Relación estratégica
No es algo singular. Hay más de 100 países, más de la mitad del mundo, cuyo principal socio es China. Pero en el caso argentino hay algo específico. Nuestra región, el Mercosur, es en el siglo XXI uno de los más grandes y pocos reservorios de alimentos mundiales. Para un país superpoblado y en plena expansión de su mercado interno, de su proceso de urbanización y de cambios de consumo de sectores que salen de la pobreza para constituir nuevas capas medias, esta zona del planeta, como otras de Africa y Oceanía, Ucrania y pocas más, asume un carácter estratégico, también por la provisión de recursos energéticos y minerales.
El gran debate que existe hoy entre los pocos –aunque en número creciente– economistas y sinólogos divide aguas. De un lado, quienes plantean que el vínculo con el gigante asiático primariza nuestra economía por el perfil comercial planteado (a cambio de venderles soja, cobre o mineral de hierro se importa industria y tecnología; 80 por ciento de lo que exporta China son bienes tecnológicos) e inclusive por las inversiones (que justamente van a minería, energía y productos rurales, en general, reafirmando ese patrón). Del otro, aquellos que rechazan esa crítica fijando, por un lado, lo inevitable del auge chino, modificando ya no la relación con nuestra región sino todo el formato global (económico, pero también geopolítico) y, por otro, sosteniendo que en el caso de Argentina, igual para Brasil, nuestra región debería aprovechar la visita de Xi y los crecientes lazos con China para incorporar ese dato irreversible a la agenda de desarrollo pendiente en nuestro territorio, lo que incluye la cuestión industrial. Este modelo siglo XXI, donde estén en el centro del debate el conocimiento, las cadenas de valor, la conectividad física, las obras de infraestructura y una renovación del concepto de sustitución de importaciones que incluya los encadenamientos productivos y las especialidades.
El aspecto regional es relevante, y no sólo por una cuestión de escala ni siquiera desde China hacia nuestro vecindario. También desde aquí no debería obviarse que China es todavía más que su propio y ya vasto territorio. Es el núcleo de una zona lindante, los países del llamado Asean, sin olvidar a India, Corea del Sur y Japón, muy integrados entre sí, y donde Argentina tiene grandes posibilidades de complementariedad, muchas de las cuales ya aprovecha.
Xi viene a la Argentina (igual hará antes el líder ruso Vladimir Putin, mientras tanto analistas conservadores insisten con que Argentina está cada vez más aislada del mundo) luego de pasar por Brasil para la reunión de los Brics, otro dato que habla del cambio de paradigma internacional, con eje en la multipolaridad y búsqueda de nuevas formas de integración y de financiamiento al desarrollo, autónomos de los poderes que dominaron el mundo el siglo pasado. Y un nuevo mundo donde China ocupa cada vez más centralidad. Muchas cifras son conocidas, como los datos recientes que ya la ubican, pese a los intentos de Beijing de amortiguar la expectativa, como primera economía mundial en términos de paridad de poder de compra, y primer PBI absoluto en breve. Otros son menos difundidos, como uno reciente de la Cepal, revelado esta semana en una sesión académica por Félix Peña, de la Fundación ICBC, según el cual hay 16.000 empresas chinas invirtiendo en 179 economías del mundo, o que la participación china en el comercio mundial está superando la de Estados Unidos.
América latina ocupa un lugar muy importante en la estrategia china. En apenas más de un año de gestión, Xi hace ahora su segunda visita, amén de recorrer el resto del mundo como ningún otro de sus antecesores.
Posiblemente haya, en Buenos Aires, anuncios en áreas como las represas de Santa Cruz Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, cuya financiación estaba pendiente por un tema de seguros, el paso trasandino por San Juan, acueductos en Entre Ríos o la renovación y arreglo del ferrocarril Belgrano Cargas, que va del Norte a los puertos del Paraná, pero también con miras a cruzar del NOA a salidas por el Pacífico, con Salta proyectando una planta procesadora de soja.
En el Belgrano Cargas, según fuentes del Ministerio de Transporte, ya se garantizó el capital que también dependía del aseguramiento. Todo junto son inversiones multimillonarias. Desde luego, habrá otros convenios sobre temas “clásicos”: cereales y oleaginosas, leche en polvo, carne (un rubro que se supone tendrá un gran crecimiento de consumo en China, en torno de 80 por ciento hacia 2030, contra 15 por ciento de soja, dijo el lunes en un seminario Fernando Vilella, de la Facultad de Agronomía de la UBA), vinos, energía nuclear y refrendar acuerdos espaciales y satelitales como ya hay con Neuquén o, finalmente, la ratificación de dos empresas chinas por participar de la inminente licitación de la represa Chihuido en esa misma provincia.
Fuera de los convenios entre gobiernos, a nivel privado el sábado 19 –el día fuerte de la visita, que incluye obviamente bilateral con Cristina Fernández de Kirchner, comida de honor y visita a una estancia para un show folklórico– habrá un foro entre empresarios argentinos y chinos donde, por ahora, “hay previstos 24 preacuerdos o cartas de intención que involucran unos 250 millones de dólares”, dijeron desde la Cámara Argentino-China, que organizará esas reuniones de negocios y vino puliendo el tema con Cancillería. “Con Xi vienen casi 150 empresas de primer nivel y es una oportunidad que se presenta pocas veces para empresarios argentinos que quieran, cara a cara, explorar negocios con pares chinos”, señaló Ernesto Fernández Taboada, director ejecutivo de la Cámara que preside Carlos Spadone. Los empresarios chinos son del rubro alimentos, energía, minería, infraestructura, turismo y otros. En la Cámara esperan que “se siga afianzando la relación entre privados además de los convenios que se impulsan desde los Estados”.
Como se observa muchas veces en estudios sobre la relación bilateral, China impresiona por su tamaño y por las asimetrías que eso plantea. Pero acaso la principal no sea la escala, sino el hecho de que China, por tradición, planifica estratégicamente qué busca del otro y cómo obtenerlo.
Suplemento CASH de Página/12 - 13 de julio de 2014