Proteínas como arma de negociación con el mundo
Los recientes acontecimientos que tuvieron a nuestra relación con China como protagonista permiten, una vez más, reflexionar sobre la estrategia de desarrollo de nuestro país .
No es casual: China es una locomotora que absorbe materias primas diversas -entre ellas, a los alimentos-, es el país que tendrá el 25% del PBI mundial en pocos años más y aparece como una economía con enormes complementariedades con la nuestra. Muchos países, que hoy son los líderes en el mundo, hubiesen querido tener hace 10 años este escenario de certezas básicas. También es cierto que estos fundamentos no resuelven por sí mismos una estrategia de desarrollo inclusivo y es aquí donde el conjunto de fuerzas de la nación deben construir una visión de largo plazo.
Los gobiernos han sido elegidos para ejecutar políticas pero, sobre todo, se les ha delegado la facultad de generar y facilitar el funcionamiento de espacios de creación colectiva.
La complejidad del mundo es tal que el pensamiento único tiene amplias probabilidades de llevarnos a errores. El sistema de liderazgo de la sociedad debe participar activamente en estos debates.
Desde hace varios años venimos sosteniendo que hay fundamentos muy sólidos para la demanda de alimentos -hay que sumarles desde hace 5 años las energías verdes- y que las oportunidades para nuestro país son extraordinarias . Muchas personas no lo creyeron o miraron con desconfianza pensando que era una opinión teñida de interés sectorial, pero son pocos los que hoy -por fuerza de la realidad- dudan. Los beneficios están presentes en el conjunto de la sociedad y el modelo económico se sustenta, entre otros pero sobremanera, en el aumento de la producción de alimentos, su exportación y provisión asegurada al mercado interno .
Yo agregaría que este proceso está en sus albores y que, si bien tenemos una plataforma muy buena, podemos perder la oportunidad de crear un siglo de bienestar para nuestra sociedad . Todavía puede ser peor: podríamos tener la ilusión que lo logramos, pero nos quedamos a mitad de camino. Sólo analizando las posibilidades de colocar proteínas en forma de carnes varias y derivados de lácteos, de fibras o de biocombustibles de segunda y tercera generación podemos ver la oportunidad que tenemos, lo lejos que estamos todavía y el arduo camino que tenemos que transitar.
Desde mi punto de vista, pensar que la producción de alimentos es sólo soja y que nuestro rol debería reducirse a él es empequeñecer el horizonte . Argentina posee competitividad para producir una enorme cantidad de productos y el enorme desafío es crear y exportar productos con mayor grado de complejidad . Esto crearía mayor utilización de mano de obra, trabajo más calificado, mayor valor de las exportaciones y más oportunidades para más gente.
Lo que está errado, en mi percepción, es creer que la soja es responsable de que ello no ocurra . En principio, porque hay una complejidad creciente en la producción de soja que sólo por ignorancia o mala fe no se puede reconocer, y también porque hay mayor valor de las exportaciones, ya que éstas no sólo dependen del valor por tonelada sino de la cantidad de toneladas que podemos vender.
Lo más importante es que la soja no sólo no compite con los productos de valor agregado sino que puede ser su aliada natural y principal.
Si el mundo necesita soja y sus derivados, se los podríamos dar a cambio de que también nos compren otros productos. Si no tenemos soja es muy probable que no tengamos cómo negociar la colocación de los otros productos, sean del origen que sean.
Las proteínas pueden ser nuestra mejor arma de negociación ante el mundo .
Estas deberían darse en el marco de una creciente integración regional previa, la escala aumenta las posibilidades y el poder de negociación. Junto a Brasil y la región tendremos el rol de contribuir con más del 50% de la oferta futura de alimentos y energía verdes; hay una necesidad de rápida y profunda convergencia de intereses entre los países del sur de América. Los sectores exportadores encontrarán más capacidad de negociación frente a otros países o bloques y los sectores ligados al consumo interno deberán asumir que “el gran mercado interno de Argentina” es toda la región sin fronteras.
Pensar en los flujos de bienes y servicios a mediano y largo plazo y el rol de Argentina permitirá hacer una asignación eficiente de los recursos, se podrían generar incentivos que orienten la inversión pública y privada y construir una multilateralidad en las relaciones globales. Los pueblos deben confiar y saber que los argentinos cumpliremos con el desafío de alimentar al mundo y proveer las energías limpias para que el desarrollo sea sustentable .
Necesitamos un horizonte claro para la sociedad y que el Estado facilite este proceso haciéndolo de todos . Facilitar es hacer cumplir con las reglas y no cambiarlas para incentivar la inversión privada, es invertir en servicios públicos de calidad e infraestructura, es redistribuir riqueza con equidad e inclusión. La sociedad en su conjunto debe estimular el desarrollo de un empresariado fuerte, grande e integrado al mundo, que gane dinero y que reinvierta sus utilidades. En este marco estratégico el debate profundo y relevante no es quién captura las rentas sino con qué eficiencia se utilizan las mismas para lograr el desarrollo sustentable.
*Gustavo Grobocopatel, productor agropecuario
Fuente:">http://www.clarin.com/opinion/Proteinas-arma-negociacion-mundo_0_3113689... Clarín - 05.08.2010