Resistencia al financiamiento
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La escasez del financiamiento en la economía argentina es un tema estructural y ha sido una característica histórica. Si además hablamos del financiamiento a pymes, la insuficiencia es aún más aguda, y frena severamente las posibilidades de expansión de muchas empresas del sector.
Las pymes, además de enfrentarse con poca disponibilidad de financiamiento, deben abonar altas tasas de interés que desincentivan la utilización del poco crédito existente.
Otro de los ausentes es el crédito a largo plazo para inversión, que resulta casi inexistente fuera de los programas oficiales. Una medida de la distorsión en la atención crediticia a empresas en general por parte del sistema financiero argentino se puede observar con datos del Banco Central: el plazo promedio de los préstamos a las empresas es cercano a los dos años, mientras que los préstamos personales para consumo muestran un plazo promedio de cuatro años.
Distintos estudios, como los de la Fundación Capital y el Observatorio Pyme, entre otros, detallan claramente que el 60 por ciento de los fondos para las inversiones de las pymes provienen de sus recursos propios, sólo un 25 al 30 por ciento se realiza con financiamiento bancario, y el resto con otros financiamientos, en especial de proveedores.
Esta baja participación del financiamiento bancario no es culpa de las entidades, ya que los estudios citados demuestran que, en promedio, el 80 por ciento de las pymes que solicitan préstamos lo obtienen. Entre las empresas que financian sus inversiones sin préstamos bancarios, más de la mitad alega que no lo necesita, mientras que cerca de una cuarta parte no desea operar con el banco, sea por la cantidad de información requerida, por el nivel de tasas u otros motivos.
Esta composición del financiamiento de la inversión pyme la hace muy sensible a las tasas de rentabilidad de las empresas. Si se observa que éstas han venido cayendo en los últimos dos años, aparece una aguda preocupación por la continuidad de la inversión en el sector.
El sistema financiero dedica sólo el 25 por ciento de los préstamos al sector privado para financiar pymes, según los últimos datos publicados por el Cefid-Ar. Las diferencias entre grupos de entidades son notorias, ya que mientras los bancos públicos exhiben una ratio del 27 por ciento, que viene creciendo en forma importante, los bancos privados muestran un indicador del 24 por ciento, en tanto los cooperativos dedican el 58 por ciento de sus préstamos totales a las pymes.
Y de estos volúmenes, la mayoría es para sustentar el giro comercial de las empresas. Un instrumento que resultó muy eficiente para el financiamiento a la inversión fue el leasing destinado a la compra de maquinarias y equipo; aquellas entidades que ofrecieron tasas competitivas, tuvieron una fuerte demanda por parte de las pymes.
Estamos entonces en una situación en la cual la mayoría de los bancos no son afectos a prestar a las pymes, y en la que muchas de estas empresas no desean tomar financiamiento bancario.
La resistencia al financiamiento por parte de las pymes que aparece en las encuestas no se evidencia cuando se les ofrecen distintas herramientas de fomento, desde los préstamos en condiciones beneficiosas de la banca pública nacional, hasta las colocaciones de la Anses de los fondos del SIPA, o los programas de tasa subsidiada por la Sepyme.
Si el lector se pregunta cuáles son las características de estos programas que los hacen tan apetecibles para las pymes, la respuesta es el largo plazo (cuatro a cinco años) y una tasa fija accesible.
Generar un financiamiento con estas condiciones, e incluso más benéficas, en la magnitud que requerirían las pymes para poder desarrollarse, sólo puede ser provisto desde el Estado, ya que el mercado no puede sostener estos parámetros.
No conviene desligar tampoco el financiamiento hacia las pymes de las condiciones generales por las que atraviesan estas empresas, como la falta de regularización impositiva, previsional y laboral, que limitan o directamente impiden el acceso al crédito bancario. Si bien se ha avanzado en el último año para facilitar el camino hacia la regularización de los aspectos mencionados, ello no elimina la necesidad de regulaciones más profundas para el universo pyme.
Para comenzar a resolver el problema del financiamiento a las pymes, se requieren dos instrumentos esenciales para ir definiendo el modelo de país que queremos. Uno de ellos es una ley marco para las pymes, que debería incorporar también a las microempresas, para que encare en forma amplia los cambios que conduzcan al crecimiento y el desarrollo de la actividad económica del sector. Esta iniciativa debe ser acompañada por una ley para el crédito productivo, que siente las bases para que el sistema financiero tenga esta mira entre sus principales objetivos. Sin estas herramientas tan necesarias, resultará difícil ubicar a las pymes y al financiamiento hacia ellas en el punto central del desarrollo de la economía.
*Lic. En Economía. Pertenece a la Comisión Directiva del IADE. Actualmente es el Jefe de la Asesoría Económica del Banco Credicoop Coop Ltdo. Es profesor de grado y posgrado de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Es integrante desde sus inicios del Proyecto Estratégico de la UBA “Plan Fénix” y ha desarrollado, junto a otros destacados economistas, los temas monetarios y financieros del Plan.
[color=336600]Fuente: Página 12 - 01.06.2009[/color]