"Nosotros volveremos a gobernar este país"

Dario Pignotti


El ex presidente de Brasil, Lula da Silva, reafirmó su voluntad de presentarse como candidato en las elecciones de octubre de 2018. Fue en un encuentro en Salvador de Bahía organizado por el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST).

Y en eso volvió Luiz Inácio Lula da Silva. No hay receso veraniego para la política brasileña post golpe donde el ex presidente propuso la realización de elecciones anticipadas a las que planea presentarse, y “si lo hago será para vencer, porque nosotros volveremos a gobernar este país a pesar de que quieren criminalizar al Partido de los Trabajadores”.  Hacía mucho calor en Salvador de Bahía, y  más aún debajo de la cobertura de lona montada por los campesinos del  MST, con sus gorros rojos. “Brasil, urgente, Lula presidente” propuso el público seguido por el estallido de tres petardos, aplausos y más consignas. El ex tornero mecánico hizo una pausa, secó su frente con un pañuelo blanco, y luego retomó el discurso, que fue el primero de 2017 ante un gran auditorio en el que denostó a Michel Temer, elogió los “60 años” de soberanía cubana y repudió la injerencia norteamericana agazapada detrás del juez Sergio Moro, que ni siquiera finge neutralidad.

Demandó una “investigación” sobre la presunta complicidad Moro y Estados Unidos en el proceso por corrupción que redundó en multas millonarias contra Petrobras y la anulación de la legislación petrolera, sancionada en 2010, que limitaba la participación de petroleras extranjeras.

Luego volvió a cargar contra el mediático Moro cuando sugirió que tiene aspiraciones políticas.

“Hoy todo el mundo quiere ser presidente, Temer quiere ser presidente, el juez Moro quiere ser, el ministro de Exteriores (José) Serra quiere, el gobernador (San Pablo) Geraldo Alckmin también quiere. Me parece perfecto que ellos quieran, pero lo que no me parece perfecto es que tomen el gobierno por la fuerza, tienen que dar la disputa en las urnas” desafió Lula.

De hecho, aunque no lo expresó abiertamente, Lula renovó su propuesta política principal, la de establecer un pacto amplio, que podría abarcar a partidos cómplices del golpe, para reformar la Constitución y permitir la celebración de comicios anticipados ante la evidencia de que esta administración no está en condiciones de concluir su mandato en diciembre de 2018.

Temer cerró 2016 asediado por las denuncias que lo envuelven en el presunto cobro de sobornos a la constructora Odebrecht e inauguró 2017 con la matanza de 60 presos ocurrida el 1 de enero en un presidio de Manaos, seguida por otras dos masacres que elevaron a 100 el número de víctimas en cárceles de la región amazónica debido a una guerra de las organizaciones delictivas, en cuyo vértice están el Primer Comando de la Capital, de San Pablo, y Comando Vermelho, de Río de Janeiro.

Su ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, aseguró que no hubo pelea entre bandas (algo que el propio Temer admitió), propuso reeditar la fracasada Guerra contra las Drogas, cuestionada hasta en Colombia, y prometió erradicar la marihuana de América del Sur.

Las imaginativas afirmaciones del ministro temerista fueron desmentidas en los hechos por decenas de gobernadores que, según trascendidos, ya ordenaron el alerta en sus presidios ante la amenaza de nuevos enfrentamientos entre las facciones Primer Comando y Comando Vermelho, a lo que se suma el descontento declarado de los sindicatos policiales, que cuestionaron las medidas del gobierno para superar la crisis carcelaria.

Todo lo cual agrega pólvora a un barril cuyo estallido puede replicarse fuera de las cárceles.

En las favelas operan las “células dormidas” del Primer Comando, un ejército irregular bastante disciplinado y dispuesto a lanzar ataques relámpago contra comisarías, bancos y el transporte público como lo hicieron en mayo de 2006 en San Pablo.

Síntoma que la tensión carcelaria no amainó por completo fueron los dos muertos encontrados ayer en un reclusorio del estado nordestino de Alagoas.

En la también nordestina Salvador de Bahía Lula abrió el miércoles un año político anómalo, que comenzó en enero, pese a la tradición según la cual en este país no pasa nada hasta después del carnaval.

“Tengo 71 años de edad, pero no los represento (risas), estoy sintiéndome como un chico, como un pibe de 35 años, voy a recorrer todo el país este año para recuperar la imagen de mi partido y mejorar mi imagen”.

Sentado, con sandalias y camisa celeste de mangas cortas, José Stédile escuchaba pensativo la intervención de su viejo compañero, y por momentos rubricando con una sonrisa las ocurrencias de Lula, como cuando bromeó con la baja estatura de Rui Falcao, el titular del PT.

El coordinador del MST Stédile y el ex presidente suman fuerzas para la formación de un frente de partidos de izquierda, populares y movimientos sociales.

Lula sabe que su liderazgo se agiganta a través del contacto directo con la población, la cual vive en carne propia las consecuencias de un ajuste incruento.

Un informe publicado ayer por la Organización Internacional del Trabajo indica que este año Brasil incrementará en 1,4 millones el número de desempleados, con lo cual llegará a 13,8 millones de parados en 2018.

Los sondeos de opinión publicados por las grandes consultoras privadas, ninguna sospechada de lulista, coinciden en describir el crecimiento sostenido del líder del PT desde que Temer llegó el Palacio del Planalto, asalto del cual hoy se cumplen 8 meses y un día.

“Fuera Temer” exigieron los sin tierra congregados en Bahía, una consigna repetida ayer por los estudiantes reunidos en Playa Grande, ciudad del interior de San Pablo, en el sudeste, donde el mandatario visitó una escuela.

Página/12 - 13 de enero de 2017

Discurso de Lula en el 29º Encuentro del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra

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