lograran actuar unidas, inclinar la balanza en las votaciones, en un marco de paridad entre la oposición de derecha y el oficialismo.
«Tenemos la enorme capacidad de arbitrar, por eso hay que seguir convocando a la unidad de este espacio. Si no sale, no debe ser por culpa nuestra. Tiene que quedar muy claro que nuestra vocación de construir unidad está por encima de todas las cosas. Es un gran desafío. Y a los que creen que no hay peligro de avance de la derecha, porque dicen que la derecha ya está en el gobierno –concluyó–, les diría que miren el caso de Chile, donde aun con un gobierno de los menos progresistas de la región, cuando vemos del otro lado lo que representa la posibilidad de que una expresión de derecha pueda ganar, aparece la necesidad de unirse para que eso no suceda. Es una advertencia que no podemos dejar de tener en cuenta cuando hacemos análisis político en la Argentina –señaló Heller–, porque eso también nos puede pasar aquí. Para que cuando lleguen esos momentos podamos ayudar a tomar el mejor de los caminos, debemos contar con fuerza propia. Tenemos que haber crecido, tenemos que tener con qué inclinar la balanza. Eso es lo que tenemos que construir, aunque haya muchas dificultades por delante».
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Interrogantes
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El público siguió con atención las disertaciones, acompañó con aplausos algunas de las afirmaciones expresadas por los diputados y, cuando llegó el momento del debate abierto, fueron muchos los que quisieron formular su pregunta. En primer término, la consulta –que llegó desde afuera del auditorio donde se trasladó un micrófono para que pudieran participar– fue acerca de las amenazas dirigidas a Cristina Fernández mediante interferencias al sistema de comunicaciones del helicóptero presidencial. Al respecto, Heller respondió que «este tipo de intimidaciones ponen de relieve otra de las asignaturas pendientes que es terminar de desarmar ese siniestro aparato que todavía tiene capacidad para este tipo de acciones o para hacer desaparecer a Julio López. Dan señales de que están y que en cualquier momento pueden volver. Por eso, no sólo repudio, sino también alerta», advirtió.
Ubicado en una de las primeras filas, el actor Raúl Rizzo pidió la palabra y manifestó su preocupación por el retroceso cultural que, a su juicio, sufre el país, signado por lo que denominó «tinellización de la cultura» y su consecuencia en cuanto a desmovilización social y falta de participación. Heller citó al creador del CCC, Floreal Gorini, quien incansablemente sostenía que «la más importante de todas las batallas es la batalla cultural», y afirmó que «a la enorme fuerza de los grupos económicos sólo se la puede contrarrestar con la enorme fuerza de la organización popular, y eso requiere ganar la batalla cultural». Para fortalecer esa tarea el dirigente cooperativista convocó a trabajar en conjunto a protagonistas del arte y la cultura popular.
Las consultas del público se sucedieron y recorrieron cuestiones diversas: reforma política, participación ciudadana en la gestión de los diputados y la problemática universitaria, entre otros. Y no podía faltar la pregunta, pese a que se había hablado del tema de la unidad y la necesidad de lograrla, acerca de la relación del flamante bloque constituido por ambos diputados, con el espacio político que lidera Fernando Solanas.
«Lo primero que tenemos que hacer los sectores populares, progresistas, de izquierda o centroizquierda, es reconocer que el progresismo, la expresión popular, no está solamente en nuestro partido sino que también está en otros lugares con los que hay que ir intentando encontrarse», expresó Sabbatella. «Con Pino y con muchísimos otros compañeros y compañeras es natural que estemos juntos y debemos construir ese lugar común donde poder estar juntos. Tenemos matices y diferencias, pero es absolutamente lógico que construyamos un sistema de partidos políticos donde lo que una o desuna sea un núcleo de ideas, principios, valores y convicciones y que nos pongamos de acuerdo respecto de hacia dónde queremos ir. Entonces, más allá de los matices o diferencias o situaciones puntuales que podamos tener, creo que debemos hacer un gran esfuerzo para lograr esta unidad».
En tanto, para Heller «no hay fórmulas preestablecidas. Tenemos que ir buscándonos, ir construyendo y tratar de que lo que vayamos logrando no se destruya permanentemente para empezar de nuevo. Una de nuestras grandes frustraciones es que estamos siempre empezando de cero».
«La Argentina tiene que unir dos tradiciones políticas –añadió Sabbatella–, la tradición nacional y popular que se expresó en el peronismo, con la tradición de izquierda y progresista. Es indispensable que logremos esa síntesis en la construcción de una fuerza política nueva. Creo que necesitamos constituir esa herramienta porque una cosa es reconocer el piso construido por el kirchnerismo y otra es resignarse a que eso es lo máximo que se puede hacer. Se trata de encontrar cómo acompañar el presente en sus aspectos positivos –sintetizó Sabbatella–, sin que ese acompañamiento signifique hipotecar la construcción a futuro de una fuerza política transformadora en la Argentina, que una esas tradiciones y que pueda ampliar nuestra democracia para llenarla de contenido social y construir una matriz distributiva profunda donde nadie quede a la intemperie. Ese objetivo requiere de una fuerza política que dialogue con su historia para nutrirse de esas tradiciones, pero que no tenga los límites de las construcciones políticas actuales».

*Periodista

Fotografía: Horacio Paone

Fuente:">http://www.acciondigital.com.ar/01-01-10/entrevistas.html]Fuente: Acción Digital - 01.01.2010

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