Mark Fisher: el materialismo gótico y sus fantasmas

Javier Occhiuzzi

Publicado en octubre del 2022 por Caja Negra. La tesis doctoral de Fisher “Constructos flatline” nos permite conocer el pensamiento temprano del autor previo a “Realismo capitalista” y las experimentaciones de “K-Punk”. Presentada y defendida en 1999 en la Universidad de Warwick, Inglaterra. En dicho trabajo, el autor, desarrolla los puntos de conexión entre la filosofía posmoderna, la cibernética y el horror corporal del ciberpunk.

Mark Fisher podemos decir que es uno de los pensadores y críticos contemporáneos más influyente del movimiento cultural actual. Conocido además por su alias de blog: k-punk, fue un prestigioso crítico cultural y teorico social cuyas ideas sobre la tecnología, la política y la sociedad son tomados como referentes a la hora de pensar la comunidad digital contemporánea.

 A lo largo de su obra, Fisher desarrolló una variedad de conceptos, destacando principalmente el "realismo capitalista", la "hauntología", y las ideas de "lo raro" y "lo espeluznante", además de su proyecto, incompleto, sobre el "comunismo ácido".

De todos los conceptos que desarrolló Fisher a lo largo de su obra, el más famoso o influyente es el de "realismo capitalista". Dicho concepto es utilizado por el autor para describir la aceptación generalizada de que el capitalismo es el único sistema político y económico posible. Esa “aceptación” ha creado una atmósfera que limita la capacidad de imaginar alternativas posibles. Fisher argumenta que este fenómeno se ha infiltrado en todos los aspectos de la vida, desde la educación y el trabajo hasta la producción cultural, actuando como una barrera invisible que constriñe el pensamiento y la acción. 

Esa barrera o efecto psicológico que produce el “realismo capitalista” en el sujeto contemporáneo Fisher lo llamó “zombificación” y es la manifestación final de lo que el autor entiende por un nuevo tipo de filosofía cibernética: el materialismo gótico. “Constructos flatline” es la explicación y la fundamentación de esta nueva corriente filosófica que pone en cuestión la distinción entre lo animado y lo inanimado. La vida sin cuerpo, el cuerpo sin órganos, y el mecanicismo friccionado con el vitalismo son algunos de los temas ahí cuestionados.

La tesis doctoral de Fisher como muchas de sus principales ideas y opiniones centrales, fueron forjadas al calor de un grupo de estudio e investigación que funcionaba en la Universidad de Warwick. La Cybernetic Culture Research Unit (Unidad de investigación sobre la Cultura Cibernética) En dicho grupo se abordó temas como el postestructuralismo, la cibernética, aceleracionismo, poshumanismo, xenofeminismo, la ciencia ficción, la música. Varios compañeros son citados a lo largo del texto, como Nick Land, Kodwo Eshun y Ian Hamilton Grant.

El materialismo gótico

La tesis de Fisher se conecta con varios autores que provienen de la filosofía, el estudio de los medios, la literatura, el cine, la antropología y la cibernética. Creando una categoría de análisis que llamó: materialismo gótico.

El materialismo gótico (también llamado realismo cibernético o hipernaturalismo) surge de una metáfora de corte gótico que hace Karl Marx para explicar simbólicamente como el capitalismo funciona: un vampiro que succiona el trabajo vivo para transformar la materia en mercancía, la mercancía en valor y el valor en capital.

“El capital es trabajo muerto que sólo se reanima, a la manera de un vampiro, al chupar trabajo vivo, y que vive tanto más trabajo vivo chupa."

Esta analogía le dio a Fisher el pie para intentar explicar lo que él entiende por un capitalismo avanzado que no se caracteriza más por funcionar reprimiendo cuerpos (aunque no deje de hacerlo) sino enchufándolos a circuitos de excitación con retroalimentación. El capitalismo de la sociedad de control “panóptica” se transforma en una sociedad de auto explotación y autocontrol.

El nuevo término servirá para designar un tipo de materialismo abstracto, no-objetual, ni mecanicista, que se nutre de la indistinción de forma y categoría, para afirmar la inmanencia radical de un continuum anorgánico (esto es: ni orgánico ni inorgánico).

Para Fisher en las sociedades de control: el deseo y el poder se volverían cada vez más indiscernibles, el recurso del continuum anorgánico podrían conducirnos a una inmanencia radical poscapitalista. O si se quiere: un realismo poscapitalista que no permite ver, sentir, ni pensar más allá del presente.

La tesis de Fisher y su materialismo gótico consiste en abrir la posibilidad de construir “una política que fuese hostil al capital, pero vivificante para el deseo; una política que rechazase todas las formas del viejo mundo a favor de una nueva tierra”

El cuerpo sin órganos o un nuevo concepto de cuerpo

El materialismo gótico como concepto, surge del intento de pararse en el medio de la línea divisoria entre lo vivo y lo no-vivo. El mundo cibernético con sus sistemas de feedback y la recursividad de la inteligencia artificial han generado situaciones que dan la impresión de que las máquinas parecen estar vivas a lo que se le suma una vida humana que depende y se relaciona cada vez más con su entorno técnico, lo que genera la inevitable pregunta de qué es un ser vivo hoy.

Según el autor los primeros en notar este cambio de paradigma vitalista en nuestro entorno industrial fueron Guilles Deleuze y Feliz Guattari en su libro El Anti Edipo: Capitalismo y esquizofrenia (1972) en donde por primera vez se plantea la idea o posibilidad de comenzar a pensar un cuerpo viviente sin órganos.

Cuando Deleuze y Guattari presentan el Cuerpo sin Órganos al inicio de El Anti Edipo, lo hacen por contraste con la imagen del cuerpo o el cuerpo como imagen, ya que “el cuerpo es el último avatar del alma, en el que se confunden las exigencias del espiritualismo y del positivismo.”  Dicho de otra forma la imagen del cuerpo sugiere una representación del organismo antes que una expresión del potencial del cuerpo, el cual es siempre abstracto y desconocido. El nombre de “cuerpo sin órganos” nos está manifestando una abstracción que no es un logro de la razón humana “el Cuerpo sin Órganos es la materia que reemplaza a cualquier fundamento trascendental en condiciones en las que todo es producido, nada es dado” El Cuerpo sin Órganos es la sustancia inmanente  , en el sentido más spinozista de la palabra.

El cuerpo spinozista jamás puede estar relacionado con una imagen debido a que está siempre en proceso, definido en última instancia tan solo por su abstracción que nunca deja de ser completamente material. El cuerpo spinozista no se define topológicamente, por límites extensivos, sino intensivamente, por medio del conjunto de afectos de los que es capaz.

“Aquello que permite el concepto esencialmente spinozista del Cuerpo sin Órganos es una radical disociación del organismo que no puede concebirse en los términos de un dualismo cartesiano. La experiencia del cuerpo como recipiente para el sujeto se derrumba, permitiendo no una huida del sujeto en relación con lo físico, sino una explotación del cuerpo como un potencial despersonalizado: materia abstracta. Abstracción sin empatía. El nombre de Cuerpo sin Órganos ya es una pista suficiente para lo que está en juego en este pensamiento, es decir: la realidad de la abstracción. El cuerpo sin órganos es una abstracción sin ser un logro de la razón.”

Para Fisher con la llegada de la tecnología digital el hombre se extendió o instaló, fuera de sí mismo, un vivo retrato del sistema nervioso central. En ese sentido el autor afirma que el hombre se ha convertido en una suerte de dios-prótesis. En su argumentación nuestro entorno se ha vuelto una extensión de la totalidad de la red del sistema nervioso “la anestesia entumece nuestros cuerpos hasta convertirlos en gatos hidráulicos". En ese mismo sentido otro rasgo que se evidencia es el conflicto que surge del Narcisismo digital, esto consiste no en que te enamores de tu imagen, sino en la incapacidad de reconocer tu imagen como algo que te pertenece, una confusión del yo y no-yo. El Narcisismo no se refiere al amor propio, sino a la incapacidad de distinguir al yo del otro, al objeto del sujeto: cibernesis.

Un presente ciberpunk

Mark Fisher considera que el género literario ciberpunk es la expresión literaria de lo que entendemos: como de máxima el capitalismo tardío y de mínima el posmodernismo. El conflicto que se le presenta al sujeto contemporáneo no es entre la mente y el cuerpo, sino entre diferentes modos de cuerpo.

El ciberpunk revive el escepticismo cartesiano solo para subvertirlo de modo materialista, spinozista. No es la conciencia de mi Yo el ser de todo y el fin de todo (como decía Descartes) sino que toda percepción es una cuestión de estimulación corporal, como lo demuestra el consumo de cafeína o alcohol para la alteración de la mente. Y digo mente en distinción de neuronas o el resto de los órganos del cuerpo.

 

“El materialismo gótico no define al ciberpunk como la fusión dialéctica del terror y la ciencia ficción, sino como la crítica materialista de la ciencia ficción por parte del terror hipernaturalista. Lo que está en juego es un nuevo enfoque del cuerpo: abstracto, cibernético y desnaturalizado.”

 

El ciberpunk plantea una trascendencia humanista no problemática. Los ejemplos que toma Fisher para ejemplificarlos surgen del cine de terror. En donde el terror no consiste únicamente, en que el interior de sus cuerpos sea invadido, sino en que no tienen ningún interior. El cuerpo humano muta para devenir parte del sistema masivo de tecnología reproductiva. Este es el nuevo tipo de horror que emerge, en la teoría y en la ficción.

 

“Dar cuenta de estos sentimiento abstractos exige un nuevo registro afectivo y un nuevo tipo de ʽrealismoʼya no más el ʽrealismo empíricoʼ que describe y delimita Kant en nombre de una filosofía trascendental y que tiene su eco en las convenciones de la novela realista burguesa, sino más bien un realismo cibernético: una teoría-ficción para una realidad artificial.”

 

Los nuevos cuerpos para Fisher se definen en términos de velocidades y lentitudes. Son cuerpos sin sombra que viven dentro de la red cibernética.  Lo que lleva a él autor a cuestionarse por la caracterización de lo Real. Ya que si la vida en las redes es una ficción en comparación con la realidad corpórea. Hace tiempo ya que ambas realidades se están retroalimentando mutuamente.

Afirma Fisher que definitivamente lo que fue derribado en esta filosofía es la oposición convencional entre la ficción y lo real: “Si la ficción puede ser cuantificada, entonces pertenece a lo real, pero si las cantidades pueden ser ficcionalizadas, entonces lo real pertenece a la ficción.”

La realidad que nos rodea hace un tiempo ya que dejó de ser tan sólo corporal. Una parte importante de nuestra vida cotidiana transcurre en el ciber espacio o en el metaverso. El cuerpo humano muta para devenir parte del sistema masivo de tecnología reproductiva. Nace un nuevo tipo de concepto de cuerpo que para Fisher encuentra su correlato o reflejo en un nuevo tipo de horror que emerge, simultáneamente, en la teoría y en la ficción.

Realidad ficción y horror

De la misma forma en que Fisher considera al Ciberpunk como el género literario que mejor expresa las contradicciones y características del mundo digital, también toma a determinados directores de cine y algunas de sus películas, como ejemplo de este nuevo concepto de cuerpo que venimos desarrollando.

Para Fisher el género terror “siempre ha jugado con la violación del cuerpo” ya que adopta al miedo como su objeto particular. Porque atacan no tanto la imagen del cuerpo, como la idea de la imagen del cuerpo. Los tres films que toma como referencia son: Videodrome (1983) de David Cronemberg, En la boca del miedo (1994) de John Carpenter y finalmente Crash (2004) de Paul Haggis.

En Videodrome se presenta la idea de la ansiedad sin sujeto, que también es la imagen de un cuerpo abriéndose.  El cuerpo esquizofrénico de Cronemberg está completamente atravesado por sistemas de “medios”, pero estos sistemas ya no funcionan como filtros, sino por el contrario, estos sistemas cibernéticos operan precisamente para derribar la supuesta interioridad del organismo. ¿Qué pasaría si la TV y la señal de video pudieran no solo activar sino también hacer mutar el cuerpo? Aquí Fisher identifica una fusión o convergencia entre temas cibernéticos y góticos. Videodrome presenta el cuerpo humano dirigiéndose a un ciber erotismo o una hipersexualidad que precisamente pone en cuestión los límites de lo sexual en cuanto tal.

“En términos de los sistemas cibernéticos que describe Videodrome, la pornografía y la adicción son maquinarias entrelazadas de manipulación corporal y, en ambos casos, lo que resulta crucial es la relación participativa o interactiva entre la tecnología de control y el cuerpo que está manipulando. Funciona mucho mejor cuando lo deseas.”

El otro film que se toma como referencia es La boca del miedo (1994) de John Carpenter. La trama de la película gira en torno a un escritor de novelas de terror contratado para investigar la desaparición de un autor de best sellers. A medida que se sumerge en la historia, descubre que las líneas entre la realidad y la ficción se desdibujan, y se enfrenta a sus propios miedos y deseos reprimidos disparados por la lectura del libro del desaparecido escritor. El elemento erótico en "La Boca del Miedo" puede asociarse con el poder y la atracción de lo desconocido y lo prohibido. Los personajes son atraídos hacia lo que les aterra, lo que puede interpretarse como una manifestación de deseos reprimidos y una fascinación por lo que está más allá de los límites convencionales. La película juega con la idea de que los sueños y el subconsciente tienen un poderoso impacto en la realidad percibida. Los elementos eróticos pueden estar relacionados con los deseos y temores más profundos de los personajes, que se manifiestan a través de sus sueños y visiones. Que a lo largo de la película se entremezclan tanto que finalmente ya no se logra diferenciar lo real de la alucinación.

Finalmente tenemos Crash (2004) de Paul Haggis. La película utiliza los choques de automóviles como una metáfora visual y simbólica para explorar temas de conexión humana, deseo y vulnerabilidad, que pueden interpretarse en un contexto erótico. Los choques de autos, en el contexto de la película, pueden asociarse con la excitación de lo prohibido y lo peligroso. Algunos personajes encuentran una especie de liberación o emoción al participar en situaciones de alto riesgo, lo que puede reflejar una conexión emocional y psicológica con el erotismo como una experiencia intensa y emocionante. Los choques también pueden simbolizar la vulnerabilidad y la intimidad física y emocional. La película explora cómo la violencia y el trauma pueden influir en la sexualidad y las relaciones humanas. Los choques de autos, que son eventos violentos y traumáticos, pueden tener un efecto duradero en los personajes, moldeando sus deseos y sus formas de relacionarse con los demás. El absurdo del film consiste en que sus protagonistas para experimentar el clímax erótico desarrollan un fetiche con los choques que lo llevan a recrear accidentes de automóviles de forma artificial con el objetivo de erotizarse.

En resumen: para Fisher el consumidor de pornografía, al igual que el adicto, es finalmente consumido, encerrado en circuitos cada vez más predecibles de afecto muerto; el deseo aprende a amar su propia represión al permitirse ser enlazado a una repetición desolada de patrones mecánicos de estímulo y respuesta.  Fisher llama “hedonismo depresivo” a la incapacidad de dejar de sentir placer, a la adicción a los estímulos digitales. Y hace notar que esta búsqueda constante de estímulos viene acompañada por una progresiva reducción de la capacidad de atención. Lo que produce una conducta de tipo sonámbula en el mundo corpóreo o como a llama Fisher una “Zombificación”.

La zombificación de los “Constructos flatline”

Flatline es una palabra extraída de la novela Neuromancer (1984) escrita por William Gibson, que a su vez la toma de la jerga médica: es la línea plana que expresa un electroencefalograma durante la muerte cerebral. Los constructos son como las entidades que describe Baruch Spinoza: compuestos de velocidades y reposos, agencias sin sujetos definidas por sus procesos, no por su figura o función.

En la novela, Neuromancer, la flatline describe estados de deriva entre la vida y la muerte o de vida simulada, pero Fisher le dará un sentido más general. La flatline gótica es “un plano en el que ya no es posible diferenciar lo animado de lo inanimado y en el que tener agencia no implica necesariamente estar vivo”. En la flatline, el organismo se deshace de vuelta hacia su entorno. Como en la matrix de “Neuromancer” o en el canal de TV de Videodrome, el humano contemporáneo, conectado a la red de información y atravesado por ella, se encuentra en éxtasis, un estado inverso pero indistinguible del horror.

A pesar de que “Constructos flatline” parece referirse a redes sociales y al internet actual, la fecha de su redacción nos dice que todavía el mundo no estaba poblado por smartphones ni el internet atestado de redes sociales. Un punto muy importante para destacar es que los dispositivos portátiles conectados a la red llegaron del 2000 en adelante. Ya en el 2009, el Fisher de “Realismo capitalista” se encuentra con los problemas que acarrea la normalización de esta tecnología.

En el capitalismo de la era digital: con la aparición del trabajo nómada, flexible y espontáneo, las empresas ya no contratan personas, sino paquetes de tiempo indiferenciado. El caso Amazon es el mejor ejemplo contemporáneo de esta modalidad.

Vampiros, Fantasmas, Zombis y Frankenstein

Según Mark Fisher a medida que el capitalismo ejemplifica y supera las descripciones más horrorizadas que Marx realizó, el gótico evita ser codificado como un modo genérico, psicológico o fantástico, para convertirse en la versión materialista más desestructurada de la escena socioeconómica contemporánea.

“Para el ciberpunk, el lenguaje más gótico de Marx se ha vuelto su más realista, mientras que sus protestas organicistas en contra del capital parecen antiguos sentimentalismos.”

En el análisis de Fisher el aspecto más metafísico de estos nuevos “cuerpos sin órganos” que genera el capitalismo consiste en que “los objetos industriales no han sido engendrados sexualmente y por lo tanto no conocen la muerte”

El caso literario testigo del devenir del concepto de robot, Fisher considera, que se encuentra en Frankenstein de Mary Shelley. Ya que es el mejor ejemplo de como ese engendro contra natura, armado y animado por el Dr. Frankenstein se vuelve en contra de su creador, en un punto ese monstruo en la narrativa representa “la venganza del simulacro”. No por nada el tema del desplazamiento de la reproducción sexual resulta central en esa novela, de muchas maneras ese fue el texto fundacional de los géneros modernos de ciencia ficción y terror.

Frankenstein representa la culminación de la imaginación en torno a la manipulación del cuerpo humano, un ser vivo engendrado no sexualmente que se vuelve contra su creador: la venganza del objeto.

Qué tienen en común los vampiros, los fantasmas, los zombis y el personaje de Frankenstein: ninguno de ellos surge de las bodas carnales de dos seres vivos, sino que surgen de la materia muerta que de forma infecciosa toma posesión de los cuerpos ajenos. Como señala Fisher: “El vampiro no filia, contagia.”

A modo de cierre

Mark Fisher dejó una huella en las corrientes filosóficas críticas de nuestro tiempo. En su análisis: los planos de la realidad corpórea, la ficción literaria y el metaverso virtual; confluyen y dan horizonte a una serie de nuevas realidades y problemas sociales que están comenzando a manifestarse en nuestra sociedad como lo son las nuevas patologías, adicciones y malas prácticas digitales.

Fisher con su concepto de “materialismo gótico” desarrolla una nueva categoría para intentar acceder a una nueva realidad. Es ahí, en el extremo de una metafísica no-dualista, en la que ya daría lo mismo decir materialismo gótico que materialismo espiritualista, o si se quiere: animismo máquinico que vudú cibernético o comunismo libertario que comunismo ácido. Es en este intersticio en donde afloran los elementos que podríamos llamar políticas de lo intermedio: micropolíticas inmanentes y contra-axiomáticas, que según el autor servirían para poder fomentar un deseo poscapitalista.

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