Taiana: “El no al ALCA significó el sí a la integración entre iguales”
–La principal conclusión es que teníamos razón. Al decir no al ALCA, dijimos no a una integración subordinada a los EE.UU. Nos proponían una integración con la primera potencia mundial, que era básicamente un gran competidor de nuestras exportaciones agrícolas y una enorme potencia industrial, en momentos en que intentábamos recuperar nuestra industria. Entonces, no sólo no convenía por razones políticas de soberanía, que conllevaban la posibilidad de decidir en función del interés propio, sino que el triunfo del ALCA hubiera significado concretamente competir en desventaja con la producción agrícola norteamericana y hubiera implicado pulverizar la posibilidad de recuperación del tejido industrial. Estábamos recién saliendo de la apertura de los ’90. Ahora bien, Estados Unidos podía formular la propuesta del ALCA sobre el supuesto político y estratégico de que iban a mantenerse como la única potencia en un mundo unipolar… –¿Cómo explica esa idea? –Al considerar que el unilateralismo post caída Muro de Berlín, que lo posicionó como la superpotencia global, iba a sostenerse, EE.UU. proponía simplemente ir detrás de él, sin ofrecernos nada a cambio, como hizo la Unión Europea con los miembros que se le fueron sumando. Al contrario de esa lectura, nosotros creíamos que avanzábamos hacia un mundo que iba a ser cada vez más multipolar, desde el punto de vista económico sobre todo. Por eso, creíamos que debíamos mantener grados de autonomía y decisión propia para aprovechar la emergencia de este mundo más multicéntrico que estaba emergiendo, donde nosotros pensábamos que iba a haber más oportunidades de comercio, de inversión, de financiamiento, de transferencia de tecnología. Diez años después, está demostrado que estábamos en lo correcto. El no al ALCA significó el sí a la integración entre países en desarrollo, a la integración regional entre iguales. Un ejemplo de este nuevo orden mundial, caracterizado por la revolución tecnológica, es que hace 15 o 20 años era impensable que China pudiera hacer transferencia de tecnología a centrales nucleares de potencia en Argentina. Eso lo hacían Alemania, Francia, Canadá, Estados Unidos y punto. Ahora no es así. –EE.UU. logró de alguna manera reconstruirlo, a través de Tratados de Libre Comercio con varios países. –Toda América latina tiene TLCs con EE.UU. salvo los países miembros del Mercosur, más Ecuador y Cuba. Incluso lo tienen países que integran el ALBA, como Nicaragua y El Salvador. La inexistencia del ALCA no es lo mismo que la existencia de una trama de tratados bilaterales. También es cierto que la trama de tratados bilaterales tiende a reemplazar aquel proyecto estadounidense. Pero, muy probablemente, el nivel de intercambio y de interconexión de la región con los países emergentes como China no se hubiera logrado con el ALCA. No tendríamos dos represas que se reconstruyen con financiamiento chino, no tendríamos el ICBC (Industrial and Commercial Bank of China), ni el Belgrano Cargas, por mencionar sólo cuestiones referidas a la Argentina. Los acuerdos bilaterales reemplazaron al ALCA, pero sólo en parte. Porque además el No al ALCA fue importante no sólo para la región, sino también para que no se alcanzaran ciertos objetivos que tenían los países desarrollados en otras cuestiones posteriores, como las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC. Es difícil pensar que en 2008 hubiéramos resistido a la ofensiva de los países desarrollados en ese organismo si no hubiera existido el triunfo contra el ALCA. –Usted elaboró la declaración presidencial . ¿Cómo fue la elaboración del texto? –Hicimos un borrador, que fue corregido por Néstor, Cristina y Carlos Zannini. Fue un discurso muy recordado, que generó mucho revuelo. Pero en realidad, el posicionamiento en contra de las políticas neoliberales que propugnaba EE.UU. no era nada nuevo con relación a lo que ya veníamos diciendo. En 2003, en la ONU, Kirchner había transmitido ideas parecidas. Lo que pasó es que muchos no nos creían. Especulaban con que al final íbamos a ceder a las presiones, pero no fue así. Entonces el discurso de Néstor contrariando a Bush frente a frente fue una sorpresa, más para el resto que para nosotros, que ya sabíamos qué iba a suceder. Kirchner tenía en claro que esa era una de las batallas políticas más importantes de su gestión. –¿Qué otras cosas recuerda de la trastienda de la organización de la Cumbre? –Hubo de todo. Lo más destacable fue la firmeza de Néstor Kirchner. Otra cuestión que sobresalía fue el triángulo muy firme que armaron Néstor, Lula y Chávez. Los tres habían terminado de soldar posiciones meses atrás durante la inauguración de la Asamblea General de la ONU. La negociación del texto que iba a cerrar la Cumbre de Mar del Plata llevó más de un año. Finalmente logramos que no se incluyera ninguna alusión, ni siquiera lavada sobre el tema.
Pero, durante mucho tiempo de negociaciones la pregunta repetida era: ¿y cuándo viene el párrafo sobre el ALCA? Y nosotros hablábamos de todo, menos de eso. El presiente George Bush creía que alguna concesión iba a conseguir. Que algún párrafo iba a salir. Querían ver si podían doblegar nuestra posición, pero aguantamos bien. –El No al ALCA aceleró la integración regional. Hoy parece vivir un amesetamiento. –Eso responde a varias razones. Primero, se murieron Néstor Kirchner y Hugo Chávez. Y si bien a las personas se las reemplaza en las funciones, a veces no es tan fácil. Segundo, se hicieron sentir los efectos de la crisis mundial. El proceso de integración se dio en un marco de recuperación de políticas que pusieron el acento en lo productivo y en la distribución del ingreso, pero también ocurrió en un contexto en el cual América latina crecía más que el promedio mundial. Ahora es exactamente al revés: la región crece menos que el promedio mundial. Entonces es muy distinto encarar un proceso de integración cuando estás creciendo que en momentos menos prósperos. Además, el menor crecimiento económico hace más defensivos a los gobiernos, a los empresarios, a los trabajadores, a los políticos, se arriesga menos. Creo que ese es un error estratégico, porque la única posibilidad de desarrollo sustentable es con mayor integración. No vamos a recuperar altas tasas de crecimiento si no avanzamos y pegamos un salto en la integración. Sé que no es fácil. Pero me parece que la clave está ahí, ésa es mi convicción. Los problemas de integración creo que se arreglan con más integración. Hay que ser ofensivos, proactivos y buscar la forma de salir de esto para adelante. El proceso de integración regional cumplió una primera etapa. Es como una casa. Primero se levantan las paredes. Eso ya está.
Ahora hay que ver como terminamos de construirla entre todos.
Miradas al Sur - 14 de noviembre de 2015