Una visión alternativa para 2014

Alejandro Rofman
En una nota publicada por La Nación se conjetura "estancamiento con inflación" para este año, sin que se alcancen los motivos en que se afirman esos supuesto. Pero, claramente, existen miradas antagónicas. En general, la formulación de predicciones económicas es altamente problemática. El que las formula debería incorporar opciones diferenciadas según el perfil de las políticas públicas que podrían orientar el desenvolvimiento económico de un país en un período determinado. Si su análisis no tiene ese perfil es porque su predicción está orientada por un único pensamiento económico que es el de quien efectúa el citado pronóstico. Entonces, quien así formula su visión a futuro no se atreve –por múltiples razones– a incorporar otras miradas en el escenario por venir porque no las considera ni posibles ni legítimas ni viables.

De este modo, la referida predicción más bien es una expresión de deseos antes que un análisis objetivo. Ello por cuanto una proyección plausible debería abrir escenarios alternativos según el perfil de la política económica que se aplique.

En la nota periodística que sobre este tema ayer se publicó en La Nación, en donde cuatro consultores coincidien en conjeturar que este año habrá estancamiento con inflación, no se alcanza a reconocer cuales son los supuestos para afirmar lo antedicho. Entonces, es prácticamente imposible identificar si el curso de acción estimado es factible o solamente es un dibujo de lo que para el analista es deseable.

Los pronósticos enunciados en la nota estiman que en el 2014 se podría verificar crecimiento económico nulo o, incluso, retroceso conviviendo con una aceleración del curso inflacionario. En nuestra opinión ello podría ocurrir si la orientación de la política fuera como la del Plan de la dictadura a partir del 2 de abril de 1976. Entonces, el objetivo fue estabilizar la economía y se resolvió congelar los salarios, devaluar fuertemente la moneda y decretar libertad de precios. Por supuesto, ello tenía que concluir en una fuerte caída de la capacidad de consumo, incremento del desempleo y penurias sociales significativas. Pero si en 1976 se hubiera adoptado una legislación tributaria progresiva aumentando impuestos a los que más ingresos y riqueza percibían o detentaban, creando subsidios con esos recursos para defender el salario real disminuyendo el impacto de la devaluación y fijando políticas para crear nuevo empleo el resultado habría sido diferente. El tejido social no se habría quebrado ni el derrumbe hubiera envuelto a la producción y el empleo nacional. El país emergente en poco tiempo habría sido más igualitario y su población, en especial la de menores ingresos, habría capeado el temporal satisfactoriamente. Si la política económica hubiese tenido otro perfil, con nuevos tributos para allegar fondos para favorecer a los exportadores tradicionales pero sin implantar subsidios para preservar precios la economía habría tenido un desempeño satisfactorio pero con redistribución regresiva del ingreso.

Los cuatro expositores, como adscriben férreamente al modelo económico neoliberal de no intervención del Estado, predicen un año en donde son exitosos los que tienen más poder, como ocurrió en 1976, en 1989 y en el 2001-2002, con la consecuencia inevitable del ajuste con altísimo costo social.
Podríamos seguir imaginando otros escenarios a futuro con otras mezclas de políticas económicas ya sean favorecedoras del capital o del ingreso de los que menos tienen.

En nuestra concepción la actual coyuntura económica complicada se puede superar con una estrategia económica, que continúe y profundice la vigente desde el año 2003, contrapuesta, por supuesto, a la que constituye el imaginario subyacente en los cuatro pronosticadores. La visión que postulamos propone un profundo cambio en el esquema tributario, gravando rentas y riquezas elevadas, lo que supondría una contribución necesaria y justa a un proceso de impulso a la actividad productiva, al empleo y a nuevas políticas sociales que fortalezcan la provisión de bienes públicos a bajo o nulo costo (salario indirecto). El proceso inflacionario se puede controlar aceptablemente con el acceso masivo a alimentos a través de la eliminación de la intermediación y el estímulo a la agricultura alternativa de generación de bienes para las necesidades básicas de la población. La adecuación salarial indispensable para hacer frente a aquellos incrementos de precios que son imposibles de eliminar puede mantener el nivel de demanda necesario para estimular el crecimiento. El mayor ingreso estatal está en condiciones de sostener la inversión pública en petróleo, gas, fuentes de energía no convencionales e infraestructura para sostener la producción y ofrecer bienes públicos en abundancia.

No pretendemos avanzar en un Plan Económico detallado pero sí marcar que dependerá de la orientación de la política económica el balance final del desarrollo de nuestra economía y de quienes serán los favorecidos por la misma.

Claro que si se augura estancamiento con inflación es porque se postula adoptar la vía del ajuste, a través de la caída del gasto público y la sacrosanta libertad de los mercados con el consiguiente y doloroso costo social . «

Tiempo Argentino - 4 de febrero de 2014

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