Néstor Carlos Kirchner: 1950 - 2010
[i]Después del duelo
Por Carlos Heller
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¨Las columnas periodísticas del establishment no esperaron siquiera una hora para comenzar a argumentar sobre la imperiosa necesidad de que, muerto Néstor Kirchner, resultaba imprescindible revisar el rumbo iniciado en 2003. Sus textos fueron hilando argumentos y dialogando entre sí, de manera de difundir la exigencia restauradora y nostálgica de las derechas.
El primero fue Rosendo Fraga, apenas circuló la noticia de la muerte del ex presidente. En la versión digital de La Nación, del 27 de octubre dijo, dirigiéndose a la Presidenta: “Tiene la oportunidad de ejercer el poder por sí misma”. Es el momento de “modificar, rectificar, corregir, cambiar aspectos y sentidos impuestos por su marido”.
Ese mismo día, en el diario de los Mitre, se afirmó que “ahora hay que pensar todo de nuevo (…). Ella (Cristina) fue, hasta ahora, una inusual primer ministro” pero deberá “admitir su debilidad, junto al resto de cuadros subordinados al líder afrontando la orfandad de su nueva situación”.
Días más tarde y en el mismo sentido, en la edición del domingo 31 de octubre, La Nación publicó una nota titulada “Obligada a explorar otros caminos”. Como es obvio, se refería a la Presidenta y a lo imperativo de un inmediato cambio en la orientación de la política pública.
Entre las argumentaciones más relevantes, se señalaba que la muerte de Kirchner expresaba una pérdida efectiva de poder y que su muerte dejaba un vacío que no lo podrá llenar una militancia activa.
En Clarín, se destacó que, si se tomaban en cuenta las declaraciones del jefe de Gabinete en cuanto a que la “Presidenta está decidida a profundizar el modelo”, no cabría esperar tiempos de tranquilidad y armonía en el país. Los llamados a las búsquedas de concertación y consenso deben entenderse como la obligada vuelta atrás, eliminar lo que ellos denominan intervencionismo estatal y “ataques al periodismo independiente”. En algunas columnas se afirmó que la Presidenta debe asegurar una civilizada transición a una nueva etapa poskirchnerista, que tendrá como misión desmontar y desarticular todo lo reñido con las “libertades económicas y de mercado” para garantizar la vuelta de la Argentina al mundo de la “inversión“. Es decir restaurar el modelo neoliberal.
Quienes quieren ir por más
En el relato de los oligopolios, el escenario político podría resumirse en estos términos: Kirchner ha privilegiado la lógica de la confrontación al diálogo, su talante patoteril y cuasi irracional crispó a la sociedad, y su muerte le deja a la Presidenta la posibilidad de reencauzar el proyecto político habida cuenta de que las mayorías movilizadas en estos días no son un equivalente al poder de Kirchner y, por lo tanto, no queda ninguna otra opción que desandar el rumbo iniciado en el 2003.
La muerte de Néstor Kirchner generó respuestas muy distintas y disonantes por parte de la ciudadanía con las expectativas y proyecciones de las derechas.
Centenares de miles de personas, en su mayoría jóvenes, colmaron la Plaza de Mayo y se despidieron con pasión, con dolor y con esperanza. Expresaron un amor verdadero hacia quien ha sido reconocido como un referente que gobernó con muchos méritos, el mayor de ellos haber reinstalado el lugar de la política como práctica transformadora al servicio de la dignidad de todas y todos, particularmente de los más vulnerables.
Tal vez, el máximo reconocimiento prodigado por la multitud haya sido su voluntad política por superar la nefasta herencia neoliberal que asoló a nuestro país a partir del Rodrigazo y que se profundizó a sangre y fuego con la última dictadura genocida.
Los sucesivos gobiernos constitucionales no quisieron, no supieron o no pudieron apartarse del papel de partenaires secundarios del poder económico transnacional y sus aliados locales.
De allí que el proceso iniciado en 2003 se distinguiera de los anteriores gobiernos constitucionales. La política exterior, la política social, la política en materia de derechos humanos, la política productiva, la política cultural, la renovación de la Corte Suprema, la revalorización de las organizaciones sindicales, la decisión de no reprimir el conflicto social, la interpelación a la juventud como sujetos, constituyen hitos que han sido ocultados y tergiversados mediáticamente. La muerte del ex presidente, indudablemente, un principal protagonista político de esta agenda, generó una masiva expresión de apoyo al modelo.
En el caso de la política internacional, los reconocimientos de los líderes de los países de nuestra América no tardaron en llegar y, junto al inmenso dolor de la pérdida, presidentes de muy divergentes orientaciones ideológicas resaltaron el valor ético-político del secretario general de la UNASUR.
Contra los augurios de los voceros del establishment, la voz del pueblo sonó estridente en estos días. Los llantos, los cánticos, los silencios, los carteles fueron modos de expresar el dolor que atravesó a una gigantesca porción de nuestra sociedad. El mensaje fue claro: apostamos por el camino emprendido, y daremos la batalla frente a quienes operan para la restauración neoliberal-conservadora.
El nuevo escenario
Una de las tareas fundamentales es cómo hacer que las inmensas energías populares que se desplegaron en el último adiós a Néstor Kirchner y que se completaron con el “Fuerza Cristina” encuentren un cauce organizativo en el cual se apoye la acción de gobierno para profundizar la transformación emprendida hace siete años.
Concebimos los procesos transformadores como un camino complejo y contradictorio que exige de las fuerzas del cambio el compromiso concreto y esforzado, interpelando a los colectivos y exigiendo que metan las patas en el barro empujando en la dirección correcta.
Formamos parte de un espacio político que asumió como propio el rumbo iniciado en 2003, pero, al mismo tiempo, desde una propia perspectiva estratégica; se define como autónomo, aunque ni neutral ni equidistante.
Defendemos el proceso que se abrió en 2003, como un piso logrado, reconocemos a Cristina Kirchner como quien debe sostener el liderazgo en esta etapa, pero también preservamos nuestra autonomía, lo que nos da la suficiente libertad para actuar con eficacia apuntalando el proyecto, sosteniendo nuestros principios y las prácticas que son consistentes con nuestros valores.
Hemos recorrido las posiciones de nuestros contendientes, de quienes nos describen un país agónico y un futuro que sólo pueden imaginar restaurando el neoliberal-conservadurismo. Desde las mayorías populares, sus trabajadores, artistas, intelectuales, organismos de derechos humanos, organizaciones territoriales, partidos políticos populares se escucharon verdades mucho más profundas y extendidas. Han surgido llantos, rezos y gritos de reconocimiento a un gran hombre, a un gran luchador. Y de esa legitimidad incuestionable surge la base sobre la cual habrá que apuntalar la construcción del bloque histórico social que sea el sustento de la consolidación de todo lo que se ha realizado bien y la plataforma para avanzar en todo lo que falta. Es mucho lo que está en juego, y así parecen comprenderlo los miles y miles de argentinos que inundaron la Plaza de Mayo y desfilaron como un sinfín de voluntades hermanadas para no permitir ningún retroceso.
La gran tarea será la de no dejar caer las banderas y las realizaciones. Nuestros sueños no se verán cumplidos mientras perduren indicadores de pobreza e indigencia, sólo podremos sentir que hemos triunfado cuando, entre otras cosas, el cero sea el número que indica la pobreza en la Argentina. Estamos en ese camino y daremos todo el apoyo al Gobierno para avanzar en la construcción de un país para todas y todos, con justicia social, que consagre una verdadera democracia protagónica y participativa, compartiendo los vientos liberadores que surcan nuestra América Latina.
Esta nota fue publicada en la Revista Debate el 05 de noviembre de 2010.
Fuente:">www.carlosheller.com.ar]Fuente: Página web de Carlos Heller - 08.11.2010