Mitos y terrores de la cartelización de la Argentina
El término “mexicanización”, cada vez más escuchado en la Argentina desde que el tema narco se puso de moda, es usado como sinónimo de miedo, ejecuciones, muertos, sangre, violencia, peleas entre cárteles, capos sanguinarios… todas connotaciones negativas que estigmatizan a los mexicanos. Lo mismo sufrió Colombia cuando el fortalecimiento del poder narco logró que en México se levantaran voces de alerta por una posible “colombianización”. Las comparaciones, además de irresponsables, son imposibles, porque no hay modo de equiparar realidades sociales, políticas, históricas y hasta geográficas de diferentes países.
La Argentina no es, no podría ser como México. Para que ello ocurra, primero necesitaría compartir frontera con Estados Unidos, el país que consume más drogas en el mundo y que es responsable de la venta de armas a los cárteles; también debería ser productor líder en marihuana y amapola (la materia prima de la heroína y la morfina), además de ruta de tránsito fundamental para la cocaína y las metanfetaminas que van principalmente a Estados Unidos; y tener decenas de cárteles disputándose el territorio, amén de un Estado que haya alimentado la violencia y violado derechos humanos con el pretexto de llevar a cabo una fracasada guerra contra el narco. Fracaso que es mundial y que ha llevado a repensar estrategias globales ante la contundente prueba de que la guerra contra las drogas provoca más muertes que el consumo en sí.
Sí, es cierto, “la cosa es de terror” en México, como dice el Papa que le contaron los obispos, tan cierto como que la temible “mexicanización” es ofensiva para cientos de miles de víctimas que ha dejado la guerra contra el narcotráfico y que mantienen una lucha en pos de la justicia. Viudas y huérfanos, familiares de desaparecidos, comunidades enteras desplazadas por la violencia y periodistas amenazados apelan a una solidaridad internacional que se aleja cuando se alimenta el miedo a “mexicanizarse”, cuando se fortalece la idea del temor al otro, en lugar de pensar cómo se puede ayudar ante una tragedia de las dimensiones que sufre México con sus más de treinta mil desaparecidos y cientos de miles de asesinados tan sólo en los últimos ocho años.
Cuando el problema se reduce a una posible “mexicanización” también se deja fuera el esfuerzo que están realizando, por ejemplo, los miembros del Equipo Argentino de Antropología Forense en México. Los familiares sólo confían en ellos para la identificación de cuerpos. O las infinitas e interminables muestras de solidaridad que muchos argentinos, entre ellos los miembros de los organismos de derechos humanos, han tenido con los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos en Guerrero.
Tampoco se trata de minimizar el problema, sino de dimensionarlo. Es inocultable que el crecimiento del narcotráfico en Argentina es grave. Hay que denunciarlo y combatirlo, pero entendiendo que tiene características propias y que forma parte de un proceso global en el que el crimen organizado por ahora va ganando la batalla.
- Cecilia González es periodista mexicana; corresponsal de la agencia Notimex; autora de los libros: “Narcosur” (Marea) y “Todo lo que necesitás saber sobre narcotráfico” (Paidós).
Revista Ñ - 27 de febrero de 2015