Nuevos Goebbels en universidades estadounidenses

Harley Schlanger

Desde el 11 de septiembre de 2001, los neoconservadores se esfuerzan por transformar Estados Unidos. Para ello se valen de los medios de prensa dominantes con vistas a obtener el consentimiento de la población. Pero, para lograr un efecto a largo plazo, este movimiento trata de ejercer su influencia sobre las universidades en las que se forman las futuras elites estadounidenses.

Autor: Harley Schlanger
Fuente: Voltairenet.org

El 16 de octubre de 2006, a tres semanas de las elecciones de medio término en Estados Unidos, en momentos en que el gobierno de Bush-Cheney sigue en busca de un pretexto para atacar Irán, un orador declaró, durante una reunión pública organizada por los estudiantes de la universidad de California (UCLA), en Los Angeles, que había que desencadenar un ataque genocida contra los musulmanes para garantizar un «resurgimiento del orgullo de la civilización occidental».

Comentando el evento, al día siguiente, el Daily Bruin reportaba que el orador en cuestión, el Dr. Yaron Brook, director del Ayn Rand Institute (ver más abajo), había advertido que «los Estados totalitarios islámicos representan una grave amenaza para la seguridad de Estados Unidos», agregando que una manera de vencer a esos regímenes sería «matar a cientos de miles de sus partidarios». Según él, eso «reduciría a una pequeña minoría de la población el apoyo popular del que gozan las ideas extremistas», apoyo que él estima actualmente en un 40%.

Uno podría sentirse tentado a atribuir este delirio a un pobre enfermo mental que olvidó tomarse sus medicinas, pero quien haya leído los últimos escritos del Comité de Acción Política de Lyndon LaRouche sabe que, desgraciadamente, no es ése el caso. El Dr. Brook y el instituto Ayn Rand (ARI) son parte integrante de una red dirigida por Lynne Cheney, la esposa del vicepresidente estadounidense. Esta facción ha lanzado una ofensiva dirigida a las universidades para suscitar en estas un movimiento de apoyo a las nuevas guerras imperiales, intimidando a sus adversarios mediante tácticas que harían palidecer de envidia al jefe de la propaganda nazi Joseph Goebbels.

A medida que Estados Unidos se empantana cada vez más en Afganistán e Irak, el apoyo popular a la política suicida de Bush y Cheney disminuye fuertemente. Incluso algunos partidarios de Bush y Cheney en la Cámara de Representantes y el Senado comienzan a distanciarse y no se excluye una oleada demócrata en noviembre (si los propios dirigentes del partido no la sabotean de nuevo).

Sin embargo, ante la creciente oposición en Estados Unidos y en el plano internacional, específicamente en Gran Bretaña, el partido de la guerra que respalda a Bush y Cheney sigue preparando un golpe (posiblemente nuclear) contra Irán o Corea del Norte.

Tomemos, por ejemplo, el caso de George Shultz, arquitecto del equipo de Bush. Shultz declaró públicamente, en la universidad de Stanford, el 14 de octubre de 2006, que Estados Unidos debería renunciar a sus interminables advertencias dirigidas a Teherán y pasar por fin a la acción. Las Naciones Unidas y los gobiernos occidentales, prosiguió, dicen que ciertas acciones son inaceptables, pero cuando estas se producen, las aceptan. ¿Qué hacer, entonces?, le preguntó el moderador Ted Koppel. El inspirador del golpe de Estado fascista de Pinochet, perpetrado en Chile en 1973, respondió sin vacilar: «Tenemos que lograr que después [de las amenazas, ndlr] vengan los hechos– y disparar. (…) Cuando yo entré en los Marines, un sargento me dio un fusil y me dijo: “Jamás le apuntes a nadie a no ser que estés dispuesto a apretar el gatillo”. Hoy comprobamos una constante falta de voluntad para apretar el gatillo –Darfur, Irán, Corea del Norte, Hezbollah… Hay que continuar y disparar.»

El trabajo de la red de John Train y Lynne Cheney consiste precisamente en eliminar esa «falta de voluntad».

El Ayn Rand Institute (ARI) fue fundado en 1985 por Leonard Peikoff, quien se considera el «heredero» de Ayn Rand, la fundadora del «objetivismo». La teoría de la señora Rand es una mezcolanza de la filosofía antiplatónica de Aristóteles, John Locke y Friedrich Nietzsche con la ideología violentamente antiestatal del economista austriaco Ludwig von Mises. El resultado es una glorificación del hombre hobbesiano, movido únicamente por el egoísmo y la avaricia personal, en una sociedad en la que cada cual lucha contra todos los demás.

Uno de los alumnos más conocidos de Ayn Rand es Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal que acaba de jubilarse. Junto a Leonard Peikoff, Greenspan era miembro del primer grupo de discípulos, bautizado como «el colectivo». La propia señora Rand llamaba a Greenspan «el funerario», ya sea por su aspecto patibulario o porque presentía la destrucción de la economía estadounidense que tendría lugar bajo su mandato.

En cuanto a Yaron Brook, éste último dirige el Instituto desde el año 2000 pero una mirada a su currículum demuestra que es más que un ideólogo monetarista. Según el sitio web del ARI: «Sus años de servicio en la Inteligencia del ejército israelí y sus extensivas investigaciones, lo han convertido en un experto en lo tocante al conflicto del Medio Oriente y el terrorismo así como sobre la política exterior americana en esta región. Numerosas universidades de todo el país han acogido su reciente presentación “Alegato moral para apoyar a Israel”.»

El partido de la guerra, sin embargo, no puede conformarse con una política económica que está destruyendo la nación, como hizo Greenspan. Al analizar más de cerca las actividades de estas diferentes redes, uno comprueba con horror que están promoviendo una política de guerra nuclear preventiva, retomando una lógica parecida a la que defendiera en su época Bertrand Russel.

La exhortación al crimen que lanzó Brook en la UCLA constituye un buen ejemplo de lo anterior. En un largo artículo publicado en la primera edición del Objective Standard en 2006, este mismo individuo denunciaba el concepto de «guerra justa» y defendía la teoría enunciada por Ayn Rand sobre el «interés personal racional» como justificación de un golpe preventivo contra Irán. Brook concluía de la siguiente manera: «Vamos a perder la guerra contra el totalitarismo islámico porque nuestro liderazgo, político y militar, está mutilado por la moral altruista, anclada en los principios de la teoría de la guerra justa. El código moral inherente a esa teoría define las reglas que socavan, impiden y subvierten toda esperanza de éxito en una guerra.»

El coautor de esta diatriba, Alex Epstein, trabaja para la revista electrónica Frontpagemagazine.com, de David Horowitz, que también predica el empleo de armas nucleares. En acalorada discusión con varios miembros del LYM, durante un discurso en la universidad de Santa Bárbara, Horowitz defendió la decisión del presidente estadounidense Harry Truman de lanzar las dos bombas atómicas sobre Japón dando a entender que hoy habría que hacer lo mismo con Irán.

El delirio no termina ahí. El profesor John Lewis (otro miembro del equipo del ARI) escribía en la edición de abril de 2006 de Capitalism Magazine sobre «la lección moral de Hiroshima y Nagasaki» afirmando que los efectos de las bombas mencionadas fueron «tan beneficiosos, tan amplios y a tan largo plazo, que el lanzamiento de aquellas bombas debe figurar entre los actos más morales que se hayan cometido ». Lewis presenta así la justificación «randiana» de un golpe contra Irán, Corea del Norte, etc.

Ya en septiembre de 2002, Onkar Ghate afirmaba en el boletín del ARI, Impact, que una nación no debe renunciar a la autodefensa por miedo a provocar víctimas civiles. «Para ganar la guerra contra el terrorismo, escribe Ghate , no podemos dejarnos detener por una errónea preocupación por "inocentes". (…) Tenemos derecho moral a defendernos, aunque ello exija muertes en masa entre los civiles de los países terroristas.»

El LYM se ha dado a la tarea de sacar a la luz y neutralizar las operaciones tipo Gestapo que se desarrollan bajo la égida de Lynne Cheney en las universidades estadounidenses. Investigadores del movimiento juvenil preparan un dossier sobre las organizaciones que buscan convencer a los estudiantes de que no pueden cambiar nada en el campo de la política y que es mejor dedicarse a la búsqueda de su propia comodidad personal.

El caso de la UCLA es característico de las operaciones que orquesta esa red. Por ejemplo, la conferencia con Yaron Brook fue organizada por LOGIC (acrónimo de «Libertad, Avidez, Individualismo, Capitalismo». ¡Gran programa!), organización creada en la UCLA y cuyo presidente es redactor adjunto del Bruin Standard. Se trata de Garin Hovannisian, protegido de David Horowitz, uno de los coordinadores de la «Gestapo del pensamiento» de Lynne Cheney. La red de prensa a la que pertenece el Bruin Standard se dedica a la cacería de brujas contra los profesores que se oponen a la política fascista del actual gobierno estadounidense y al movimiento político de Lyndon LaRouche.

Compartir en