Ocho Hiroshimas por cabeza nuclear / Karen Hallberg
*La autora es doctora en Física, miembro del Consejo de las Conferencias Pugwash para la Ciencia y Asuntos Mundiales.
La votación que se realizó, el 14 de marzo, en el Parlamento británico a favor de la renovación de los cuatro submarinos con propulsión nuclear y armas atómicas marca un hito negativo en la búsqueda colectiva de un mundo más pacífico.
Con 409 votos a favor y 161 en contra, de los cuales alrededor de 85 pertenecen al mismo partido laborista de Blair, el Reino Unido ha decidido comprometer entre quince y veinte mil millones de libras en renovar el sistema de submarinos Trident.
Cada uno de los cuatro submarinos de propulsión nuclear puede llevar hasta dieciséis misiles, con un alcance de 8000 kilómetros, pudiendo, cada misil, portar hasta ocho cabezas nucleares, con un poder de detonación de hasta 100 kilotones.
En la actualidad, los submarinos están transportando alrededor de cuarenta y ocho cabezas nucleares. Comparando con el poder destructivo de la bomba nuclear arrojada sobre Hiroshima en 1945, de 12,5 kilotones, cada cabeza nuclear tiene un poder destructivo ocho veces mayor, capaces de destruir un área construida de 30 kilómetros cuadrados y de matar a mucho más de 100.000 personas por cabeza nuclear, siendo esta estimación -publicada por J. Rotblat y otros en An end to UK nuclear weapons ("Un final para las armas nucleares del Reino Unido")- muy conservadora.
La cuenta del poder destructivo de cada misil de ocho cabezas es, entonces, tan fácil como aterradora.
El sistema de submarinos tiene una vida útil de unos treinta años, que expira alrededor de 2020. Esta decisión prolongará la existencia de esta clase de arma de destrucción indiscriminada hasta 2050.
Varias voces propusieron una suspensión de esta decisión hasta, al menos, 2010, año en que se realizará la revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Sin embargo, según Blair, se tomarán diecisiete años en renovar el sistema de submarinos, por lo que se decidió adelantar la votación.
Esta medida está en evidente contradicción con el artículo VI del TNP, por el cual los países poseedores de armas nucleares se comprometen de buena fe a comenzar acciones concretas de reducción nuclear, tendientes al desarme total.
Sobre este compromiso, recae la parte medular de este tratado que pide, a cambio, que los países no poseedores, como la Argentina, se comprometan a no obtener ni desarrollar armas nucleares, entre otras obligaciones.
La renovación del sistema Trident británico se suma a recientes declaraciones y acciones de los Estados Unidos que no muestran, precisamente, que los países nucleares estén tomando acciones concretas hacia el desarme, como se habían comprometido. Estas acciones deterioran los tratados internacionales y restan autoridad a la hora de exigir que otros países cumplan con sus obligaciones dentro del TNP.
Para prever la evolución de la proliferación y posesión de armas nucleares, se podría hacer un paralelismo con modelos de la física, en los que un sistema está en (cuasi) equilibrio hasta que una perturbación lo lleva a una de dos soluciones posibles, completamente diferentes, llamados puntos fijos. El equilibrio internacional en materia nuclear está evolucionando sin retorno hacia la proliferación de armas nucleares, no sólo a otros países sino también a actores no estatales.
Preveo, entonces, dos situaciones posibles a mediano y largo plazo en este escenario: el desarme nuclear total y un orden internacional basado en el respeto mutuo y espíritu de colaboración o un equilibrio mundial basado en el terror y la disuasión colectiva, en el que la mayoría de los países cuente con armas nucleares y otras de destrucción masiva.
La solución está en nuestras manos, en la de nuestros políticos y en la de la opinión pública.
Autor: [color=336600]La Nación / Argentina – 28.03.07[/color]